Opinión

Adiós, Podemos

Lo malo no es pinchar y cortar menos que una cuchara, sino que la pasta que se trinca es otra

Pedro Sánchez interviene en el Congreso en presencia de las ministras Irene Montero e Ione Belarra, impulsoras de la ley junto al presidente del Gobierno
Pedro Sánchez interviene en el Congreso en presencia de las ministras Irene Montero e Ione Belarra, impulsoras de la ley junto al presidente del GobiernoAlberto R RoldanLa Razón

 A Pedro Sánchez se le descompone la coalición, que suena a guerra napoleónica o las películas de marcianitos, que para el caso da igual. Digo, que a Sumar se le escapan los escaños de Podemos porque, según el supremo líder, los de Yolanda Díaz los han ninguneado.

Qué mala pata tiene esto de que te toque probar la parte rancia de la vida de vez en cuando. Sobre todo, después de haber mandado tanto como lo hizo el matrimonio Iglesias. Una lástima, pero de momento pasan al Grupo Mixto, que es una suerte de espacio cósmico donde se pasan los días y las horas en la más absoluta de las indiferencias. Eso sí, lo malo no es pinchar y cortar menos que una cuchara, sino que la pasta que se trinca es otra. Ahí sí que le duelen las costillas al excoleta y de no contar con un chavo a la extinción va un saltillo.

En Andalucía ya vimos cómo se disolvió aquella maravilla democrática que iba a salvar el mundo. Lo hizo, perdón por el lugar común, como un azucarillo en la amargura de un café. Mucho peor si les dan matarile, que lo harán, con la misma medicina que recibió Meri Pita la pasada legislatura. La venganza se sirve fría pero si se sirve en el mismo plato con el que a ti te sirvieron la hiel se disfruta mucho más. Será cuestión de tiempo observar cómo el proyecto político morado queda fuera de juego a pesar de las intenciones de cortocircuitar el gobierno de Sánchez, que los necesita lo justo, muy poco.

El show de la despedida de las ex ministras podemitas se va a quedar en nada cuando comience la desbandada general de los votantes en las próximas elecciones y Podemos se convierta en una fuerza marginal, derrocada por su propia soberbia e irrelevante. Van a llorar más que “Quinyunsún” sin preñadas en Pyongyang.