Exteriores

De Marruecos a Argentina: los otros conflictos internacionales del Gobierno

La unilateralidad y la falta de consenso en la acción exterior de Sánchez tienen efectos con socios estratégicos

Conflictos diplomáticos
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De crisis política a crisis diplomática. Venezuela se suma a la larga lista de países con los que el Gobierno de Pedro Sánchez ha tensado las relaciones desde su llegada a La Moncloa en 2018. El artículo 97 de la Constitución Española establece que «el Gobierno dirige la política interior y exterior», una afirmación que el actual Ejecutivo ha elevado a la máxima expresión dado el nulo debate en la Cámara Baja de muchas de sus decisiones respecto a esta materia. Pedro Sánchez ha convertido a la acción exterior en una de sus señas de identidad, incluso a expensas de tensar las relaciones históricas y diplomáticas con países tradicionalmente aliados y estratégicos.

La relación con Marruecos ha pasado por distintas fases. Sánchez hizo su primer viaje oficial al país vecino en noviembre del 2018, cinco meses después de ser investido. En 2021, después de que se desvelara que el secretario general del Polisario, Brahim Ghali, se encontraba hospitalizado en Logroño, Rabat llamó al embajador de España en el reino alauita para pedir explicaciones. En este contexto, Ceuta sufrió la peor crisis migratoria con la llegada de unos 10.000 inmigrantes procedentes de Marruecos en apenas 48 horas, incluidos unos 800 menores, ante la pasividad de las autoridades de ese país. Tras un tira y afloja diplomático, Sánchez cedió y se filtró una carta dirigida al Rey marroquí, Mohammed VI, en la que se anunciaba que España apoyaba la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara. Una decisión que desató un gran revuelo con Podemos, el entonces socio de Gobierno, además del resto de grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados.

El anunció abrió otra grieta con un tradicional aliado en materia energética y en la lucha contra el terrorismo yihadista. En marzo de 2022, Argelia llamó «a consultas con efecto inmediato» a su embajador en Madrid después del «repentino» giro de España. Las relaciones mutuas se recobraron el 14 de noviembre de 2023 con la concesión del plácet del nuevo embajador de Argelia en España Abdelfetá Daghmun.

En marzo de 2022, el Gobierno de Daniel Ortega retiró a su embajador en Madrid, Carlos Midence, por «las continuas presiones y amenazas» en su contra, «que hacen imposible el ejercicio de la labor diplomática». Todo, después de que el Ejecutivo no reconociera el resultado de las elecciones en Nicaragua, en las que Ortega fue reelegido por quinta vez.

Con Israel, país clave en la colaboración empresarial y la lucha contra el terrorismo, también se han enfriado sustancialmente las relaciones desde que Sánchez está en Moncloa. En este caso, las declaraciones del presidente, que criticó el alto número de víctimas mortales en Gaza y dudó de que Israel cumpliera con el derecho internacional tras los atentados de Hamás sobre suelo hebreo, desataron las tensiones. Aunque en la actualidad, los contactos bilaterales se desarrollan bajo una aparente normalidad, la ofensiva española para impulsar la solución de los dos estados, de manera unilateral sin el paraguas de la UE, ha contribuido a alimentar la desconfianza en la relación bilateral, tan importante en distintos ámbitos. De nuevo, esta ofensiva, jamás se consensuó o debatió en la Cámara Baja.

Sin duda, la enésima y todavía más inverosímil de las crisis diplomáticas protagonizadas por el Gobierno de Sánchez fue la tensión con Argentina provocada por unas declaraciones del ministro Óscar Puente en las que cargaba contra el presidente argentino, Javier Milei, quien había ganado las elecciones el año anterior protagonizando un histórico cambio de ciclo en el país suramericano. Tras un cruce de reproches e insultos, España retiró de manera permanente a su embajadora, un paso que la diplomacia española no había protagonizado hasta ahora con ningún otro Estado y que fue interpretado por muchos diplomáticos y expertos como una decisión desproporcionada. Intencionadamente o como un golpe de suerte, los conflictos internacionales tapan las deficiencias en la política nacional, ya sea por la amnistía o la financiación singular.