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Adriana Lastra, la última escudera del «sanchismo»

Su salida como número dos del PSOE era un secreto a voces en círculos socialistas desde la debacle electoral en Andalucía

Adriana Lastra
Adriana LastraPlatónIlustración

Ni Iván Redondo en La Moncloa. Ni Carmen Calvo y José Luis Ábalos en el partido. Destronados todos ellos por Pedro Sánchez sólo quedaba en Ferraz la asturianaAdriana Lastra como última escudera del núcleo duro del «sanchismo». Aunque desde la debacle electoral en Andalucía su salida como número dos del PSOE era un secreto a voces en círculos socialistas. Hace tiempo que Lastra y el navarro Santos Cerdán mantenían una soterrada pugna por controlar la organización federal, desglosada en una bicefalia desde la salida del anterior secretario José Luis Ábalos, que no funcionaba. Y tras la monumental derrota andaluza ambos iniciaron una campaña de culpables cuyos puñales llegaban hasta el gabinete del presidente en Moncloa, con Óscar López en cabeza. Unos y otros se arrojaban la responsabilidad del desastre y el propio Sánchez hubo de llamarles a capítulo hace unos días, como preludio de ese baile de cambios que ha comenzado. Lo cierto es que Adriana ya no tenía la confianza absoluta del jefe y varios «barones» regionales censuraban su gestión. La gota que colmó el vaso fue su penosa intervención la noche de las elecciones andaluzas, en que atribuyó a la pandemia el triunfo electoral de Juan Manuel Moreno Bonilla.

A pesar del comunicado en el que se escuda en razones personales, está embarazaday reclama descanso, la salida de Adriana Lastra es un cese político en toda regla. Sus enfrentamientos con Santos Cerdán y Óscar López, entre fuertes críticas a su gestión por parte de «barones» territoriales, empezaron a colmar la paciencia de Pedro Sánchez. El líder socialista ha demostrado que cuando llega el momento, sin parpadear un segundo, puede liquidar uno por uno a todos aquéllos que le arroparon en sus difíciles momentos, le auparon a la Secretaría General del PSOE, le fueron leales y ejecutaron los trabajos sucios le salvaguardaban. Iván Redondo, todopoderoso «gurú» de La Moncloa, ejerció como «fontanero» implacable ante los poderes económicos y mediáticos, y hasta dijo estar dispuesto a «tirarse por un barranco» por su jefe. Carmen Calvo le sacó el cadáver de Franco, jaleó al feminismo radical y perpetró la impresentable Ley de Memoria Democrática. José Luis Ábalos maniobró en todas las federaciones del partido a su favor y cortó cabezas críticas. Pero fue tal vez Adriana Lastra, a quien no se conocen estudios, profesión ni vida laboral, la que trabajó a destajo la militancia para que Pedro venciera en las primarias a su rival, Susana Díaz. Ahora, acaba de engrosar la lista de los caídos bajo el yugo de un hombre obsesionado con el poder absoluto a toda costa.

En su día, Adriana fue cesada como portavoz del grupo socialista en el Congreso y sustituida por el canario Héctor Gómez. Ella se veía venir la tostada y orquestó un mensaje de que era trasladada a Ferraz para centrarse en los preparativos del 40 Congreso del PSOE celebrado en Valencia. Pero lo cierto es que Lastra llegó a la sede del partido como segundona del navarro Santos Cerdán, nombrado Secretario de Organización cuándo José Luis Ábalos abandonó el gobierno y todas sus tareas en el partido. Desde entonces mantenían una pugna por controlar la estructura y cuadros territoriales. Cerdán fue quien negoció con los filoetarras de Bildu el gobierno de la Comunidad Foral Navarra que preside la socialista María Chivite y, por el momento, goza de la confianza de Sánchez, aunque fuentes socialistas vaticinan que hará «una barrida» de la actual dirección. Opinan que, tras la derrota en Andalucía, el gran líder «ha puesto en marcha el club de los caídos». Su estilo es implacable con los críticos que se atreven a censurar las decisiones y modos de un presidente cesarista que diseña un gobierno, un partido y un grupo parlamentario totalmente a su medida. «La sangría está en marcha», advierten estas fuentes.

Adriana Lastra Fernández nació en la localidad asturiana de Ribadesella, en una familia de cinco hermanas. Su madre, Rosa Fernández, regenta una peluquería y su padre, Lorenzo Lastra, era taxista y falleció hace meses. Aunque en su currículum del Congreso figura con estudios de Antropología Social, nunca acabó esa carrera, con ausencia de profesión conocida, a excepción de algún tiempo que ayudó a sus hermanas en una panadería. Es la típica «apparatchik», afiliada desde los dieciocho años a las Juventudes Socialistas de su pueblo, donde fue secretaria de movimientos sociales y política municipal. Vinculada siempre al partido, diputada en la Junta del Principado, conoció a Pedro Sánchez en un acto en Oviedo en 2008 y desde entonces se convirtió en una de sus más fieles escuderas. En las elecciones generales de 2015 llegó al Congreso de los Diputados y fue un duro azote del PP, con un discurso altamente sectario. «No me importa que me llamen analfabeta y dinamitera, soy roja», clamaba por los pasillos de la Cámara cuando le achacaban su escasez de conocimientos, con un lenguaje muy ideologizado de izquierdas.

Lastra fue un apoyo determinante en la decisión de Pedro Sánchez de concurrir a las primarias de 2017 para recuperar el liderazgo del PSOE, jugó un papel esencial en su campaña como candidato ante las bases, fue nombrada vicesecretaria general del partido y una de las muñidoras de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Fue también el brazo fiel ejecutor de Sánchez en el Congreso, artífice de los pactos con Podemos, el PNV, Esquerra Republicana y Bildu, para ganar la investidura y mantenerle en La Moncloa. Todo ello queda ahora olvidado en la fría mente de un líder a quien no le tiembla el pulso para empuñar la guadaña y rebanar cabezas. Según algunos dirigentes prepara una auténtica revolución de caras y voces en la nueva Ejecutiva, y parece que Adriana no será la última víctima de esta «cacería política». Celosa de su vida privada, ahora se ha sabido de su embarazo, tiene cuatro hermanas y está muy unida a sus sobrinos. Posee dos pisos en Asturias, le gusta la saga «Star Wars» y algunos grupos de heavy metal como AC/DC y Los Punsetes. En el olvido de su paso por el núcleo más férreo del presidente, Adriana Lastra es desde hoy una heroína roja destronada, una más entre los lebreles del «sanchismo» en caída libre.