Belén Bajo
Narciso
Si en la mitología griega, Narciso se enamoró de su imagen reflejada en un estanque, Sánchez está enamorado de su imagen proyectada por la cámara.
«He interpretado a tres presidentes, tres santos y dos genios. Eso debería satisfacer a cualquiera», dijo el actor Charlton Heston tras encarnar a Miguel Ángel en «El tormento y el éxtasis». Desconozco el grado de satisfacción de Sánchez con su carrera de actor, pero soy incapaz de llevar la cuenta de los papeles interpretados, porque es capaz de representarse a sí mismo como presidente, como Pedro persona y como secretario general del PSOE, con diferentes guiones. Puede defender la unidad de España, apoyar la aplicación del artículo 155 e indultar a los responsables de que se activara.
Puede comprometerse a no pactar con Podemos para dormir tranquilo igual que disfrutar de las pesadillas nocturnas y diurnas coaligándose con ellos, renegar de independentistas y al día siguiente abrazarse a ellos. Hasta encarnar el papel de oposición a la oposición. Cambia de parecer como de papel. ¿Versatilidad o hipocresía?
El narcisista carece de empatía por estar centrado en sí mismo, sus deseos y necesidades que, cuando se siente herido cierra filas, utiliza la mentira y el insulto en lugar del diálogo o, lo que es peor, promueve una cruzada contra aquel que cuestiona sus criterios. Yo no digo que sea narcisista, pero es que la definición y los hechos lo dicen todo.
Si en la mitología griega, Narciso se enamoró de su imagen reflejada en un estanque, Sánchez está enamorado de su imagen proyectada por la cámara. Está más pendiente del maquillaje y la grabación de la serie documental sobre su faceta más íntima que de la crisis económica, con lo que no te sorprende que La Moncloa incluya nueve primeros planos de su visita a Ucrania. Es más importante una buena expresión en la cámara que acabar con la inflación. Que ya si eso quien hace trampas es el PP y quien practica el postureo Vox.
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