Política

País Vasco

La excusa de Gamonal: «Hemos metido miedo a los de arriba»

La Policía ha comprobado que los terroristas anarquistas procedían de los movimientos antisociales

La excusa de Gamonal: «Hemos metido miedo a los de arriba»
La excusa de Gamonal: «Hemos metido miedo a los de arriba»larazon

La permisividad que durante semanas se tuvo con el movimiento 15-M, al no disolver las concentraciones ilegales con carácter inmediato, ha tenido, como consecuencia, que los movimientos antisociales, algunos de ellos extremadamente violentos, pudieran aprovechar el tiempo para tejer una red, en teoría «invisible». Ello les permite, gracias a las redes sociales, comunicarse en cuestión de segundos estrategias, lemas de las protestas, acciones a realizar, etcétera. «Esto hay que calentarlo», suele ser uno de las consignas que se transmiten. Fue el auténtico «disparadero porque se sentaron las bases para lo que está ocurriendo», según expertos de las Fuerzas de Seguridad, consultados por LA RAZÓN. Se han detectado desde entonces reuniones entre estos individuos en distintos puntos de España para planificar labores de coordinación, pero no se puede intervenir porque, en principio, no realizan nada delictivo que se les pueda demostrar. Asimismo, en el caso de Gamonal, y dada la proximidad con el País Vasco, existen elementos que mantienen contactos con otros de similar ideología de esta comunidad autónoma y que tienen experiencia en el terrorismo callejero conocido como «kale borroka».

Según las citadas fuentes, lo fácil, y lo «tranquilizador» para algunos políticos, es creer que estamos ante meros fenómenos de mimetismo, agravados por el malestar social, consecuencia de las crisis económica. No es así: existe una red perfectamente organizada, a la que, obviamente, sus responsables no van a poner nombre, en la que están los que se ocupan de dirigir las protestas y altercados. «Aunque estas plataformas no tienen un modelo fijo de actuación, sus acciones no son improvisadas y responden a unas pautas predeterminadas de coordinación y organización. A pesar de no tener una jerarquía y organización formal, existe una estructura horizontal de control y distribución de actividades. Los líderes son una referencia ideológica para el resto del grupo, existiendo en algunos casos la figura del líder circunstancial o temporal», subrayan los mismos medios. La mayoría de las organizaciones y grupos encuadrados en la extrema izquierda, comparten ideologías anticapitalistas, ecologistas, antiglobalización, antifascista, antimilitarista, etcétera. Una de las principales características de esta tendencia es la heterogeneidad existente entre sus activistas. Esta particularidad hace que la diversidad ideológica y social de sus integrantes, enriquezca y alimente de forma permanente las diferentes iniciativas y estrategias de actuación de dichos colectivos. Pendientes siempre de cualquier acontecimiento que pueda ser aprovechado, como ha ocurrido con Gamonal, les basta unas horas para poner en marcha una protesta generalizada con unos fines perfectamente delimitados: restar poder a los partidos elegidos democráticamente, alterar la paz ciudadana y el orden constitucional, y ofrecer, de cara al exterior, la imagen de una «España en llamas», absolutamente falsa, en unos momentos en que los problemas económicos comienzan a solucionarse.

Hay un factor, agregan las mismas fuentes, que contribuye a que esta red, lejos de desaparecer, pese a la acción de las Fuerzas de Seguridad, esté creciendo: percibe que los partidos democráticos, que debían responder en bloque en defensa del orden constitucional y el Estado de Derecho, están divididos. Algunos, en especial la izquierda, se colocan de «perfil» cuando no apoyan las revueltas. Ya ocurrió con el fenómeno de las citadas acampadas centralizadas en la Puerta del Sol, y de aquellos «polvos han venido estos lodos», con el agravante de que sirvió para crear la referida red.

