Estrategia

El PP, a captar dirigentes territoriales de Vox «críticos»

Génova pretende reeditar la «operación Hervías» que desestabilizó a Ciudadanos. Se ha fijado en Murcia para usar a favor de su causa a descontentos con Abascal

Pablo Casado, con Cuca Gamarra y Teodoro García Egea, entre otros, ayer en el Congreso
Pablo Casado, con Cuca Gamarra y Teodoro García Egea, entre otros, ayer en el CongresoAlberto R. RoldánLa Razón

La «operación Fran Hervías» fue un éxito para el PP en su estrategia de desestabilización de Ciudadanos (Cs). Consistió en «fichar» a quien fue la mano derecha de Albert Riveraen la formación naranja, como responsable de Organización del partido, y utilizarle para dibujar el «mapa» de los puntos más débiles de la estructura que ahora preside Inés Arrimadas, localizar a los críticos y captarlos para el proyecto popular. En un partido como Ciudadanos, con una debilidad territorial evidente, como les ocurre a todas las organizaciones de la llamada «nueva política», esta operación fue un golpe decisivo en el debilitamiento de su imagen de partido con proyecto y con una alternativa distinta a la del PP.

A la dirección del PP se le ha ocurrido intentar algo parecido con Vox. Su Hervías, en este caso, serían cargos de Vox de Murcia. Cabe recordar que el Gobierno popular que preside Fernando López Miras superó una moción de censura gracias, precisamente, a que consiguió dividir a la formación que dirige Santiago Abascal. Ahí está el granero en donde el PP ha empezado a buscar material para utilizar a favor de su causa a aquellos dirigentes territoriales de Vox que puedan estar más enfrentados con su dirección nacional.

Primero habrá que ver el alcance del proyecto y hasta dónde llega esta nueva «operación Hervías» aplicada a Vox. Y luego también hay que tener en cuenta que la situación de este partido nada tiene que ver con la de Ciudadanos. Cuando el PP lanzó una ofensiva parecida para debilitar a Arrimadas. Cs era ya un partido de gobierno, con cargos en gobiernos autonómicos, y el PP consiguió incluso remover la paz dentro de su grupo parlamentario nacional. Esto último es imposible en el caso de Vox, ya que en Madrid responde a una estructura muy armada, con un mando inequívoco y donde no hay fisuras. Y los críticos que pudiera a ver a nivel territorial no tienen aún proyección por no estar ocupando responsabilidades institucionales. La respuesta de la dirección del PP a los resultados electorales de Castilla y León, y a la subida que ha experimentado Vox, pasa, de momento, por achicar al máximo el margen para un acuerdo con Vox, hasta el punto de quelos dos partidos activaron el lunes una guerra de fuego cruzadoque dinamita el clima en el que el candidato popular, Alfonso Fernández Mañueco, tiene que empezar su negociación para buscar los apoyos necesarios para formar gobierno.

La tensión quedó en evidencia en el discurso de Pablo Casado ante su Comité Ejecutivo y en la respuesta airada que inmediatamente recibió de Santiago Abascal en Twitter. Las urnas de Castilla y León han acelerado la competición entre PP y Vox por el electorado del centroderecha y la batalla queda estrictamente planteada como un pulso en el que la cúpula popular se lo juega todo a que en el último momento Vox dé marcha atrás y acepte votar a su candidato sin entrar en su gobierno ni imponer sus principales líneas programáticas. Mientras que en Vox sostienen que esta vez no se dejarán chantajear y que harán valer sus votos hasta el final, y si hay que ir a elecciones, se va, Este nuevo examen electoral preocupa más, de hecho, en las filas populares que en las de Vox, donde creen que su electorado reaccionaría positivamente a su decisión de bloquear la investidura de un Gobierno del PP si no se les permite ocupar cargos en el mismo.

El discurso de Pablo Casado, continuista con la posición que marcó en la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, choca con una realidad en la que entre su electorado no se comparte con tanta determinación el desmarque total de Vox. El marco político, el Gobierno de coalición, el indulto a los líderes del «procés», y los pactos del PSOE con independentistas y nacionalistas, son caldo de cultivo para que este electorado se mueva más hacia la derecha, en señal de rechazo a la mayoría de investidura. Y esto suma a favor de Vox y trasciende incluso la comparación entre los liderazgos de Casado y Abascal.

Casado, no obstante, ha optado por moverse antes de que lo hiciera su candidato a la Junta para frenar una estrategia autonómica que pueda dañar su estrategia nacional. En público han empezado a irrumpir ya las voces que apuestan por hacer un ejercicio de realismo y asumir que es necesario el entendimiento con Vox. Sin embargo, la posición oficial del PP, y que coincide en este caso con la del expresidente del Gobierno José María Aznar, dice que la prioridad es preservar el proyecto propio del PP «que no es el de Vox».