El personaje

Ione Belarra: una conflictiva agitadora

Aprovecha todavía su cargo como ministra, que pese a todo no piensa dejar, para manipular la agenda internacional en el conflicto de Oriente Medio.

Ilustración Belarra
Ilustración BelarraPlatónLa Razón

Utiliza la guerra entre Israel y Hamas para buscar protagonismo ante un partido decadente. La ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha provocado un gran conflicto diplomático, ejerce de «verso suelto» dentro del Gobierno, disfraza su debilidad para repetir en la coalición social-comunista, desdeña a su eterna rival Yolanda Díaz, exige a Pedro Sánchez denunciar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante el Tribunal Penal Internacional y reclama codirigir la política exterior para apoyar la investidura del candidato socialista.

La podemita está metida en una cascada de burradas dialécticas en su papel de agitadora conflictiva. El Partido Popular invoca su cese inmediato, mientras Sánchez mira para otro lado. Produce vergüenza ajena que el presidente del Gobierno en funciones tolere estos ataques de Belarra, quien mantiene su poltrona en el Consejo de Ministros y un pugilato con la lideresa de Sumar sobre la invasión de Ucrania, la posición de España en el Sáhara y el drama entre Israel y Palestina. Aprovecha todavía su cargo como ministra, que pese a todo no piensa dejar, para manipular la agenda internacional en el conflicto de Oriente Medio.

Olvida la ministra en funciones que el Gobierno es un órgano colegiado, por lo que todos sus miembros responden al unísono de las decisiones adoptadas. Pero como una radical abanderada de Palestina, a dónde por cierto no viajará para estar con los oprimidos, vocifera desde su despacho y acude a agitar la calle en coche oficial. Una deleznable actitud de la extrema izquierda con doble vara de medir. Ione Belarra agrava cada día las relaciones diplomáticas de España y exige un embargo de armas por parte de la Unión Europea ante lo que considera un genocidio. Naturalmente no condena los brutales crímenes de Hamas, a quien tampoco define como organización terrorista. En cualquier país democrático sería impensable su permanencia en el Gobierno y su salida fulminante. Con el objetivo de recuperar el espacio de la izquierda radical desde su batacazo en las elecciones autonómicas del 28-M, las dos «zarinas» rojas, Ione Belarra y Yolanda Díaz, mantienen un enfrentamiento para ver quién de las dos va más allá. Por supuesto ninguna de ellas dejará su sillón y prebendas en el Gobierno, y tampoco viajarán a la franja de Gaza para apoyar a sus amigos palestinos, ni denunciaran el terrorismo de Hamas. Produce sonrojo que el presidente en funciones tolere estas actitudes de sus ministras para salvaguardar su investidura. Y mucho menos en un momento en que, además, España ejerce la presidencia de la unión Europea.

Ione Belarra se enfrentó a una querella tras haber acusado de prevaricación al Tribunal Supremo por retirar el acta al diputado canario Alberto Rodríguez y es «el brazo armado» del verdadero jefe de Podemos, ahora en la sombra, Pablo Iglesias. «Belarra sigue la estrategia que Iglesias le marca», aseguran varios ministros. El líder morado pensó que podría manejar a Yolanda Díaz desde fuera y no ha sido así. Por ello, Belarra es su embajadora dentro del Ejecutivo. Ha pasado de activista callejera a ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 en el Gobierno de España. Secretaria general de Podemos, reivindica el amor como motor de la actividad pública.

Experta en contraprogramar algunas Leyes como la de Vivienda, adjudicándose el éxito de la misma, se marcó un incendiario tuit tras la retirada del escaño a Alberto Rodríguez, contra la entonces presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y la Sala del Tribunal Supremo presidida por el magistrado Manuel Marchena, que generó un grave enfrentamiento entre los poderes del Estado. El PP y Vox llevaron al Congreso su reprobación como ministra, algo que le trae al fresco dada la necesidad de Pedro Sánchez de contar con los escaños podemitas, intocables para la investidura.

Su elección por Pablo Iglesias como nueva lideresa morada fue muy polémica, con acusaciones de pucherazo en las votaciones y falsear las cuentas del partido. Pero todo quedó bien atado, aunque sus relaciones con la otra musa roja, la ahora líder de Sumar, Yolanda Diaz, nunca han sido buenas. «Cuando dos mujeres quieren mandar, lío seguro», advierten en el partido.

Ione Belarra Urteaga nació en Pamplona, vino a Madrid para estudiar Psicología y participar en foros migratorios, contra los desahucios y movimientos de izquierdas próximos al 15-M. Entonces conoció a los activistas del núcleo fundacional de Podemos y de inmediato sintonizó con el tándem Iglesias-Montero que la auparon al estrellato.

Bajo apariencia un tanto tímida esconde una personalidad de hierro, una mirada vitriólica al más puro estilo comunista que proclama el amor como motor de la política con Ignacio Eduardo Ramos, su pareja y padre de sus dos hijos. Desde su llegada al gobierno por el dedo de Iglesias, la ministra comunista se ha metido en varios bretes con su defensa del Frente Polisario en el conflicto con Marruecos, la Ley Trans, su petición de que no se detenga al fugitivo Carles Puigdemont si vuelve a España y la Reforma Laboral. Fanática del patinaje de velocidad, que practicaba en el club Txantrea de Pamplona, sus «patinazos» son sonoros.