Debate Estado Nación
El presidente versus el ex tesorero
En Moncloa trabajan desde hace días en la intervención que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hará ante el Pleno del Congreso el próximo jueves 1 de agosto para hablar sobre el «caso Bárcenas». Hay un «núcleo» muy selecto que participa de estos trabajos y en el que el mando lo tiene la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. En realidad, son muy pocos los que están en el detalle del enfoque hacia el que se está dirigiendo el discurso con el que Rajoy afrontará un debate muy relevante. Pero es que además la decisión final sobre lo que va a decir y cómo lo va a decir la tomará personalmente el presidente del Gobierno. Por supuesto, no en lo que afecta al discurso político y económico, pero sí en lo que toca a qué va a explicar y cómo sobre el ex tesorero del PP.
Sus colaboradores le están preparando un guión que se ajusta a los ejes del mensaje que desde enero ha sostenido en relación a este asunto. Es decir, la negación de la financiación irregular del PP, la negación de prácticas irregulares en el reparto de sobresueldos en B dentro de la organización y un relato de cómo ha ido evolucionando este escándalo para explicar las decisiones que han ido adoptando y dar la razón de cada una de ellas. Hasta dónde va a llegar su cara a cara con Bárcenas depende exclusivamente de la decisión del jefe del Ejecutivo.
En el Gobierno están tranquilos en el plano judicial porque sostienen que ninguna de las acusaciones de Bárcenas podrá probarse ni tendrá consecuencias penales para el partido. Pero en el plano político la preocupación es palpable. Por eso en Moncloa creen que la intervención de Rajoy ante el Congreso tiene que tener como principal objetivo despejar las dudas de los ciudadanos e intentar recomponer el daño que este asunto está provocando en el crédito del presidente y en la imagen del partido. «La oposición va a ir a morder; da igual lo que les digamos o lo que tengan ellos en sus armarios. Por eso nuestra obligación es aprovechar el Parlamento para dirigirnos a los españoles, hablarles a ellos y convencerles a ellos», explica un ministro.
El principal problema de Rajoy es el mismo con el que está luchando desde hace semanas, desde poco antes de que el ex tesorero asumiese que iba a entrar en la cárcel y pusiese en marcha su estrategia del ventilador, en un último intento de presión judicial a su favor. De momento no le ha servido de nada, porque sigue en la cárcel y la Fiscalía ha pedido que se le mantenga allí. Pero en el Ejecutivo están convencidos de que desde la cárcel, y apoyándose en sus «nuevos aliados mediáticos», Bárcenas seguirá moviendo fichas para intentar desestabilizar al Gobierno en una semana tan delicada como ésta.
Rajoy es un buen parlamentario y ya lo ha demostrado en esta Legislatura y en los «combates» que mantuvo como líder de la oposición. Pero el debate del jueves es posiblemente el terreno más resbaladizo que ha tenido que pisar desde que asumió el liderazgo del PP. «Es muy difícil defenderse de quien no juega limpio», explican en el entorno del presidente. A esto se suma el hecho de que la gestión política de este caso le ha dejado al descubierto, sin escudos ni cortafuegos a su alcance. Está atrapado por sus palabras y por sus decisiones en un marco en el que todos los demás afectados por el «caso Bárcenas» se han puesto de perfil «y si han salido al ataque ha sido cuanto tenían que defenderse a sí mismos», se lamentan en Moncloa. No señalan a nadie, pero es evidente que miran a la dirección del PP.
De momento, Rajoy valora de qué manera expresar el jueves la «traición» de su confianza por parte de Bárcenas o la petición de disculpas por haber confiado en él. Rajoy decidirá, en cualquier caso, aunque en su entorno mayoritariamente crean que ha llegado el momento de andar ese camino.
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