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Filtraciones

Desconcierto en el PSOE con Ábalos: «No sabemos qué quiere»

El exministro se presenta como un «chivo expiatorio» y desde su entorno avanzan que «hay mucho»

José Luis Ábalos EUROPAPRESS

Hace tiempo que José Luis Ábalos se asimila a una bomba de relojería dentro del PSOE. «La clave es si está desactivada o a punto de explotar», comentaba semanas atrás un dirigente. A medida que se complica el horizonte judicial del que fuera la mano derecha de Pedro Sánchez en el PSOE y en el Gobierno la segunda opción va cobrando fuerza. Tanto Moncloa como Ferraz han tenido una estrategia discontinua con el otrora ministro de Transportes y secretario de Organización. Cuando se practicaron las primeras detenciones –entre ellas, la de su mano derecha, Koldo García– se cortó toda relación, se le echó del Grupo Parlamentario Socialista y se encargó una auditoría inculpatoria en su ministerio. Tiempo después, la actitud cambió y se encargó otro informe, esta vez, exculpatorio en lo relativo a los contratos señalados por Víctor de Aldama y se dejó en suspenso el expediente de expulsión del PSOE. A día de hoy todavía no se ha resuelto.

Ahora, la revelación de los mensajes intercambiados por Ábalos y Sánchez se ha recibido con cierto desconcierto en el partido. Así lo reconocen varias fuentes consultadas, que no aciertan a entender si la filtración proviene del exsecretario de Organización ni sus razones para hacerlo. Ante la perspectiva de que estuviera queriendo lanzar un mensaje, una advertencia para reclamar cierta receptividad o condescendencia por parte del partido o del Gobierno, las fuentes consultadas responden: «No sabemos qué quiere». Aseguran que no ha habido ningún tipo de contacto ni se les ha trasladado ninguna pretensión. No obstante, apuntan inmediatamente que, de haberlo hecho, «no podemos darle nada». Las fuentes consultadas tienen claro que Ábalos es un perfil tóxico, que ha hecho ya mucho daño al partido y que todavía tiene un alto potencial desestabilizador.

«Puede pasar cualquier cosa», tercia, misterioso, un alto cargo que, sin contacto directo con el exministro, sí revela que su círculo ha ido trasladando que «hay mucho» y que Ábalos «no se comerá esto solo». Desde el entorno más directo del exsecretario de Organización se le dibuja como un «chivo expiatorio» instrumentalizado provechosamente para desviar la atención de otros dirigentes que podrían tener también cuentas pendientes. Desde este ámbito se apunta directamente al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, al que el propio Ábalos señaló para que acudiera a declarar, por los contratos de las mascarillas, y también a dirigentes socialistas –entonces al frente de comunidades autónomas y ahora en otras responsabilidades– como la presidenta del Congreso, y entonces presidenta de Baleares, Francina Armengol; y el titular de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, entonces ministro de Canarias, que llegó a contratar con la trama de Aldama durante la pandemia.

En el partido preocupa que Ábalos actúe por elevación y acabe salpicando a otras instancias. Sin embargo, la imagen que se quiere trasladar oficialmente es de total tranquilidad. «No hemos dedicado ni un minuto, ni un comentario» durante la Ejecutiva, señaló ayer la portavoz socialista, Esther Peña, en una rueda de prensa en la que sí quiso dejar clara la «gravedad» de la filtración, sin que mediara, para ello, pregunta alguna de los periodistas. Sin embargo, los socialistas no quieren dar «más pábulo» a la cuestión y se abonan al argumento victimista habitual y al señalamiento a «la derecha».

Lamentan que este tipo de filtraciones que «atropellan el derecho a la privacidad de las comunicaciones» «nunca jamás se investiguen», pero fuentes oficiales confirman que Pedro Sánchez, como perjudicado, no tiene intención por el momento de interponer ninguna acción judicial. Esto, pese a que ministros como Luis Planas, haya apuntado directamente al contenido delictivo de los mensajes y Óscar López haya realizado una comparación interesada con el caso del fiscal general del Estado, en el que sí medió denuncia por parte de Alberto González Amador.

En el partido apuntan de manera interesada a «la derecha», en su estrategia de «el que pueda hacer que haga» y señalan a fuentes de la investigación como origen de la filtración, tratando de desviar públicamente el foco de Ábalos. «Si el camino de la derecha para sacar a los socialistas del Gobierno pasa por la filtración de mensajes personales, que pierdan toda esperanza», aseguró Peña, tirando de argumentario. Sin embargo, dentro del partido son conscientes de que tanto el contenido como la forma de la filtración obedecen a fuego amigo y les desconcierta no saber por dónde van los tiros.