
Terrorismo
Cuando ETA se propuso acabar con la actividad de un partido político en el País Vasco: la UCD
Durante un año, asesinó a cinco de sus dirigentes de una manera sistemática y al más puro estilo mafioso

Quince años antes que ETA pusiera en marcha las conclusiones de la ponencia “Oldartzen”, con la que "socializaba el sufrimiento" (podían matar a quién les diera la gana) y asesinara a Gregorio Ordóñez en San Sebastián, se desarrolló en el País Vasco una siniestra estrategia destinada a reducir a la nada la actividad de un partido político: la Unión de Centro Democrático (UCD), el partido de Adolfo Suárez, un hecho del que se no se habla mucho.
ETA se propuso, y de alguna manera lo consiguió, acabar con las actividades del partido y lo hizo mediante el asesinato de seis de dirigentes en 1978 y, sobre todo, en 1980. Acciones criminales que complementaron con el secuestro en Madrid de Gabriel Cisneros (fallido, aunque le hirieron de gravedad) y Javier Rupérez. Todo al más puro estilo mafioso de imponer el chantaje y el terror.
La banda terrorista, en concreto su rama político militar, no escondía sus intenciones y, después de cada fechoría, decían con toda claridad que iban a por los de UCD y que no iban a parar.
Fueron asesinados Luis Candendo, José Larrañaga, Ramón Baglieto, José Ignacio Ustarán, Jaime Arrese y Juan de Dios Doval, estos cinco últimos en una terrible cadencia durante 1980.
Hoy se cumplen 45 años de uno de estos crímenes. El 29 de septiembre de 1980, la familia de Rosario Muela, la concejal de Unión de Centro Democrático (UCD) en el Ayuntamiento de Vitoria, y de José Ignacio Ustarán Ramírez, afiliado al mismo partido, preparaba el cumpleaños de una de sus hijas, Mariola, de siete años. La hija pequeña del matrimonio iba a celebrar al día siguiente una fiesta, por lo que no les extrañó que a las 21:00 horas un individuo llamara a la puerta de la vivienda indicando que traía un paquete. Pensaron que se trataba de algún regalo y abrieron la puerta al desconocido.
En aquel momento, cuatro individuos aparecieron en el portal armados con pistolas. Obligaron a José Ignacio a tumbarse en el suelo, mientras que a su esposa e hijos los condujeron a otra habitación de la casa, tras advertirles que no avisaran a la Policía hasta las doce de la noche.
Al cabo de diez minutos, la mujer salió de la habitación en la que había sido encerrada y comprobó que los terroristas se habían ido, llevándose a su marido, y que habían cortado el teléfono para que no pudieran efectuar una llamada de auxilio. .
A las 22:30 horas, el cadáver de José Ignacio Ustarán, de 51 años, fue encontrado en el asiento trasero de su coche, estacionado en el acceso a un garaje de la calle de San Prudencio. Unos vecinos que querían entrar al garaje se acercaron para mover el vehículo y descubrieron el cuerpo sin vida del militante de UCD. El cadáver presentaba dos disparos, uno en la espalda y otro en la cabeza. El vehículo había sido estacionado junto a la sede provincial de la UCD, de cuya ejecutiva formaba parte el asesinado, en un gesto simbólico que parecía una imitación de lo que habían hecho las Brigadas Rojas dejando el cuerpo sin vida de Aldo Moro en un punto equidistante entre la sede de su partido, la Democracia Cristiana, y la del Partido Comunista de Italia (PCI), en Roma.
ETA político-militar asumió la autoría de la muerte de José Ignacio Ustarán a través de un comunicado hecho público en diversos medios informativos de Bilbao. En él, la bandea terrorista señalaba que había asesinado a la víctima por ser miembro de UCD. Los pistoleros añadían que continuarían los atentados contra militantes y dirigentes de este partido, a quienes hacía responsables de la situación en el País Vasco.
Tras el asesinato, Rosario, que era natural de Sevilla, se trasladó a la capital andaluza con sus hijos para rehacer su vida (con información de Vidas Rotas).
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