Cuenca

Ediles desde 1979: De profesión: alcalde

Ricardo Díez Pascual, regidor del segoviano pueblo de Castillejo de Mesleón desde 1963, afronta con mucha tranquilidad la próxima cita electoral. Foto: Cipriano Pastrano
Ricardo Díez Pascual, regidor del segoviano pueblo de Castillejo de Mesleón desde 1963, afronta con mucha tranquilidad la próxima cita electoral. Foto: Cipriano Pastranolarazon

Llevan más de 40 años al frente de un consistorio y saben que revalidarán la mayoría absoluta, por eso no hacen campaña.

En plena vorágine de campaña electoral para los comicios locales, los candidatos hacen horas extra para conseguir el apoyo de los vecinos, sin embargo hay algunos alcaldes que saben que su victoria está asegurada, así ha sido durante los 40 años de democracia y ésta no será una excepción. Son los conocidos como los regidores del «club de oro», los cuales no se han despegado de su bastón de mando en cuatro décadas, algunos incluso heredaron el cargo de la dictadura. Han resistido todos los vendavales políticos, las polémicas de corrupción, la irrupción de las nuevas formaciones y han sabido manejar a su interés a los partidos nacionales, cambiándose, alguno de ellos, de «chaqueta» en función de sus necesidades, o mejor dicho, de las de su pueblo. Sobra decir que la media de edad de todos ellos –31 integran este selecto club–, ronda los ochenta años, pero se muestran incombustibles. Han ganado diez elecciones así que para ellos, la cita del próximo 26 de mayo no es más que un sencillo paseíllo. Un trámite más impuesto por la democracia con la que están dispuestos a desafiar cualquier estadística. Eso sí, ellos no hacen campaña.

¿Para qué gastar energía si saben cuál será el resultado? En Castillejo de Mesleón quedamos con Ricardo Díez, el regidor más antiguo de España. Un alcalde perenne que llegó al consistorio en 1963 y que, a punto de cumplir 90 años, nos confiesa que serán sus últimos comicios. La mesa de su despacho está repleta de documentos: las cuentas del Ayuntamiento, licencias, discursos escritos a mano por este veterano político... Lo muestra con orgullo, con la misma sensación de victoria con la que consiguió medio millón de euros para reformar el consistorio hace años. En este pueblo segoviano apenas viven 140 habitantes, la llegada de inmigrantes ha sido fundamental.

De hecho, mientras hablamos con él llegan un par de subsaharianos en busca de empadronamiento. Díez lo firma a la velocidad de la luz. «Aquí sólo hay 12 niños y todos son hijos de inmigrantes, así que le damos la bienvenida a todo aquel que quiera venirse a vivir al pueblo», nos dice. Pero, ¿cómo llegó el alcalde más senior del país a este cargo? «Yo nunca pensé que estaría en política, no me gustaba, yo lo que quería era trabajar de labrador con mi padre», reconoce. Sin embargo, casualidades de la vida, un tío suyo que era concejal y alcalde pidió una excedencia por enfermedad y le pasó el puesto a su sobrino. «Yo, inmediatamente, fui a ver al gobernador civil de entonces, Juan Murillo de Valdivia, para pedirle que hiciera alcalde a un amigo mío, Domingo Villa, porque yo no quería, pero con tan mala suerte de que mi amigo murió al poco tiempo, así que me quede yo en el cargo y aquí sigo. Hasta ahora», asegura con una sonrisa. Dice sentirse un privilegiado y aunque reconoce que ya se ve mayor, sigue teniendo fuerza para estar al frente del pueblo. «Esto ha cambiado muchísimo, fíjate lo primero que hice al llegar fue llevar agua a todas las casas. Antes solo había una fuente para todo el pueblo, así que tuve que hacer las canalizaciones y la distribución. Ojo que yo fui de los que me puse manos a la obra como uno más. Todos los vecinos trabajábamos como leones. Luego vino el pavimentado de las calles y así hasta dejar todo a punto», presume.

