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Extremo Cero

Canción triste del «sanchismo» tardío

Nunca tantos se vendieron por tan poco. No me digan que no da para que te escriban una tesis

Pedro Sánchez FERNANDO CALVO Pool MoncloaEFE

Qué fácil de escribir y qué coñazo de leer sería levantar el típico dedito de regañón aprovechando los gritos de Zelenski y Trump. O la de hacer burlas en la resaca del fracaso feminista, que desaparecido de las calles trata de sobrevivir boqueando en titulares ridículos con los que tratar de colarle a nuestras hijas que las mujeres solteras son más felices que las casadas. Pactemos con la realidad que celebrar el desencuentro es la típica estupidez malsana que solo puede llegar a expresar quien no se ha visto ante la situación de encontrarse solo.

Qué exigir a los demás en este enorme manicomio al aire libre en que nos hemos convertido. Cuando el experto informe psiquiátrico afirma sobre una señora de treinta y cinco años como Elisa Mouliaá que «desde los hechos» ella se encuentra en un estado irritable y con una disminución grave de la capacidad de concentración. Los hechos descritos por ella son que el tipo con el que hacía «sexting» durante meses quiso tener sexo en la primera cita sin acomodarla. Que no digo que la interacción frustrada con un niño-hombre en construcción no se merezca que él lleve una colleja por tartufo. Pero señalemos de una vez que lo de mujeres adultas considerándose víctima de abusos se nos ha ido totalmente de las manos.

Al parecer Irene Montero y Pam también lo han sido porque nadie las protegió de sí mismas cuando decidieron elaborar una Ley sin tener ni la más remota idea de lo que estaban haciendo. Y Errejón que dice que le entró neoliberalismo por la pirindola. Y Monedero e Iglesias, a quienes les pusieron trampas desde el «dick state» español y profundo. Al parecer a todos los engañaron para ponerse a la cabeza de la manifestación feminista sabiendo unos de otros lo que había pasado durante años en Somosaguas. Si nos podemos ver reflejados en su estupidez es porque la mayoría de las veces somos víctimas de nosotros mismos. También el que escribe estas líneas, que ha aprendido por las malas que la mentira es un fenómeno acumulativo. Y que vale más una vez rojo que cien veces amarillo. Estadísticas policiales en estos diez años de feminismo y locos cacharros doblan el número de delitos sexuales. Quizás sea el agua del Llobregat que baja muy facha y machista, y por eso en Cataluña hubo 3.822 delitos sexuales el año pasado. Si encendemos la televisión buscando una representación realista de esas víctimas encontraremos el juicio y el documental sobre Jennifer Hermoso. Y a la secesionista Mónica Terribas apuntando como culpable a la iglesia católica. Y por supuesto el «caso Nevenka», que si bien es del año 2000 permite señalar de manera directa a un exalcalde del PP. Todo es tan sutil en la dirección de contenidos del Sistema Contreras que se pueden encontrar dos documentales sobre el Rey emérito. Y una parodia sobre la actual heredera de la Familia Real española. Y ninguno sobre las 3.822 víctimas reales.

Y es aquí, al final de todas las cosas donde emergen las consecuencias culturales de la inexistencia de una esfera independiente del poder del Estado. Ya ni ver tranquilos la tele de noche nos dejan unos zurdos tan vagos que ni capaces son de aguantar el pulso de las audiencias nocturnas. Jessica supo que la felicidad son expectativas menos realidad. Que amor no había, pero a cambio tenía un curro en el Ineco y un Iphone último modelo. Tan poco se exigía como la pyme gubernamental, que si bien no avanza hacia ninguna parte sigue a flote como corcho pilotado por los «begoños monclovitas».

Inteligencia Artificial no queda niño, solo tengo masibón. Y en Semillas suena un tango melancólico cuando los cancheros de la moción de la dignidad ven entrar de nuevo a Redondo. Y la generación que vino a regenerar las cosas acabó pariendo un kirchnerismo estartapero Marca España Global 2050 donde cada vez más gente recuerda dónde guardó aquellas anotaciones manuscritas que permitían identificar códigos y contratos de obra pública. En este tiempo nos ha caído a todos los de mi generación un carro de años. El amor se acabó, el fracaso es público y solo queda fingir en LinkedIn gracias al 5G de los chinos. Les queda vivir rodeados de dinero grosero en sobres, pasear por chiringos globales, y negar contra la evidencia que los Sánchez son unos parvenús resentidos a los que les viene todo grande. Quedarán las reuniones con conseguidores y los libros con facturas de hidrocarburos sin IVA y los viajes al Caribe y la enorme gama de horteras multinivel con sonrisas falsas de «networking» y ambiciones propias de un mediocre «corporate life» madrileño. Nunca tantos se vendieron por tan poco. No me digan que no da para que te escriban una tesis.