En una de las web de estos movimientos, que se autodefinen como «anticapitalistas», se podía leer hace unos días un comentario que, después de lo ocurrido en el Ayuntamiento de Burgos, con la decisión de anular las obras, parecía una premonición: «¿Qué está ocurriendo? Miedo –señalaba el autor–. Ya son muchos los problemas que echan sobre nuestras espaldas: recortes, paro, precariedad, etc. Pero de vez en cuando una gota colma el vaso, y eso es lo que ocurre en Gamonal. Les da miedo. A luchar se aprende luchando y quizás este conflicto pueda enseñar a mucha gente a organizarse ante los atropellos (...). Eso da mucho miedo a los de arriba. Miedo a asambleas, miedo a que la gente descubra que "sí se puede", miedo a que unos barrios aprendan de otros».«Cuando los de abajo tenemos miedo nos desmovilizamos –agregaba– y tragamos con todo lo que nos ponen delante. Sin embargo, cuando lo tienen los de arriba, ocurre lo contrario: se tensan. Medios contaminando la información, leyes que permiten reprimir a la ciudadanía, etcétera. Los de arriba tienen miedo a que los de abajo nos organicemos como (...) los vecinos de Gamonal. Tienen miedo a que cada vez más gotas colmen el vaso y no puedan controlarlo. Lo temen porque cuando lo hagamos, los de abajo habremos empezado a ganar a los de arriba».

Todo un manifiesto de los fines que persiguen y que encuentran terreno abonado por el apoyo, encubierto o manifiesto, de algunos de los partidos con representación parlamentaria, como si la democracia constitucional no fuera útil y tuviéramos que ir a una época de lo que gustan en llamar «democracia popular». Ven como única opción para modificar el orden establecido recurrir a la subversión, que la ejecutarían a través de la revolución social y política. En su decálogo, la violencia sería la «herramienta» más eficaz para conseguir sus propósitos.

De hecho, numerosos colectivos se están adhiriendo a convocatorias y movilizaciones sociales, con el fin de incorporar a las mismas el comportamiento antisistémico, elevando el nivel de tensión, prolongando en el tiempo del conflicto y trasladándolo a otras zonas geográficas.

Las fuentes consultadas han subrayado la necesidad de intervenir de forma decidida, con las armas del Estado de Derecho (que se verá reforzado con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana) para evitar que este fenómeno vaya a más y se llegue a un momento en que resulte muy complicado controlarlo y, en su caso, proceder a su desarticulación. En las últimas operaciones contra el anarquismo «insurreccionalista», que pone bombas en iglesias o entidades bancarias, proceden precisamente de los movimientos antisociales. Estos individuos se pueden quedar en los grupos que se dedican a alterar el orden público y, sobre todo, atacar a los agentes del Orden; pero otros, que se sienten más «comprometidos», optan por pasar a la «acción» y acuden a movimientos como el FAI-FRI, una de las bandas anarquistas-terroristas con cierta presencia en España, pero cuyo peligro es evidente, como ha quedado demostrado con los atentados contra la Catedral de La Almudena o la Basílica del Pilar.

Los individuos que militan en los grupos antisociales –agregan– son muy «permeables», influenciables y fáciles de manipular.

Los responsables de las redes de agitación saben a quién escoger para una u otra cosa, los que pueden liderar las protestas callejeras o los que pueden integrarse en células terroristas».

Los vecinos seguirán una lucha que ha costado 500.000 euros

La asamblea de vecinos del barrio burgalés de Gamonal decidió ayer «trasladar la lucha a otro punto» para permitir «tapar la zanja de la calle Vitoria», según confirmó uno de los participantes en la reunión. Por la tarde, alrededor de un millar de personas se manifestó para pedir la retirada de los cargos contra los arrestados en los disturbios de la última semana. Los altercados y la cancelación definitiva del proyecto conllevarán que el Ayuntamiento de Burgos tenga que indemnizar a la constructora con 500.000 euros por incumplimiento de contrato, sin contar con el coste de volver a dejar la calle en el estado inicial en el que se encontraba.