Palino Collado Ruiz, alcalde del municipio de El Recuenco (Cuenca), posa con su bastón de mando junto a sus vecinos Fran, Ángeles, Gema y Conchi

Lo cierto es que Castillejo de Mesleón está cuidado con detalle. Las fachadas, impolutas; las calles, impecables. «Ese ha sido siempre mi objetivo, hacer que el pueblo esté perfecto y la gente feliz», añade. A él le gusta recordar sus orígenes y es más, le cuesta menos hablar de aquellos años que de lo que hizo ante ayer. «Los políticos me dicen que diga todo lo bueno que hago ahora, pero yo también quiero que la gente sepa todo lo que hacíamos entonces», protesta.

Con 33 años se puso al frente del consistorio y durante tres legislaturas también ha sido diputado provincial, «algo que nos ha venido muy bien porque así hemos recibido más ayudas». Le suena el teléfono y cuelga rápidamente: «Todo el mundo me llama, no sé para que tengo el aparato este si no me apaño», reconoce apuntando a un teléfono móvil que le acaban de regalar. Su esposa y sus hijos (tiene tres) le solían decir que dejara la alcaldía, que le traía muchos quebraderos de cabeza, pero desde que superó una mala racha de salud «me dicen que no lo deje. No sé por qué han cambiado de opinión».

Es más, su hija pequeña, María de la Peña, le regaló la bandera de España que reposa en su despacho. «Yo quería que ella me cogiera el testigo, pero ninguno de mis hijos quiere, no les va esto de la política», comenta. Díez nos lleva a la ermita para enseñarnos lo bien que toca el órgano. Disfruta haciéndolo, ensaya todos los días. Aunque lo que más le llega al corazón es ver el nombre de la calle que lleva hacia la iglesia principal. Calle del alcalde Ricardo Díez. Se emociona igual que lo hizo en la ocasión en la que pensó en dejar la alcaldía. «No sé qué había pasado y por qué pensé en irme, pero recuerdo cómo me puse a llorar. Así que dije, no me voy, seguiré hasta que pueda». Nos habla maravillas de Adolfo Suárez, con quien tuvo la oportunidad de hablar en varias ocasiones. «Era gobernador de Segovia y teníamos un buen trato. Él era político de los buenos. Mira ahora, con tanto partido... este país es ingobernable. Nos iba mejor cuando sólo era el PP y el PSOE», reconoce. Una opinión que comparte con Paulino Collado, al frente de El Recuenco, un pueblo de 58 habitantes («10 en invierno», nos recuerda un vecino) de Guadalajara. «Digo yo que será más fácil hacer las cosas entre dos que entre una camarilla de políticos como los que hay ahora. A mí me parece que los líderes de ahora son un poco del género tonto, sinceramente. Además, viene el Vox y le quita votos al PP, qué vergüenza», nos dice a los pies del Consistorio. Collado llegó a la alcaldía a los 38 años, ahora está a punto de cumplir los 87 y dice que sean los años que sean, a él lo único que le interesa es «hacer el bien. Y si es hacerlo a una persona que no me cae bien lo gozo más». «No veo justo que un obrero tenga que vivir con 400 euros y un ministro con 10.000 euros, tendrá su carrera, pero no es justo», reivindica. Él ha sido «casi siempre» del PP, salvo «unos 20 años que me fui al PSOE».

Todo tiene su explicación. Según relata el regidor, «el ayuntamiento necesitaba una reforma y los socialistas me ofrecieron dinero para hacerlo, así que me fui con ellos». Así zanja la cuestión para a continuación presumir de su amistad con Camilo José Cela. «Era un gran tipo, aquí pasaba mucho tiempo, por eso le pusimos una calle. No hablábamos de política, preferíamos hacerlo de mujeres. Venía al pueblo con sus novias, era muy ligón y un gran tipo», dice.

Un par de vecinas pasan por su lado y le saludan con afecto, pero le animan a que deje el testigo a los más jóvenes. Él bromea apuntándoles con el bastón de mando. Es querido en El Recuenco y se nota, «pero ya son muchos años y mi marido va el segundo en la lista. Será el futuro alcalde», dice Conchi. Paulino lo ignora aunque ya tiene preparada «su sucesión». «Pero no te puedo contar nada que luego todo se sabe», dice.

Lo que está claro es que pocos le superarán en años al frente del consistorio, «y menos aún harán todo lo que he hecho yo por el pueblo, qué más se puede hacer», sentencia.