Territorio
El pueblo de España conocido como Villa de las tres Culturas
El municipio cuenta con un gran patrimonio legado por cristianos, árabes y judíos
La península ibérica ha sido un lugar de paso y asentamiento de pueblos a lo largo de miles de años. Esa diversidad de pueblos que habían habitado la península llegó a su fin con la unidad territorial impuesta por Roma y se mantuvo hasta nuestros días, salvo el paréntesis medieval con la llegada de pueblos germanos, taifas o reinos cristianos durante la Reconquista y descontando la separación de Portugal. Esa unidad territorial impuesta desde la época romana no ha impedido que sobre la península se haya dado una prolífica confluencia cultural de cristianos, judíos y musulmanes, una circunstancia que ha dejado una profunda huella, como reflejan muchos rincones de nuestro país, como el municipio de Ágreda.
Ágreda, situado en la provincia de Soria, es un pequeño pueblo de poco más de 3.000 habitantes y es denominado Villa de las tres Culturas (nombre acuñado hace unos 15 años por el ayuntamiento para promocionar la localidad) porque a lo largo de más de 200 años convivieron la comunidad judía, cristiana y musulmana en el mismo municipio (entre el siglo XIII y el siglo XV, cuando fueron expulsados los judíos). Las tres comunidades se dividieron en tres barrios. “En su momento se produjo la convivencia de las tres culturas, está perfectamente documentada. Una convivencia no tan normalizada como podría ser hoy”, señala su alcalde, Jesús Alonso.
Y esa huella y “signo de identidad” tiene su reflejo en todo el patrimonio conservado desde entonces, según explica Alonso: Ágreda cuenta con un casco antiguo que corresponde al Barrio Moro; un barrio judío más reducido, circunscrito a una calle y sus aledaños, donde hay un restaurante que se cree que en su momento fue una sinagoga; y, el resto del municipio era de población cristiana, donde hay varias parroquias.
Así, de los vestigios árabes han quedado dos puertas califales y una fuente, así como el Torreón de la Mota, alzado sobre la alcazaba califal; de construcción cristiana, hay dos torreones del siglo XII (Torreón de la Costoya y Torreón del Tirador), además de numerosas iglesias (Basílica de Nuestra Señora de los Milagros del siglo XVI; Iglesia de San Miguel de Arcángel, del siglo XII; Iglesia de Nuestra Señora de Yanguas, del siglo XVI; Iglesia Virgen de la Peña, del siglo XII y más antigua del pueblo; la iglesia renacentista de San Juan Bautista; o, la iglesia de estilo gótico de la Virgen de Magaña). Además, el pueblo cuenta el Palacio de los Castejanos del siglo XVII y una plaza mayor que alberga el Ayuntamiento, en un edificio renacentista.
El pueblo, que fue recogido documentalmente por primera vez en época árabe (siglo XI) y reconquistado por los cristianos en 1118 (aunque hay rastros de asentamientos prerromanos y romanos), está situado en una zona geográfica que limita con Navarra, La Rioja y Aragón. Esta condición de población fronteriza es prácticamente innata, ya que le ha acompañado desde la Edad Media a Ágreda: de ahí que obtuviera, también, fuero propio en 1260, otorgado por el Rey Alfonso X. Ha sido frontera entre cristianos y musulmanes; entre la Corona de Aragón y el Reino de Castillo; y, ahora entre autonomías.
Ágreda, situada en una de las provincias más icónicas de la España Vaciada, sí está logrando sortear la “desertización” poblacional de muchos rincones de nuestro país gracias a que van llegando nuevos residentes. Esos nuevos residentes llegan al pueblo por la buena actividad económica que concentra: según explica el alcalde, Ágreda es “donante de empleo”, ya que cuenta con unos 1.000 puestos de trabajo para 3.000 habitantes gracias a la actividad industrial y agrícola que hay. El problema demográfico que hay, en todo caso, sí es de “envejecimiento”: a pesar de llegar nuevos residentes, un tercio de la población tiene más de 65 años y fallecen en torno a 80 personas cada año, mientras hay tan solo 15-20 nacimientos.
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