El personaje
José Luis Ábalos: acorralado por la Justicia
Su cese nunca fue explicado y circularon todo tipo de rumores sobre la gestión y vida personal de Ábalos
El cerco judicial contra el ex ministro de Transportes y hombre fuerte del PSOE, José Luis Ábalos, se estrecha cada día más. En un escrito demoledor, la Fiscalía Anticorrupción considera que Ábalos tenía un papel clave en el «caso Koldo» y ve «difícil de entender» la operativa de todo este entramado sin su participación. En el informe remitido al juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, la Fiscalía arremete duramente contra Ábalos y apunta que ejercía un papel destacado en la trama corrupta creada por el empresario Víctor de Aldama, incluido el fraude de hidrocarburos que le mantiene actualmente en prisión.
El texto especifica que todas las acciones realizadas por el asesor del ministro Koldo García tenían el aval de Ábalos, entre ellas las de comunicarse con Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, presidentes de Baleares y Canarias durante la pandemia, para la adquisición de mascarillas. El informe abre la posibilidad de su vinculación con el entramado de los hidrocarburos ante «una relación causa-efecto entre la consecución del título de la operadora para Villafuel y el pago de un chalet en Cádiz». La tesis de Anticorrupción supone un tremendo varapalo para José Luis Ábalos, solicita sea investigado por el Tribunal Supremo dada su condición de aforado y le coloca ya al borde de la imputación.
La situación de quien fuera el auténtico «brazo armado» de Pedro Sánchez, su hombre de absoluta confianza, el secretario de Organización del PSOE y el ministro con mayor poder se complica por momentos, en medio de una absoluta soledad. A las palabras del jefe del Ejecutivo que le calificó como «esa persona» y advirtió de que «quién la hace la paga», se han sumado las del expresidente valenciano Ximo Puig para quien Ábalos «le ha decepcionado profundamente». La consigna lanzada desde La Moncloa y Ferraz es que los socialistas actúan rápido y contundentemente frente a cualquier sospecha de corrupción, como demuestra la expulsión de Ábalos del partido y su pase al Grupo Mixto del Congreso. Ningún ministro o dirigente del PSOE ha salido en su defensa y deslizan un mensaje de tranquilidad por lo que pueda decir o «tirar de la manta». En medio del escándalo, Ábalos ha solicitado al juez que se le devuelvan unos «pendrives» y grabaciones que la Policía encontró durante su registro en el domicilio de Koldo y que, en su opinión, contienen asuntos de carácter privado y personal.
«Van a por mí y tengo que defenderme», comenta el ex ministro a los periodistas en los pasillos del Congreso, dónde ningún compañero le saluda. Visiblemente afectado, considera el informe sobre su gestión «un tribunal de honor» que lesiona sus derechos. Ábalos afirma ser víctima de una caza de brujas y asegura que romperá la disciplina de voto con los socialistas desde su escaño en el Grupo Mixto. De momento, y ante la gravedad del informe de Anticorrupción, aguarda la imputación para iniciar su defensa. Lo cierto es que tras las gélidas palabras de su antiguo amigo y confidente, Pedro Sánchez, ningún ministro ni dirigente del PSOE le ha mostrado el más mínimo apoyo. Ábalos se siente directamente traicionado por Sánchez, de quien fue auténtica mano derecha desde que montado en su vehículo Peugeot recorrió toda España hasta alcanzar la Secretaría General del partido.
Si hay alguien que trabajó con Sánchez, movilizó a la militancia y fue portavoz de la moción de censura contra Mariano Rajoy, ese es José Luis Ábalos. «Tiene mucha información y no se comerá solito este marrón», opinan algunos dirigentes socialistas. De momento el exministro intensifica el pulso, denuncia irregularidades en la auditoría de Óscar Puente, advierte de que no olvidará este acoso y da por zanjada su lealtad. Las adjudicaciones arbitrarias, el cobro de comisiones millonarias por parte de su estrecho colaborador Koldo García, el episodio del «Delcygate» con las maletas en Barajas y su relación con el entramado de Víctor de Aldama, sitúan al político valenciano frente a una madeja de corrupción envenenada. Muchos de sus antiguos compañeros que le temían y obedecían miran ahora para otro lado. En el PP aún recuerdan su dura intervención para echar a Mariano Rajoy por la trama «Gürtel» en la moción de censura que llevó a Sánchez a La Moncloa, convencidos de que Ábalos estaba al corriente de la trama corrupta y ligan a ello su salida del Gobierno y de la cúpula del PSOE.
Aquel cese nunca fue explicado y circularon todo tipo de rumores sobre la gestión y vida personal de Ábalos. Lo cierto es que Pedro Sánchez fulminó a su más fiel colaborador. Nunca un dirigente de Ferraz, a excepción de Alfonso Guerra, acumuló tantas cotas de mando e influencia, hasta el punto de que le llamaban el «fontanero» mayor del presidente. Por sorpresa Sánchez le destituyó de todos sus cargos, aunque le mantuvo como diputado por Valencia y presidente de la Comisión de Interior hasta ser desterrado al Grupo Mixto. Pieza esencial en el socialismo valenciano y nacional, orador caústico, diseñó la campaña para llevar al poder a Pedro Sánchez y ambos forjaron un tándem indestructible. Vehemente, buen fajador, lideró una de las familias más importante del PSPV, dónde siempre tuvo cotas de poder. Pero su gran apuesta fue la resurrección de Sánchez al ser decapitado por el Comité Federal. Ábalos era su sombra, movilizó a la militancia que le aupó a la Secretaría General, fue escudo frente a los ataques de la oposición y defensor de la moción de censura que expulsó a Mariano Rajoy. Su amistad era tan estrecha cuando Sánchez visitaba Valencia dormía en casa del exministro de Transportes.
Nacido en Torrent, Valencia, formado en su juventud en el Partido Comunista, hijo del torero Heliodoro Ábalos «Carbonerito», el antiguo todopoderoso ministro, campechano, mujeriego, padre de cinco hijos con tres esposas distintas, afronta una presunta vinculación con un escándalo de magnitud impredecible. Está por ver cómo aguanta.
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