Terrorismo
Vuelven al País Vasco tres etarras que estaban “deportados” en Cuba y Cabo Verde
Fueron relacionados con numerosos asesinatos, que han prescrito con el paso de los años, sin extradiciones ni acciones judiciales
Tres etarras que estaban en Cabo verde y Cuba han regresado al País Vasco sin que, aparentemente, hayan tenido ningún problema judicial por haber prescritos sus crímenes u otras circunstancias.
Desde Cabo Verde. lo han hecho Emilio Martínez de Marigorta y Félix Manzanos Martínez. Hace ya 33 años -- dice Etxerat, la asociación de familiares de etarras-- que España los trasladara a este archipiélago de la costa atlántica africana, concretamente en 1989, desde Argelia, tras las infructuosas conversaciones entre la banda y el Gobierno español.
Por otro lado, desde Cuba, ha vuelto Iñaki Rodríguez Muñoa, detenido en Francia en 1985, posteriormente confinado en el suroeste francés y deportado finalmente a Cabo Verde en 1986. Un año después, Rodríguez se trasladó a Cuba.
Marigorta fue investigado por el asesinato con bomba de dos trabajadores de una empresa de montaje de la central nuclear de Lemóniz, Vizcaya, Andrés Guerra Pereda y Alberto Negro Viguera. El 5 de abril de 2000 se acordó el sobreseimiento libre por prescripción para este etarra. A Manzanos se le llegaron a relacionar con siete asesinatos, seis de ellos policías nacionales en un atentado perpetrado en septiembre de 1982. Por lo que respecta a Muñoa. se le relacionó con el secuestro y asesinato del capitán de Farmacia Alberto Martín Barrios.
Para Etxerat, las cosas se ven desde otro punto: “desde el inicio de las deportaciones políticas, a finales de la década de los 80, un total de 70 ciudadanos y ciudadanas vascas han sufrido este castigo, y de ellos, un total de 12 han fallecido hasta el momento lejos de Euskal Herria. Quedan todavía cinco deportados políticos vascos, dos en Cuba; José Ángel Urteaga Martínez y Josu Abrisketa Korta; otros dos en Cabo Verde; Tomás Linaza Etxebarria y José Antonio Olaizola Atxukarro; y Eugenio Barrutiabengoa Zabarte, en Venezuela. Esta difícil situación de lejanía, abandono y limbo jurídico que sufren los deportados desde hace ya más de tres décadas, la han padecido además, y siguen haciéndolo, sus familiares y allegados, obligados y obligadas a recorrer miles de kilómetros para mantener el vínculo afectivo durante tantos años”.
Los crímenes que pudieron cometer han prescrito o están a punto de hacerlo. Y las víctimas se quedarán sin la justicia que merecen.
✕
Accede a tu cuenta para comentar