Toni Bolaño

Buenas, pero insuficientes

Los 6.000 millones de ayudas son un paliativo que habrá que ampliar

Pedro Sánchez, por fin, ha tomado medidas y ha cogido el toro por los cuernos, no sin antes haber recibido cornadas de la oposición, de los socios del Ejecutivo, de los sectores y de Europa. El paquete lo componen 23 medidas en cinco paquetes: ciberseguridad, las conocidas del transporte, Europa y el éxito del presidente de la singularidad ibérica, medidas económicas y para las familias.

Sin embargo, será bueno leer la letra pequeña. No todo es una bicoca. Las medidas que dependen de Europa, fijando el precio máximo del gas que se utiliza para la producción de electricidad, tardarán en el mejor de los casos un mes en poder aplicarse, hasta mayo como mínimo, aunque la prórroga de la reducción impositiva contendrá los precios así como extender el bono social eléctrico, son en conjunto buenas noticias.

El paquete de 6.000 millones de ayudas hasta el 30 de junio es en el mejor de los casos un remedio paliativo que casi con seguridad deberá ser prorrogado, y está por ver si es suficiente. Que el Gobierno apueste, de nuevo, por los ERTES es una demostración palpable que los efectos de la huelga del transporte ha dejado noqueadas a empresas de diferentes sectores que desde la pasada semana han echado mano de esta fórmula jurídica, porque se han quedado sin materias primas o sin poder transportar productos perecederos con impactos negativos en sus cuentas. Antes que cerrar y despedir, los ERTE no son una mala iniciativa.

Otro cantar es la fórmula de los créditos ICO, muy de la vicepresidenta Calviño, porque la experiencia nos dice que se quedan en el tintero, aumentar el Ingreso Mínimo Vital un 15% es positivo, siempre y cuando se mejore el sistema de tramitación que sigue empantanado, y la reducción del precio de los alquileres parece más un parche que otra cosa, porque solo afectará a las revisiones de los próximos tres meses.

En conclusión, no son malas medidas, pero el alcance es más que dudoso en función de cómo evolucione la guerra, a la que el presidente ha dedicado más de la mitad de sus palabras. Ha pedido patriotismo a los partidos y al sector del transporte. A los primeros, sin embargo, no les ha dado muchos datos del decreto. Para todos se queda corto, pero todos han huido de la descalificación antes de conocer el detalle. Bienvenido sea el cambio de actitud, pero Sánchez ha desperdiciado una ocasión de oro para marcar su impronta en la legislatura. Nos ha dejado de nuevo un mes no apto para cardiacos. El sector del transporte sigue de huelga pero ayer la movilización se desinfló. Todo indica que Plataforma se asirá al compromiso del Ejecutivo de regular el sector para evitar trabajar a pérdidas. Escuálido asidero, pero después de 15 días hay que buscar una salida.

Sánchez ha presentado su plan consciente de que la salud de su Gobierno no es buena. El debate sobre un cambio de Gobierno ha subido decibelios y el presidente lo ha escuchado. En su intervención, se ha defendido con una frase: «Este es el mismo Gobierno» que hizo frente a la pandemia, que trajo los fondos de recuperación, que asumió el desastre de La Palma, que logró la «excepción ibérica» o que puso en marcha el Ingreso Mínimo Vital. Es el mismo presidente, pero no el mismo Gobierno. El actual no ha estado a la altura y Sánchez lo sabe. Solo su manual de resistencia lo ha salvado de la hoguera por el cambio de actitud de Europa, pero el Ejecutivo está renqueante, no tiene fondo político, ni cintura y algunos ministros son perfectamente prescindibles. Del PSOE y de Podemos. Este mes se volverá a poner todo a prueba, aunque, como decíamos ayer, si Pedro Sánchez quiere recuperar la iniciativa y la estrategia deberá ir más allá de las medidas. Deberá configurar un gobierno político para afrontar el ciclo electoral que se avecina.