Elecciones andaluzas

Abstención y trasvase al PP, combinación de cambio de ciclo

El PSOE pierde el 4,5% y el 8,5% de los votantes que le quedan de 2018

Detalle de la publicidad electoral de cara a los comicios de este domingo en Andalucía
Detalle de la publicidad electoral de cara a los comicios de este domingo en AndalucíaJoaquin CorcheroEuropa Press

El colapso electoral de la izquierda en Andalucía ha sido anunciado con tiempo. Bastaría con observar un gráfico con la tendencia de voto de las izquierdas y las derechas en las elecciones autonómicas en la región para concluir que el proyecto de la izquierda ha ido cronológicamente de más a menos en el sur en las once legislaturas anteriores.

Tan solo ha habido cinco excepciones, de las que las más negativas son las de las elecciones autonómicas de 2000 y 2012, precedidas de mayorías absolutas del PP en España en las elecciones generales, y otras tres positivas, que coinciden con las victorias nacionales de Zapatero en 2004 y 2008 y con el revés del PP y el ascenso de Ciudadanos en las elecciones generales del año 2015.

Por el contrario, las derechas marcan una línea ascendente, que ya se manifestó en el periodo 1994/2000, con la crisis a nivel nacional del PSOE y el ascenso de Aznar, y que desde 2018 ha vuelto a visibilizarse. Sin embargo, es de reseñar los dos baches más importantes de lo que llevamos de siglo, los que coinciden con los dos repuntes de la izquierda, 2004 y 2015.

En cuanto a los 37 años de gobiernos presididos por el PSOE de forma ininterrumpida, a lo largo de 10 legislaturas, un gráfico de la tendencia de voto nos confirmaría una desaceleración iniciada en 1986, coincidiendo con la segunda legislatura, obviamente relacionada con el escándalo que obligó a sustituir al socialista Rafael Escuredo al frente de la Junta de Andalucía.

Otro momento crítico para el PSOE de Andalucía fue el resultado de las autonómicas de 1994, con plena crisis de despilfarro, paro y corrupción en la administración central. Por el contrario el PSOE mejora sus resultados autonómicos en las elecciones de 2004 y 2008, aprovechando el viento de cola que provee las respectivas victorias de Zapatero en las elecciones generales de esos dos años. Pero pasado el «efecto ZP», el PSOE andaluz comienza de nuevo su caída sin solución de continuidad. Ni las limitadas victorias de Sánchez en las generales de 2019 son capaces de reconducir la senda bajista del socialismo andaluz. Sino más bien todo lo contrario.

Cuando en 2016 Pedro Sánchez quiere ser presidente del Gobierno cruzando las líneas rojas, es decir, acuerdos con Bildu y ERC, el PSOE se subleva y lo destituye de la Secretaría General. En ese momento los votantes socialistas comienzan en Andalucía a dar la espalda al partido liderado por Sánchez. La región andaluza está a la cabeza en el listado de asesinados por ETA y conoce de primera mano, a través de sus familiares residentes en Cataluña, el hostigamiento que sufren por parte del independentismo.

Privar al PSOE de los graneros de votos andaluz y catalán es el ocaso del PSOE. Son secuelas de la gestión de Zapatero y Sánchez, dos opciones políticas que han roto la centralidad del PSOE.

En las elecciones generales de 2008 y anteriores, el PSOE obtenía entre el 36% y 37% de sus escaños del Congreso de Diputados en Andalucía y en Cataluña. Ese porcentaje ha ido cayendo en ambas regiones en las elecciones generales de 2011 a 2019. En las últimas representaron el 30%.

El proceso de cambio de ciclo político, pasando de gobiernos del PSOE a gobiernos del PP en Andalucía, se genera del mismo modo que a nivel nacional: el agotamiento del proyecto político y la necesidad de un cambio empujan a una parte importante del electorado del PSOE a la abstención, como sucedió en diciembre de 2018 cuando el PSOE perdió 400.389 votantes que decidieron abstenerse, facilitando la victoria de las derechas, o a combinar la abstención con el trasvase directo del voto al PP, como sucede ahora. Que le resta al PSOE el 4,5% y el 8,5%, respectivamente de sus votantes que le quedan de 2018.