Exteriores

El discreto balance de la nueva alianza con Marruecos en vísperas de la cumbre de Rabat

Nueve meses después del giro en el Sáhara el Gobierno de Pedro Sánchez apenas puede presumir de haber restablecido puentes en la cooperación en materia de seguridad y migratoria con el país vecin

El ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, y Josep Borrel, alto representante de la Unión Europea en una conferencia de prensa el pasado 5 de enero
El ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, y Josep Borrel, alto representante de la Unión Europea en una conferencia de prensa el pasado 5 de eneroJALAL MORCHIDIAgencia EFE

Modesto es el balance para los intereses de España de la nueva relación con Marruecos fundada al comenzar la pasada primavera a cambio del apoyo a Rabat en el Sáhara Occidental, en un giro que puso fin a la tradicional neutralidad española en el conflicto.

Al margen de haber puesto fin a la crisis diplomática con Rabat –más de un año de indisimulada hostilidad por parte de las autoridades marroquíes, con el cénit de la entrada masiva de jóvenes magrebíes en Ceuta en mayo de 2021- y diez meses después de haber estampado su firma en su famosa carta al rey Mohamed VI, Pedro Sánchez puede apenas celebrar el restablecimiento de los puentes en materias sensibles como la lucha contra la migración ilegal y el terrorismo.

Una cooperación que ha permitido reducir globalmente el flujo de migrantes que llegan a territorio español desde las costas de Marruecos, aunque no las llegadas a Ceuta y Melilla, que se dispararon en 2022. Aunque se trata de un goteo regular y no de entradas masivas, el pasado año no estuvo exento de episodios de este tipo, como en la trágica mañana del 24 de junio en la frontera de Melilla, en la que el dispositivo policial hispano-marroquí costó la vida a al menos 23 migrantes subsaharianos.

El escaso entusiasmo marroquí

Satisfecho tras haber logrado su principal objetivo, el apoyo verbal del Gobierno Sánchez a su propuesta de autonomía avanzada para la resolución del conflicto del Sáhara –algo que la diplomacia magrebí ha obtenido en los últimos meses también de Alemania y Francia-, Marruecos no parece demasiado entusiasmado a la hora de poner en práctica lo pactado por ambas administraciones en la reunión de Rabat el pasado 9 de abril, que contó con la presencia de Sánchez y Mohamed VI.

Prueba de la falta de urgencias marroquíes es que sólo el miércoles de esta semana los dos gobiernos han sido capaces de encontrar una fecha para la XII Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí, una cita que llevaba aplazada desde diciembre de 2020 por decisión de las autoridades magrebíes –el malestar marroquí con el gobierno de coalición ya estaba fraguándose- y que debió haberse celebrado antes de concluir el año pasado, como también demuestra la falta de entusiasmo que el anuncio de la cumbre sólo ha llegado del lado español y no del marroquí, a pesar de que será la ciudad de Rabat la que habrá de acoger a las dos delegaciones los días 1 y 2 de febrero.

La última cumbre bilateral se celebró en Madrid en un ya lejano junio de 2015. Ya se sabe que se descuelgan de la cita de Rabat la vicepresidenta segunda del Gobierno Yolanda Díaz y la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos Ione Belarra, como también se borra el titular de Consumo y coordinador federal de IU Alberto Garzón. No se les echará de menos en demasía en Marruecos.

Otra prueba del entusiasmo templado de las autoridades marroquíes es que las prometidas aduanas comerciales de Ceuta y Melilla, que deberían haber comenzado a funcionar con el cambio de año siguen sin ver la luz. La última vez que el ministro de Exteriores José Manuel Albares se refirió a la apertura de las instalaciones fue el pasado 2 de enero, y fue, como otras veces, para repetir que será “ordenada y gradual”. El empresariado ceutí y melillense, que ha sufrido más de dos años de fronteras cerradas y sigue padeciendo las restricciones al paso de mercancías impuestas por Rabat, aguarda con inquietud más información sobre la naturaleza de las nuevas instalaciones fronterizas.

No son los únicos frentes abiertos con Rabat que marcarán no solo el comienzo de 2023 y la próxima RAN sino a buen seguro los próximos meses. Destaca la esperada negociación sobre la delimitación de las aguas territoriales en la fachada atlántica -tras diecisiete años sin convocarse, el año pasado el grupo de trabajo bilateral sobre la cuestión volvió a reunirse. Hasta el momento ha regido una mediana provisional trazada con arreglo a un criterio de equidistancia que Rabat rechaza. No menos delicada será la disputa que tendrán que librar ambas administraciones en la ONU, donde España habrá de defender la ampliación de su plataforma continental al oeste de Canarias más allá de las 200 millas correspondientes a la Zona Económica Exclusiva.

Además, es un secreto a voces que Marruecos reclama a España el pleno control del espacio aéreo del Sáhara Occidental, que a día de hoy se reparten ambos países mediante los centros de control aeronáutico de Gran Canaria y Rabat. No en vano, la declaración conjunta suscrita por ambos gobiernos en Rabat el pasado 9 de abril establecía de manera calculadamente vaga que “se iniciarán conversaciones sobre la gestión de los espacios aéreos”. El pasado mes de diciembre Exteriores negó que España esté dispuesta a ceder ante las reclamaciones marroquíes.

La crisis con Argelia se enquista

Si en el frente marroquí el mayor logro para los intereses españoles es, en fin, un regreso paulatino a la nueva normalidad en forma de dientes de sierra en las relaciones con la monarquía de Mohamed VI, no puede decirse lo mismo del escenario hispano-argelino, donde los puentes siguen rotos desde la pasada primavera.

El elogio de Sánchez a la propuesta marroquí para la ex colonia española tuvo en Argel el efecto reflejo de la indignación, y no se atisba en el horizonte que el régimen militar, reforzado política y económicamente –y en ausencia de presión diplomática por parte de Bruselas-, vaya a aflojar en el pulso que mantiene con España. Desde junio Argel boicotea el comercio y las inversiones españolas en el país. Los empresarios, desesperados, lamentan la ineficacia del Gobierno a la hora de acercar posturas y resolver su situación. Las relaciones en materia de seguridad y cooperación migratoria se encuentran en niveles mínimos.

En apenas dos semanas la Reunión de Alto Nivel de Rabat –formato que tradicionalmente es escenario de la firma de variados acuerdos bilaterales preparados en los meses precedentes- servirá para medir los avances en una relación que se anunció como prometedora pero sigue siendo parca en resultados para los intereses españoles.