El personaje

José Manuel Albares, al frente de "la operación rescate"

Encarna en momentos convulsos el perfil que le gusta a Sánchez, discreto y obediente. En Moncloa aseguran que es muy cercano y de confianza absoluta del presidente

Ilustración José Manuel Albares
Ilustración José Manuel AlbaresPlatónLa Razón

Está en el filo de la navaja del mayor conflicto bélico que se recuerda en Oriente Próximo. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, lleva noches de insomnio desde que estalló la descarnada masacre entre Israel y Hizbulá que tiene a la diplomacia mundial en vilo. El pasado martes, en coordinación con las Embajadas afectadas, en especial la legación diplomática española en Beirut, el ministro puso en marcha la llamada «operación rescate» para evacuar a los españoles y otros residentes en El Líbano. En un primer momento han llegado a la base Aérea de Torrejón 244 personas a bordo de un avión del Ejército del Aire, pero Albares anunció que la lista total de quienes manifestaron su deseo de salir de territorio libanés ante la escalada bélica que se recrudece cada día más entre Israel e Irán asciende a algo más de 500, dentro del millar que conforman la colonia española en El Líbano, entre ellos personal de nuestra Embajada en Beirut. Por ello, el titular de Exteriores no descarta el envío de otro avión para recoger a familiares libaneses y ciudadanos de distintas nacionalidades como americanos, franceses, italianos y británicos. «Todos los españoles que nos constaban en el Registro de Matrícula Consular y en nuestras bases de datos han sido contactados con éxito», aseguró el ministro de Asuntos Exteriores.

Albares hizo un llamamiento a cualquier español que se encuentre en El Líbano, y que por algún motivo no figure inscrito en el Consulado, se ponga en contacto de inmediato con las redes sociales de la Embajada o el ministerio de Exteriores. Con experiencia a sus espaldas sobre otros conflictos bélicos como Afganistán, Sudán, Níger o Gaza, recordó que su prioridad es la correcta evacuación de quienes así lo deseen, y la máxima protección de los españoles que decidan continuar en El Líbano.

Además de esta primera «operación rescate», el Gobierno tiene pendiente la situación de los 670 militares que forman parte de la misión de la ONU en este país, la cual manda España, pero cuya decisión final de evacuar a los 10.000 cascos azules de cincuenta países corresponde a Naciones Unidas. Desde Exteriores se está trabajando en toda una ofensiva diplomática al respecto por si fuera necesaria otra gran operación de repliegue con efectivos por mar y aire. El brutal ataque entre Israel e Irán con el cruce de misiles sobre países limítrofes como Siria y Jordania hace temer el cierre del espacio aéreo libanés. Pese al riesgo latente, el gobierno ha decidido mantener el viaje en solitario del Rey Felipe VI a Jordania este fin de semana, dónde estará acompañado por el propio ministro de Asuntos Exteriores.

Desde su llegada al Palacio de Santa Cruz, sede de la diplomacia española, José Manuel Albares ha vivido numerosos polvorines. El enfrentamiento con Israel por el reconocimiento del Estado Palestino, o la crisis con Argentina a raíz de las declaraciones del presidente Javier Milei sobre la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez. La profunda crisis en Venezuela con la llegada a España del opositor Edmundo González y su pedida de asilo político, por lo que hubo de comparecer en el Congreso. Y el último dislate con el Gobierno de México instando a España a pedir perdón por la conquista. En todos estos conflictos, Albares ha recibido varias críticas de sectores diplomáticos por ejercer, según antiguos ministros del ramo «una diplomacia algo disparatada, sectaria, al servicio del poder político y los intereses personales de Sánchez».

Tras las declaraciones del presidente argentino, Javier Milei, sobre la esposa de Pedro Sánchez, Albares se lanzó a defender con fervor a Begoña Gómez como si fuera una asunto de Estado. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, le recordó en el Congreso que resulta incomprensible que el tema haya puesto en peligro las relaciones bilaterales, pero no los insultos del presidente de México, Manuel López Obrador, contra el Rey de España, los ataques de dictadores iberoamericanos como el venezolano Maduro a nuestra historia y presencia en América, o la reclamación marroquí de Ceuta y Melilla. Muchos diplomáticos, incluso socialistas, opinan que José Manuel Albares, obediente a las órdenes del jefe Sánchez, distorsiona la tradicional prudencia de la carrera diplomática y le acusan de utilizarla como instrumento electoral.

Albares encarna en momentos convulsos el perfil que le gusta a Pedro Sánchez, discreto y obediente. En Moncloa aseguran que es un ministro muy cercano y de confianza absoluta del presidente. Su rostro saltó a la luz pública en la famosa foto a bordo del Falcon junto a un Pedro Sánchez en «plan kennediano» con amplias gafas oscuras, en una imagen muy a la americana que le dio a conocer. Sin embargo este diplomático de carrera, nacido en el madrileño barrio de Usera, conocía ya a Pedro Sánchez por su militancia desde hace veinte años en el Partido Socialista de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, diplomado en Ciencias Empresariales, estudió en Boston y Tánger, fue Cónsul en Bogotá y consejero de la Representación Permanente de España ante la OCDE.

Asesor en relaciones internacionales de Pedro Sánchez en su primera etapa como líder del PSOE, al llegar a La Moncloa tras la moción de censura contra Mariano Rajoy le nombró secretario general de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G20 y Seguridad Global, con rango de subsecretario. En febrero de 2020, Sánchez le nombró Embajador en París y ante el Principado de Mónaco. El 10 de julio de 2021, tras la remodelación del gobierno, sustituyó a González Laya en Exteriores. Divorciado, padre de cuatro hijos y leal asesor de Sánchez, afronta ahora la más grave guerra en Oriente Próximo de nuestra historia, en un momento de cruenta convulsión bélica y de impredecibles consecuencias.