La crónica

Illa, la llave maestra de Sánchez

La principal urgencia del barón del PSC es la financiación de Cataluña. Su lema para recorrer España será el combate contra los privilegios de Madrid

 El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente de la Generalitat, Salvador Illa (d), a su llegada a las jornadas "World in Progress Barcelona"
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente de la Generalitat, Salvador Illa (d), en las jornadas "World in Progress Barcelona"Agencia EFE

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, es el mejor embajador de Pedro Sánchez –o al menos así lo creen en La Moncloa–, y en marcha han puesto ya al Gobierno catalán para exportar los beneficios de la «normalización institucional» y rentabilizarlos fuera de Cataluña. Illa es la llave maestra de Sánchez para mantener la ilusión en que, digan lo que digan las encuestas, en ningún caso está todo perdido. Su figura le es útil frente al independentismo y le va a ser útil también para azuzar el malestar contra el centralismo de Madrid.

No es nada fácil crear una agenda paralela con el presidente de la Generalitat que sirva para tapar las demandas del independentismo. Pero es una vía para explorar porque el PSC se mueve de sus posiciones con la misma justificación que dio el PSOE nacional, las obligaciones que se derivan de los resultados electorales.

La urgencia de Illa es meter en la agenda la financiación singular de Cataluña, con Fondo de Liquidez Autonómico y también convocatoria de oposiciones para fichar a nuevos empleados públicos que permitan avanzar en la creación de la Agencia Tributaria.

La Generalitat necesita dinero para tapar el agujero que ha recibido en herencia y la reforma de la financiación es la principal prioridad de Illa para consolidar la expectativa de que ha llegado al poder catalán para quedarse más de una legislatura.

En este plan de acción cobra sentido que los socialistas hayan colocado en el centro de su paquete de objetivos el nombre de Madrid. Envidia sana, y no tan sana en algunos casos, que enarbola la reclamación de que ahora vuelven a sentarse en la mesa común, de la que se levantaron los independentistas, para combatir «los privilegios» que, según el discurso que acuñan, recibe el feudo que preside la popular Isabel Díaz Ayuso.

«Cataluña quiere más, pero para reequilibrar los privilegios de Madrid»

Del España nos roba, al Madrid nos roba. Eso sí, desde otro ángulo distinto al que usa el independentismo para situar a Cataluña en relación con España, pero sin hacer oídos sordos a los catalanes que han votado por opciones independentistas.

El presidente Sánchez le dará juego a Illa a nivel territorial para que se encargue de predicar el mensaje de que su política ha servido para que hoy haya una Generalitat que recibe al Rey y que se marcha de ronda por España para generar sinergias y complicidades, sin renunciar a sus exigencias sobre financiación y a que se paguen las inversiones pendientes.

Al presidente del Gobierno le conviene responder a las necesidades de su barón catalán por el interés general de su partido y por interés personal, y el debate de la financiación habrá que observarlo teniendo en cuenta este condicionante, mucho más poderoso que los pactos que haya podido adquirir Moncloa con ERC o con Junts en la batalla por ver quién se cuelga la medalla más brillante en el trabajo de corregir las deudas de la Generalitat.

Por cierto, Moncloa sabe que no habrá Presupuestos. Y echa cálculos sobre la rentabilidad de mantener más negociaciones con el independentismo, y concretar nuevas cesiones, si no hay garantías de que pueden sacar unas nuevas cuentas. De momento, se impone la opción de ganar tiempo hasta ver si el adversario, el PP, comete algún error que corrija el horizonte que dibujan los sondeos.

«Illa es un buen seguro porque ni a la oposición le resulta fácil encontrar un discurso contra él»

En realidad, están disputado una partida en la que, por un lado, o por el otro, todos tienen algo que perder. Illa tiene «la ventaja de ese humanismo cristiano que templa su carácter» –dicen–, y que le facilita generar complicidades con todos los palos. Los socialistas catalanes son un escudo para Pedro Sánchez si quiere optar a unas nuevas elecciones generales, y por eso ha empezado a mover una peonza que espera que le ayude a corregir su imagen más radical y con menos crédito ante la opinión pública. Además, Illa también es un buen seguro de vida porque ni a la oposición le va a resultar fácil encontrar una vía de agua por la que atacarle.

Cataluña tiene un atraso heredado de estos años de «procés» en desarrollo económico y tecnológico, entre otros ámbitos, y si para el PP la Comunidad de Madrid es la joya de la corona, a enseñar como ejemplo de políticas populares, Pedro Sánchez pretende hacer lo mismo con Cataluña.

El discurso del «quiero más» frente al resto, en una clave estrictamente unilateralista, es impopular fuera de las barreras catalanas, pero el equipo de Illa lo barnizará con un cambio no menor: Cataluña quiere más, pero para reequilibrar los privilegios y la buena posición que tiene Madrid en el conjunto del territorio nacional. Viene una etapa en la que a Illa se le va a ver bastante por España, y elaborar el mensaje de negarle que la situación actual es mucho mejor que la que había antes de las últimas elecciones catalanas no será nada fácil para el PP si quiere avanzar por esa vía. Ya hay barones populares a los que se les ha escuchado decir que Illa hasta les cogía el teléfono de madrugada en pandemia y que con ellos no cuenten para «disparar» contra él.