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El Rey, a los empresarios: «Muchas gracias, os lo digo de corazón»

El Rey junto al ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos (2-i), y el presidente del Círculo de Empresarios Vascos, José María Bergareche (i), durante el acto de entrega del premio Reino de España a la trayectoria empresarial, que ha presidido hoy en el Palacio Real de El Pardo
El Rey junto al ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos (2-i), y el presidente del Círculo de Empresarios Vascos, José María Bergareche (i), durante el acto de entrega del premio Reino de España a la trayectoria empresarial, que ha presidido hoy en el Palacio Real de El Pardolarazon

Era el primer acto del Rey fuera del Palacio de La Zarzuela después de su decisión de dar el relevo al Príncipe de Asturias en la Jefatura del Estado. Una actividad cargada de simbolismo hacia un sector de la sociedad por el que el Monarca ha dado la cara en países de los cinco continentes, en pro de obtener la expansión de las empresas españolas y lograr su implantación fuera de las fronteras nacionales. En base a esta verdad incuestionable, el acto de entrega del premio Reino de España a la trayectoria empresarial se convirtió ayer en un emocionado homenaje al Rey Don Juan Carlos por parte de los líderes de las grandes compañías españolas. Los hombres de negocios querían expresar su gratitud a la persona que ha abierto las puertas a las empresas españolas en tantos países y que ha sido la tabla de salvación y la garantía de futuro para muchas de ellas.

A su llegada al patio de los Borbones del Palacio del Pardo, un largo y cálido aplauso de los hombres y mujeres del mundo de la empresa puestos en pie dieron la bienvenida al Monarca que, emocionado, dio las gracias por esa demostración de gratitud y afecto espontáneo al tiempo que hizo gestos para que se sentaran y se iniciara el acto.

«Gracias de corazón por vuestro reconocimiento», dijo Don Juan Carlos con una mano puesta sobre el pecho, «seguid adelante, siempre estaré a vuestro lado». Con su presencia en la entrega del premio Reino de España, organizado por el Círculo de Empresarios que preside Mónica de Oriol, el todavía Rey quiso dejar claro una vez más su apoyo a los empresarios. A ellos, sin embargo, también les recordó la necesidad de abordar el grave problema del desempleo, especialmente entre los jóvenes, con la colaboración y solidaridad de todos. «La falta de trabajo es, sin duda, una de las grandes preocupaciones de los españoles y uno de los principales retos a los que hace frente nuestro país desde hace años».

El Rey entregó este primer galardón a la trayectoria empresarial a Enrique Sendagorta Aramburu, elegido por un jurado por sus méritos al desarrollar un proyecto de empresa sostenible, innovadora y comprometida socialmente que puede servir de guía a otros empresarios. A él y a todos los demás, Don Juan Carlos transmitió su voluntad de que «el espíritu empresarial esté ligado siempre a su más alta función social». Al mismo tiempo recordó «el respeto y agradecimiento» que merecen los empresarios por el beneficio que pueden aportar a la sociedad y que se mide en riqueza, puestos de trabajo y bienestar para todos.

El ministro de Economía, Luis de Guindos y la presidenta del Círculo de Empresarios acompañaron al Rey en la mesa presidencial del acto que tuvo un aire claro de despedida. Al levantarse la sesión, de nuevo los aplausos y ovación al Monarca inundaron la estancia del Palacio del Pardo en la que sonó un espontáneo «¡Viva al Rey!» que fue inmediatamente correspondido por los vivas de todos los presentes.

Los ojos de muchos de los empresarios se empañaron por la emoción del momento y su voz se entrecortaba por la emoción al transmitir su afecto, agradecimiento y admiración por la persona que ha hecho de valedor de las empresas españolas y el mejor embajador de la expansión de la economía de España en el extranjero.

A la hora del vino español, los responsables de las grandes firmas empresariales hacían cola para saludar al Rey y para darle las gracias por todo lo que ha hecho por ellos. Algunos manifestaban su deseo de que el Rey no desaparezca del todo de escena, su confianza en que siga presente y que se mantenga activo en una tarea que ha ejercido con maestría. Sus deseos eran reflejo de sus sentimientos, de ese echar en falta a alguien cuyo apoyo ha sido tan importante, antes incluso de dejar para siempre el timón de la nave del Estado.