Doctrina Parot
Los «daños morales»
Además de ordenar la inmediata puesta en libertad de la sanguinaria Inés del Río Prada, diez ilustres magistrados que integraron la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, entre ellos el insigne español Luis López Guerra, ni cortos ni perezosos condenaron también a España a indemnizar con 30.000 euros a la macabra etarra por los «daños morales» sufridos. Por suerte, quien sesgó la vida de forma inmisericorde de 24 víctimas, no verá un sólo euro. Espero y confío en que ello no frustre a sus señorías de Estrasburgo.
Pero si discutible, o más, es el fallo de la sentencia, y no digamos de las consecuencias que puede tener, lo que repugna a cualquier conciencia de bien es que encima se aluda al «daño moral» de la terrorista. ¿No se les ocurrió pensar a los señores togados en el «daño moral» sufrido por esas 24 familias? Al parecer, no.
En cambio, otros siete magistrados rechazaron tal indemnización con un argumento más que diáfano: «Así pues, teniendo en cuenta las especiales circunstancias en relación con el texto del presente caso –no olvidemos, ¡24 muertes inocentes!, ¡24 familias destrozadas de por vida!–, no consideramos apropiado conceder una indemnización por daños no pecuniarios o morales. En nuestra opinión, la conclusión de violación emitida por el tribunal constituye suficiente resarcimiento».
¿Es posible que los otros diez señores de negro –lo digo por esos de las togas– se negaran a mantener esa tesis? ¿No les pareció suficiente ordenar la inmediata puesta en libertad de esa etarra, que también querían que se llevase una más que respetable cantidad para sus primeros gastos ? Pues, no, a esos juristas envueltos en papel de relevantes magistrados, designado por los gobiernos, les pareció minuta barata sólo zumbar a España y permitir que ya dos etarras y un violador múltiple campen a sus anchas, y disfuten de esa sentencia como cualquier boxeador que gana por K.O a su contrincante. Y me temo que las puertas de las celdas de personajes de tal calaña no han comenzada nada más que abrirse.
Habría que preguntarse si alguno de esos diez jueces que decidieron «compensar» con 30.000 euros a quien sesgó 24 vidas mantedría tal criterio si algunas de esas víctimas fuesen familiares o simplemente conocidos suyos. El daño moral lo han sufrido, lo sufren y lo sufrirán de por vida los padres, novios o novias, mujeres o maridos, hermanos y quienes convivían con cualquiera que murió porque así lo decidió la liberada Del Río y su banda terrorista. Sólo por eso.
Pero, claro, esos padres, novios, hermanos o amigos no tienen reparación alguna. Esos diez jueces no se han parado a pensar en ellos, no han merecido que realicen una interpretación de la ley que evitase tal sufrimiento añadido. Y ¿saben lo más triste de todo? Que tenían las herramientas para ello. Sólo con mirar las fotos de los atentados de la República Dominicana o República Argentina, por ejemplo, hubiese sido suficiente para comprobar dónde estaba el «daño moral».
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