Entrevista

Consuelo Ordóñez: «Nunca ha habido voluntad política para ilegalizar a EH Bildu»

Advierte de que todo lo que hace la izquierda abertzale es «tacticismo» y que «el dilema no es o terrorismo o política sino de qué forma se reinsertan en la sociedad»

GRAF4716. VALENCIA, 18/10/2021.- La presidenta Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi (Covite), Consuelo Ordóñez, asegura que el "final negociado" de ETA supuso para las víctimas "pagar el precio de la impunidad". Destaca que el Ejecutivo de Mariano Rajoy pasó siete años "cumpliendo a rajatabla lo que Zapatero negoció con ETA" y que lo hizo "con mentiras" y "con la utilización de sus víctimas, las dóciles, las manipulables".
La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez Kai FörsterlingAgencia EFE

Su denuncia pública, desde Covite puso en el foco las listas del terror con la que EH Bildu cuela a 44 etarras -siete condenados por delitos de sangre- para ser electos en los comicios municipales del 28-M.

¿Cuánto tiempo les llevó contrastar los 44 etarras que figuraban en las listas? Fue un trabajo de casi dos semanas desde que se publicaron las listas electorales. Estuvimos revisando una por una, en cada municipio del País Vasco y de Navarra. Contrastamos la información de las condenas de cada uno de los 44 etarras con la hemeroteca de varios medios de comunicación y en algunos casos, también con las sentencias judiciales de las que disponíamos.

Los siete que tienen delitos de sangre dicen que no recogerán el acta. ¿Se lo cree?

Nunca solemos dar credibilidad a las palabras que vengan del entorno social y político de ETA. Lo tendrán que demostrar con hechos. Y por supuesto estaremos pendientes de que sus palabras se conviertan en hechos. Si no es así, lo denunciaremos. Pero creemos que se han visto tan acorralados que no les va a quedar otro remedio que renunciar a sus cargos públicos.

¿Por qué cree que dieron ese paso de decir que no tomarán posesión?

Les estaba pasando factura toda la presión mediática y social sobre esta decisión, absolutamente indigna y humillante para las víctimas, de colocar a asesinos en sus listas. Se han dado cuenta de que esto era demasiado obsceno, incluso para ellos, y han dado un paso atrás, pero no lo han hecho porque piensen que sea inmoral presentar a asesinos en sus listas, sino por pura conveniencia. Como siempre con la izquierda abertzale, todo lo que hacen está plagado de tacticismo y nunca lo hacen por una convicción ética. Ellos siguen justificando la trayectoria criminal de ETA, y si COVITE no hubiera denunciado la presencia de asesinos en sus listas, ahí hubieran seguido y por supuesto que hubieran recogido su acta electoral.

Los 37 que no renuncian, ¿están siendo blanqueados? ¿Por quiénes?

Nos parece inmoral que esas personas vayan a tomar posesión de su acta si la consiguen. Es cierto que los casos de los asesinos eran los más preocupantes y los más dolorosos para las víctimas, pero esos 37 candidatos también contribuyeron, con su pertenencia a ETA, a todos los crímenes que esta organización terrorista cometió. Quienes los blanquean son quienes dicen que el hecho de que estén en las instituciones es una victoria de la democracia, que deberíamos alegrarnos de que estén haciendo política en vez de matando. La disyuntiva entre terrorismo y política es una falacia. Primero, porque ¿quién no va a preferir que estén las instituciones antes que matando? Planteado así, probablemente nadie va a decir que prefiere que estén matando. Pero no se trata de eso. El dilema no es o terrorismo o política, sino de qué forma se reinsertan estas personas en la sociedad una vez han cumplido sus condenas. Desde luego, la peor manera de que lo hagan es orgullosos de su pasado criminal y premiados con puestos en listas electorales precisamente por no haber repudiado sus crímenes. ¿O acaso hemos visto una declaración pública de estos candidatos de EH Bildu condenando el terrorismo? ¿O hemos visto en las listas de EH Bildu a personas que hayan pertenecido a ETA, pero que hayan condenado la violencia terrorista, como Urrusolo Sistiaga, Carmen Guisasola o Ibón Etxezarreta? No debemos obviar que ETA y todos los que les apoyaron y acompañaron consideraban el terrorismo como otra forma más de hacer política. Es más, era un instrumento fundamental para lograr sus objetivos políticos. En los más de cuarenta años de trayectoria criminal de ETA, la organización terrorista casi siempre estuvo representada en las instituciones. El único tiempo en que no tuvieron esa representación fue durante los pocos años en que estuvieron ilegalizados.

Se hablaba de ilegalizar las listas o a Bildu. La Fiscalía dice que no hay motivos porque ETA ya no existe. ¿Se puede?

No voy a valorar las decisiones jurídicas que tome la Fiscalía.

¿Ve falta de voluntad política para llevar ese proceso? ¿Por qué?

