Toni Bolaño
Maverick
Feijóo es como Maverick, «la película de verano perfecta»
Alberto Núñez Feijóo afronta la partida más importante de su vida. Con sus movimientos de estos días me ha recordado a Maverick, un gran jugador de póker interpretado por Mel Gibson en esta película. No es una gran cinta, como no lo es la investidura de Feijóo, que es imposible, pero es «como una tarde comiendo pipas: no alimenta, pero entretiene», como la definió Luis Martínez en «El País». No lo hubiera dicho mejor sobre el mes que se nos avecina: no llegaremos a ningún sitio pero estaremos entretenidos.
Feijóo tiene varios problemas. Tiene las cartas marcadas de sus apoyos. El PP, "of course", Coalición Canaria –que si fracasa se arrojará en brazos de Sánchez para salvar su Agenda Canaria–, Unión del Pueblo Navarro, que vota la opción menos mala aunque sea a regañadientes, y Vox de Santiago Abascal, que en la película también tiene su papel. El de malo, malísimo, Marshall Zane Cooper interpretado por el grande James Garner.
Entre estos apoyos los presidentes autonómicos, del PP evidentemente, encabezados por Isabel Díaz Ayuso que se afana en ser la más afín al líder. Como Jodie Foster que se sentía atraída por Maverick sin poder aguarle la fiesta siempre que podía. El líder Feijóo solo llega hasta aquí sabiendo que no ganará la partida. Su farol se ha descubierto antes de empezar.
El resto de jugadores están pidiendo cartas descubriendo que el candidato tiene poco que hacer. James Cobourn, alias de Pedro Sánchez, contempla sus opciones. Iñigo Urkullu ha marcado posición pidiendo un pacto territorial para reinterpretar la Constitución. Carles Puigdemont marca el paso de Junts y el martes próximo marcará su posición. Ambos piden cartas para presionar a Sánchez que de momento tiene póker pero necesita escalera real para evitar sorpresas. Bildu y ERC también juegan pero no hacen sombra al tahúr que controla la partida.
Pedro Sánchez ha cambiado su posición de antaño. Está convencido de que la izquierda española tiene que tirar del carro y dejar negro sobre blanco su idea de España. Una idea que no coincide con la de la derecha española. No se trata solo de amnistía, que pone el contador a cero e implica el reconocimiento tácito por parte del independentismo de que en 2017 se cometió un error. No es una rendición, es mirar para el futuro porque al independentismo no se le derrota en la confrontación porque es su principal maná, se le tiene que derrotar en las urnas. La izquierda tiene que apostar por su modelo de España sin la mochila que le marca la derecha centralista. En palabras de Ayuso esa derecha que está en riesgo de desaparecer porque quieren romper España. De nuevo el mantra. España se ha roto tantas veces que solo deben quedar jirones, pero no lo parece.
Maverick al final gana porque los malos también son unos inútiles. Feijóo debe tener esta esperanza, pero aquí y ahora los supuestos malos tienen también sus intereses en esta partida, porque ésta incide de lleno en los próximos comicios en Euskadi y el largo pulso por el liderazgo independentista en Cataluña. Ambos, vascos y catalanes, tienen en común que no quieren las cartas de Feijóo porque llevan el logo de Vox. Lo dicho, están marcadas. Pero Feijóo no pude ganar. No puede ampliar su espacio porque no le entran cartas buenas. Tiene un "full" y, para llegar al póker, ha lanzado un fuego graneado de ofertas para intentar pactar con todos, al tiempo que los pone a bajar de un burro cuando no se avienen o no lleva a ningún sitio. Sobre todo no alcanza al póker de Sánchez que tampoco puede lanzar las campanas al vuelo no vaya a ser que se suspenda la partida.
Feijóo es como Maverick, «la película de verano perfecta. Tiene grandes escenas de acción, más un toque de humor realmente divertido, interpretaciones sólidas de actores interesantes y un guion que no demanda pensar mucho», para el crítico de Reel/Views James Berardinelli. La definición encaja como anillo al dedo.
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