Encrucijada

El seísmo que amenaza a Vox

El baño de realidad sufrido por los de Abascal tras los cuestionables resultados en las elecciones andaluzas alcanza la categoría de cisma tras la crisis abierta con Olona y el portazo de esta semana

Dicen que cuando una rama se cae, el árbol sufre, pero más la rama. La marcha de Macarena Olona, con portazo mediante a su regreso, que le ha dado el partido que lidera Santiago Abascal, ha provocado una grieta en Vox que algunos ven ya como la primera fase para resquebrajar por la mitad un proyecto que lleva ocho años manteniéndose.

Mientras Santiago Abascal trata de contener el desconcierto de sus filas que no comprenden el porqué no se podía haber solucionado esta fractura en privado, se han llevado a cabo un cruce de réplicas y contrarréplicas mediáticas que han llevado a cuestionar la «democracia interna» del partido y que traen de nuevo los ecos de aquellos críticos que fueron expulsados y ahora agitan el árbol. Entonces, criticaron el «tratamiento» que se les dispensó en Vox, la «imposición» por parte de la organización del partido o que «no se considera que se trate con respeto» a todos. Ceuta, Melilla, Cádiz, Badajoz... Las bajas se han ido multiplicando en el partido entre críticas a la cúpula. Algunos se fueron desilusionados; otros, sorprendidos por algunos de sus postulados. Una de ellas, de las primeras que salió en su momento fue la exdiputada por Baleares, Malena Contestí, que dejó Vox por considerarlo «un movimiento antisistema y extremista». Sin embargo, se atribuyó a que no continuaría como diputada siendo remplazada por Antonio Salvá, padre de la última víctima de ETA. Poco después, se fue a Ciudadanos, partido que también ha abandonado.

Luego vino el terremoto de Murcia y la moción de censura fallida de Cs, donde se miró la mano que podría tender Vox a los populares pero los diputados que había en los comicios ya no los podía contener ya que habían sido expulsados, por sus desavenencias con la dirección nacional, aunque mantenían el escaño. Ahora forman parte del gobierno de López Miras.

Pero la herida se abrió con los comicios de Andalucía. Vox no logró los resultados esperados, esos 20 diputados que les habían susurrado las encuestas y que les llevó a «sacrificar» a la reina de su particular ajedrez. Olona, entonces se erigió en «soldado» y dijo «sí» para servir a donde la necesitaran, aun sabiendo que era una «candidata paracaidista, que tenía «una empresa que creyó era imposible», y que algunos lo vieron como una «trampa» para quitarla de la primera línea. «Sobreactuada», «disfrazada» fueron algunos de los veredictos de su campaña que se filtraron, muchos provenían de «fuego amigo». Sin embargo, sus 14 escaños, dos más que en los comicios en los que Vox logró irrumpir en un parlamento por primera vez, dando la sorpresa, no fueron bien «digeridos». Olona, que iba a tener «cara de presidenta» con la esperanza de que Juanma Moreno le rezara a la Macarena; al final, las urnas dictaminaron que, esta vez, al presidente de la Junta le querían con «el gran poder». Entonces, sobrevoló la duda de si se quedaba o se iría y ella recurrió entonces a los «designios de Dios». Y estos hablaron y le llevaron a dejar la política por un problema de salud –de tiroides, que creyó que era cáncer y ya está solucionado– y que le ha dolido por si Abascal ha dudado de su enfermedad.

Y en el centro de la polémica, el secretario general, quien se ocupa de las labores de intendencia territorial: Javier Ortega Smith con el que tal vez, Olona, que guarda silencio leal, habría tenido algún choque.

El Camino de Santiago le llevó a dar pasos que se interpretaron como un «desafío» y «prueba de fuerza» al que le siguieron un acto con Mario Conde y dos intervenciones en universidades donde, en Granada, fue escracheada. Pero la idea de llamar a Abascal la sometió a lo que ha denominado como la «trituradora de carne».

Pero en Vox suman también un marcaje que, en esta ocasión hace la oposición a su vicepresidente en Castilla y León: Juan García-Gallardo. Una de ellas fue la polémica que se montó cuando dijo a la diputada del PSOE, Noelia Frutos, que tiene una discapacidad que la respondería «como si fuera una persona como todas las demás». Algunos lo atribuyeron a su falta de tablas en la contienda parlamentaria, pero los socialistas lo utilizaron como arma arrojadiza y Gallardo les acusó de «instrumentalizar» sus palabras de manera «burda».

De nuevo, el vicepresidente de Vox, en el punto de mira al que busca continuamente el único diputado de Cs, Francisco Igea, quien le precediera en el cargo. García-Gallardo salió en Masterchef y mostró su disgusto con un puré lo que motivó una crítica parlamentaria por parte de Igea que hizo que le acusara de llamarle, con el micrófono cerrado, «imbécil. «¿Me ha llamado usted imbécil?», condenó Igea, quien instó al vicepresidente a controlarse: «¿No le han enseñado a usted a contenerse?».

Está por ver cuáles serán los próximos pasos a seguir por parte de Olona quien también suma gran parte de simpatizantes de Vox que ahora se sienten decepcionados. mientras se suma un gesto más: Vox Congreso dejó de seguirla en las redes.

Hay quien dice que Abascal sabrá contener este cisma porque él en su día también fue crítico en las filas del PP y se fue para formar otro partido, eso sí, siempre que se guíe por su propio criterio.