UPyD propuso en 2012 en el Congreso de los Diputados ilegalizar a las marcas políticas de la izquierda abertzale y tanto el PP como el PSOE votaron en contra. Nunca ha habido voluntad política, desde que ETA dejó de matar, de ilegalizar a la izquierda abertzale. Eso no es algo nuevo. Y no hay esa voluntad porque la principal exigencia de ETA para abandonar el terrorismo, cuando tuvo lugar la negociación con Zapatero, fue precisamente que sus marcas políticas volvieran a ser legales. Se les hizo esa concesión y tanto el PP como el PSOE la asumieron y la ejecutaron con todas sus consecuencias. Hasta el propio Zapatero lo reconoció públicamente hace poco, cuando hasta ahora siempre había negado que se hubiera pagado algún precio por que ETA dejase de matar. Es evidente que sí se ha pagado ese precio y que quienes lo hemos pagado hemos sido las víctimas, con impunidad y teniendo que ver a personas en las instituciones públicas que justifican el asesinato de nuestros familiares.

¿A quién le conviene tener un partido como EH Bildu en las instituciones? ¿Entiende que defiendan casi todos su legalidad? A quien más le conviene estar en las instituciones es principalmente a EH Bildu. Están en las instituciones defendiendo el mismo proyecto político que cuando eran Herri Batasuna, Euskal Herritarrok o cualquiera que fuese su marca política en cada momento. Incluso están los mismos líderes. Otegi probablemente sea el líder político más longevo que hay en nuestro país. Lideraba la izquierda abertzale cuando mataba y ahí sigue ahora que ETA ya no mata, pero sin haber renunciado a los mismos objetivos políticos por los que ETA mataba. Nunca estuvo tan asfixiado, en todos los sentidos, el mundo de la izquierda abertzale que cuando estuvieron ilegalizados. No tenían dinero prácticamente ni para hacer pancartas. A ellos es a quienes más les urgía volver al ruedo institucional. Y entiendo que casi todo el mundo defienda su legalidad porque, en efecto, son legales. Así lo decretó el Tribunal Constitucional, aunque lo hiciera revirtiendo sentencias previas del Supremo, de la Audiencia Nacional e incluso del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero una cosa es que sean legales y otra cosa es que sean una fuerza política democrática, que claramente no lo es. Un partido político que construye gran parte de su identidad sobre un legado de crímenes, persecución, amenazas y extorsión a quienes no pensábamos como ellos, y que encima desprecia sin ningún tipo de pudor a sus víctimas, no puede ser considerado democrático.

"Nunca estuvo tan asfixiado, en todos los sentidos, el mundo de la izquierda abertzale que cuando estuvieron ilegalizados"

¿Qué le preocupa ahora a Covite?

Nos preocupan muchas cosas. Que las nuevas generaciones en el País Vasco y Navarra estén creciendo con una presencia asfixiante de ETA en las calles en forma de pintadas, pancartas o manifestaciones para exigir la excarcelación de los terroristas. Nos preocupa ver cómo algunas instituciones en el País Vasco, principalmente ayuntamientos, promueven un relato en el que se considera a los terroristas como “víctimas de vulneraciones de derechos humanos” simplemente por haber sido detenidos o juzgados y encarcelados para hacer justicia con sus crímenes, y que esa visión la trasladen a páginas webs institucionales. Nos preocupa ver que, si no fuera por la labor que hacemos desde asociaciones como COVITE, nadie conocería estos asuntos y nadie los denunciaría. Cada día estoy más convencida de que nuestra labor es imprescindible, porque si no, el grado de legitimación que tendría ETA en Euskadi y Navarra probablemente sería mucho mayor.

"Seguirán diciendo que, por denunciar todas sus tropelías, nos oponemos a la paz y a la convivencia"

¿Qué cree que será lo próximo?

Más de lo mismo. Seguirán provocando a las víctimas diciendo que los asesinos de nuestros familiares son “presos políticos”. Seguirán diciendo que, por denunciar todas sus tropelías, nos oponemos a la paz y a la convivencia. Que somos “ultraderecha” y que hacemos no sé qué campañas. No es nada nuevo, también nos decían, cuando ETA estaba activa, que nosotras, las víctimas, éramos los terroristas. Nos lo decían en las concentraciones pacíficas que hacíamos para protestar por el asesinato o el secuestro que hubiera habido ese día. Siempre teníamos en frente una contramanifestación con personas enfurecidas diciéndonos esas barbaridades. Creo que mucha gente no es consciente del enorme esfuerzo que hemos tenido que hacer las víctimas del terrorismo en el País Vasco para conquistar el espacio público que se nos negaba. Lo hemos hecho en medio de humillaciones y de condiciones de desprecio, pero lo hemos hecho porque lo necesitábamos para que la intolerancia no terminase por aplastar la libertad en cada centímetro de nuestra sociedad. Ahora que ya hemos conquistado ese espacio, tenemos la responsabilidad de pedir a la parte de la sociedad vasca que nos invisibilizó que haga el esfuerzo que le corresponde y que no está haciendo, que es el de mirarse en el espejo de la historia de ETA para preguntarse dónde estuvieron mientras perseguían, amenazaban y asesinaban a sus vecinos, compañeros de trabajo o incluso amigos. Si esa parte de la sociedad vasca cierra el libro de la historia de terror de ETA como si nada hubiera pasado, se estará cerrando su propio futuro como sociedad madura y democrática. No se trata de hacer un favor a las víctimas, sino de recuperar la dignidad y de reconstruir el tejido moral que quedó profundamente dañado después de décadas de terrorismo.