Caso Pujol

Jordi Pujol, ante el ocaso de Mas: «No era esto, no era esto»

Las críticas en privado al actual líder de CDC son enormes: «A cada cual le llega lo suyo».

Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, en una imagen de archivo
Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, en una imagen de archivolarazon

Muy activo intelectualmente, sin parar de leer, escribir y recibir gente de diversos sectores. Así es la nueva vida de Jordi Pujol i Soley, según personas que le han visitado recientemente. Treinta y cinco años después de ser investido como presidente de La Generalitat de Cataluña, el patriarca del clan trabaja en un nuevo despacho ubicado en el Ensanche izquierdo de Barcelona, cerca de la que fue su casa de la infancia. Sin pagar un duro de alquiler, pues ha sido cedido por unos íntimos amigos de la familia. «No podíamos permitir que el ex presidente trabajara en una portería», afirman en el entorno pujolista al recordar los meses que pasó en la vivienda de los porteros de su domicilio en la Ronda del General Mitre, tras desa-lojar el inmueble que le mantenía el Gobierno catalán una vez estalló el escándalo de las cuentas ocultas en Andorra. «Se han portado fatal con él», añaden en su círculo próximo, muy críticos hacia Artur Mas y la actual cúpula de Convergència.

Vecinos de la zona aseguran que Pujol hace ya una vida «más social».

Tras su comparecencia en el Parlamento de Cataluña, que le llevó a un silencio y reclusión absolutos, se deja ver por los locales cercanos al despacho, un piso nada lujoso próximo a las calles Córcega y Montaner donde pasó su infancia. Según estas fuentes, ha vuelto a los locales de siempre, compra periódicos y libros, acude al peluquero y hasta adquiere algunos dulces en una conocida pastelería. Muchas veces le acompaña su esposa, Marta Ferrusola, y ambos son saludados por la calle. «Aquí se les aprecia», dicen algunos comerciantes sin desvelar el contenido de sus conversaciones. No obstante, reconocen que Pujol sigue muy afectado por los acontecimientos de su partido y que Ferrusola está indignada. «Él es más discreto, pero ella no se corta un pelo», añaden.

Sobre los últimos episodios de corrupción que acorralan a Artur Mas, este grupo de personas se lo han escuchado decir a Ferrusola y a otros miembros del clan: «A cada cual le llega lo suyo». Una frase lapidaria que encierra el enojo y a decepción de la familia Pujol ante lo que consideran «una tibieza» de Mas y la dirección convergente. Piensan que las comparecencias parlamentarias del ex presidente, su mujer y sus hijos fueron una humillación. «Desagradecidos con el pasado y cobardes en el presente», enfatizan. Aunque en público no lo digan, las críticas en privado hacia Mas son enormes y le denominan como «el niño de Prenafeta». En alusión a los años en que Mas trabajó con el entonces hombre fuerte de La Generalitat y mano derecha de Pujol, Lluis Prenafeta, salpicado por la corrupción. Y lo que no perdonan, según el entorno pujolista, es la nula defensa de quien fue su gran protector, amigo y estrecho colaborador, el delfín político Oriol Pujol.

En esta nueva etapa de su vida, al ex presidente le asiste una antigua secretaria en media jornada. Al parecer, recopila muchos documentos previos a unas futuras memorias que ya le ha propuesto una editorial. Lee sin descanso y recibe muchas visitas. Una de ellas ha sido la del actual responsable de Universidades en la Generalitat y cabeza del sector independentista escindido de Unió, Antoni Castellá. «Me preguntó mucho por temas de cultura e investigación», dice Castellá. Otras personas de la sociedad catalana que la han visto coinciden en que habla poco de política nacional y mucho de internacional. «Le preocupa la economía, la situación de Grecia y la política europea». Sin embargo, admiten que es muy crítico hacia la deriva de Artur Mas, su entrega a ERC y otras organizaciones del bloque soberanista. «Pujol jamás habría diluido su partido, escondiendo su liderazgo en una lista que encabeza un comunista», aseguran estas fuentes.

El ex presidente tiene pocos amigos, pero los que tiene «los tiene de verdad», dice uno de ellos. En su opinión, Mas se ha cargado Convergència y toda su influencia bajo las faldas de «Juntos por el sí». Las cesiones a Esquerra Republicana, a organizaciones de la calle como la ANC y Ómnium Cultural, y sobre todo el liderazgo de Raül Romeva, lo consideran «un salto al vacío». Opinan que Mas tampoco ha sabido defenderse ante los casos de corrupción. «Le falta coraje y ha olvidado todo un legado, pues no todo se hizo mal en el pasado», añaden. En este tiempo, Pujol ha recibido muy pocas llamadas de dirigentes políticos, y entre ellas una sí le hizo especialmente feliz: la de el ex presidente del Gobierno Felipe González, que no dudó en destacar públicamente la presunción de inocencia y gestión de Jordi Pujol, con quien mantuvo una estrecha relación política y personal durante muchos años.

Todos cuantos frecuentan ahora al matrimonio Pujol aseguran que el clan sigue muy unido, a pesar del calvario judicial: «Como una piña». La poderosa e influyente «Dona» ha vuelto a su peluquería, al mercado del Ninot y a las tiendas de siempre. Habla con la gente y explica que el ex presidente está mucho mejor de salud que hace unos meses. Al parecer, tiene ya controlada la tensión y ha superado una molesta dolencia en el oído. Aunque suelen almorzar en casa, algunas veces acuden a un restaurante de la zona donde son muy conocidos. El último día lo hicieron en compañía de algunos de sus nietos y tomaron un menú sencillo: macarrones, tortilla a las finas hierbas y algo de fruta, regado con agua y coca-cola. «Él siempre ha sido muy sencillo, otra cosa son los hijos...», dicen en el establecimiento.

Mientras, el heredero político de quien fuera el hombre con mayor poder en Cataluña sigue su desafío en medio de constantes fricciones en la lista separatista. La última a propósito del debate televisivo del próximo miércoles en TVE y donde no acudirá ninguno de sus candidatos. Las desavenencias entre Artur Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva fueron tales que, al final, nadie de Juntos por el sí se sentará en el plató. En Convergencia están muy molestos con el afán de protagonismo de Romeva, mientras Junqueras se siente ninguneado. «El cisma es total», admiten en el partido, aunque de cara a la galería se pretenda dar imagen de unidad. Las últimas declaraciones de Artur Mas, asegurando que será presidente y no abandonará aunque tenga que gobernar en minoría han disgustado profundamente a Oriol Junqueras.

Por ello, el líder de ERC ha hecho oídos sordos a la propuesta de Mas de ampliar su acuerdo del 27-S a las elecciones generales. «Eso ya se verá el día 28», se limitan a decir los republicanos aplazando cualquier decisión al resultado de septiembre. El frente independentista sigue su hoja de ruta, aunque en la presentación del manifiesto el pasado viernes no estuvieron ni Mas, ni Junqueras, ni Romeva, delegando en el convergente Josep Rull, la republicana Marta Rovira y el magistrado Varles Vives Pi-Sunyer, que trabaja en una ley de transitoriedad nacional, un nuevo disparate. Y en el círculo intimo de Jordi Pujol, rodeado de libros y periódicos extranjeros que lee con fluidez de idiomas, aseguran que se le escuchan susurrar: «No era esto, no era esto».