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Ya no rugen los leones

Una iniciativa parlamentaria para combatir el genocidio que se comete en África contra los cristianos

España y sus representantes no pueden mirar hacia otro lado ante una de las mayores atrocidades que se perpetra en pleno siglo XXI

Imagen del Estado Islámico para ilustrar el asesinato de 45 cristianos en el Congo

Si algo se le puede exigir a nuestro Parlamento es que debata los asuntos de actualidad, todos, los que preocupan a los españoles, y no aquellos que les pueden dar mayor lucimiento personal a sus señorías. Malo es acogerse a las alquimias de “Merlín” Tezanos y lo mejor es trazar los derroteros políticos a seguir camino de la victoria final que no del abismo.

Que sus señorías, para escándalo de quienes les dan los sufragios, anden empeñados en el “y tú más” o en demostrar quien se preocupa más de lo que ocurre en Gaza y tratar de sacar los colores al contrario, no quita para que se puedan poner de acuerdo en un asunto, un auténtico genocidio, del que son víctimas los cristianos de África a cargo de los terroristas yihadistas.

Es sabido que estos sujetos no se andan con bromas y lo que quieren es que les dejen llevar a cabo, con los menores costes humanos y materiales, la limpieza étnica de otros seres humanos a los que quieren aniquilar, borrar del mapa. Todo esto sucede ante la indiferencia de organismos internacionales y la civilizada Europa.

El Parlamento español, ya que algunos de sus dirigentes gustan de encabezar iniciativas internacionales, tiene la ocasión de tomar la delantera y promover alguna propuesta que de seguro sería adoptada por otros países con el fin de ayudar a quienes son asesinados o desplazados de sus hogares.

No es un asunto sólo de religión, lo digo por ateos y agnósticos que crean que se deben desmarcar, sino ante todo de humanidad. Las cifras son ya aterradoras, las digan los yihadistas o los representantes de las víctimas.

No se puede permitir que unos sujetos que, para colmo, en plan blasfemo, dicen actuar en nombre de Alá, reúnan en un poblado congoleño a un grupo de niños y niñas y les den elegir entre morir bajo la espada o abrazar el Islam. Como los chavales optaron por seguir con su fe, fueron brutalmente asesinados delante de sus padres, que les siguieron en la masacre. ¿A qué les recuerda, señores parlamentarios?

¿Cuál podría ser la iniciativa? Cuando hay voluntad de vencer, se encuentra rápidamente el camino. Lo importante es que España, aunque algunos les fastidie que se recuerden estas cosas, que llevó su cultura a dónde nadie había llegado y dejó un legado que aún persiste, encabece ahora una iniciativa tan humanitaria como necesaria. Para los temerosos, si es que los hay, esto no nos convertiría en un objetivo preferente de los terroristas yihadistas, porque ya lo somos. Todo lo contrario, nos daría un aura de autoridad moral que nunca sobra.

Ya hay países que, desde el plano militar y en secreto, trabajan para combatir esta delincuencia. Es de aplaudir y España se podría sumar a ese esfuerzo. Pero hay otro tipo de iniciativas para ayudar a esos miles de personas sometidas a un vil genocidio, porque, les recuerdo, se les asesina por profesar una religión, no por otras razones.

No se equivoque nadie que no se propugna una nueva Cruzada, sino una gran acción humanitaria porque, aunque tengan la piel de otro color, probablemente sean más humanos que nosotros, dado el esfuerzo que les cuesta defender esta condición.

Por cierto, que al hilo de las Cruzadas me contó un periodista navarro, de Artajona, viejo amigo, que en su pueblo se venera la Virgen de Jerusalén, patrona de la localidad. Que ¿cómo llegó hasta allí? Godofredo de Bouillon, que se hallaba en Jerusalén en 1099, quiso recompensar el valor demostrado por el capitán artajonés Saturnino Lasterra. No quiso bienes materiales, sino que pidió la imagen que Godofredo llevaba en el arzón de su caballo. El Rey cumplió su palabra y donó a Lasterra la imagen hecha por Nicodemus y pintada por San Lucas. Junto con la imagen trajo tierra del Santo Sepulcro y el «Lignum Crucis» que se venera en la Parroquia. Bonita historia para animar este ilustrar este artículo de hasta dónde hemos ido los españoles y lo que smos capaces de hacer cuando nos lo proponemos.

Volvamos a lo nuestro. Si se sigue mirando para otro lado, habrá que convenir que también en este asunto, los leones de las Cortes ya no rugen, parlamentariamente hablando...aunque siempre, como en la película, nos quedará el Senado.