CiU busca llevar al extremo la ofensiva en el exterior para atraer a ERC

Las negociaciones entre CiU y ERC para sellar un pacto de legislatura marchan por buen camino, ya que los convergentes están ofreciendo muchas facilidades a los republicanos en las conversaciones que están manteniendo. Uno de los puntos centrales del acuerdo es la estrategia que hay que seguir desde Cataluña para consumar una consulta de autodeterminación en los próximos años. Ante la anunciada negativa del Gobierno para acordar con la Generalitat la celebración de un referéndum soberanista y ante la previsible impugnación de la Ley de Consultas que el Parlament tiene a medio tramitar, el frente nacionalista trabaja con la idea de internacionalizar el «conflicto catalán» para lograr el amparo de alguna instancia como el Tribunal Internacional de La Haya. Se trata de una vía que jamás ha explorado CiU y que evidencia la radicalización de la federación nacionalista comandada por Artur Mas.

La consulta no tiene fecha y éste es uno de los puntos de mayor discrepancia entre ambas partes. Mas es partidario de hacerla en 2014, aprovechando que es el tricentenario de la caída de Barcelona a manos de tropas borbónicas. 1714 es un año muy simbólico en el imaginario nacionalista y los convergentes quieren usar las principales instituciones catalanas –Ayuntamiento de Barcelona, Parlament y Generalitat– para realzar el tricentenario y caldear el ambiente.

La cuestión para Mas es en qué momento de 2014 y, más en concreto, si antes o después del referéndum escocés, previsto en otoño de ese mismo año, cuando se cumplirán 700 años de la Batalla de Bannockburn (una imporante victoria escocesa frente a Inglaterra). Una de las fechas posibles es la Diada de Cataluña (11 de septiembre), momento de gran fervor nacionalista. ERC, en cambio, es partidaria de celebrarla dentro de 10 meses, coincidiendo con la Diada y con el primer aniversario de la manifestación independentista en las calles de Barcelona.

En cualquier caso, la fecha no parece que pueda hacer peligrar el pacto de legislatura, puesto que para ERC es más importante la estrategia para su celebración. En este sentido, el Gobierno de CiU tiene previsto invocar la jurisprudencia del Tribunal Internacional de La Haya y, en concreto, el caso de Kosovo, como base de un referéndum catalán porque, a su juicio, es el primer documento que pone las bases del derecho a decidir a nivel internacional.

ERC, al igual que CiU tiene claro que primero hay que obtener la negativa del Gobierno para dar vuelo internacional a su soñado referéndum. «Si no agotas las instancias democráticas del Estado, cuando quieres internacionalizar el conflicto, la UE te dice que es un tema interno de los países. La intención es agotarlas para después hacer aflorar el conflicto», ha dicho en alguna ocasión la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira.

Los republicanos también tienen en mente el caso de Kosovo porque, a su entender, el Tribunal Internacional de La Haya deja claro que que el derecho a la autodeterminación está «por encima» de la propia legalidad constitucional española. De hecho, a su entender, incluso abre la puerta a que el Parlament pueda proclamar la independencia de forma unilateral.

Otra de las bazas que quieren jugar los republicanos es su buena relación con el Scottish National Party –el partido del primer ministro escocés, Alex Salmond–, con quien mantienen un vínculo dentro de la Alianza Libre Europea (ALE), una asociación de formaciones partidarias de la autodeterminación.

La radicalización

Los convergentes, en cualquier caso, no van a tener otro remedio que seguir radicalizando sus posturas si quieren mantener a ERC como un fiel aliado y no como un socio capaz de denunciar su temblor de piernas. Basta con ver el lenguaje que CiU está empleando para defender la inmersión lingüística en la escuela. Jamás la habían protegido con tanta vehemencia ni habían recurrido al fantasma del franquismo para salvaguardarla de ataques.