Política
De ministro «jefazo» a un bombero sin agua
Bolaños debe andarse con tiento ante lo poco que le quieren algunas de sus compañeras de gabinete
Pocos lo recuerdan, pero en el año 2015 Félix Bolaños ya compitió contra Isabel Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid. Y perdió. La ahora presidenta madrileña resultó elegida diputada en la candidatura del PP con Cristina Cifuentes, mientras que el ahora ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes se quedó fuera de la Asamblea en la lista capitaneada por el también derrotado Ángel Gabilondo, otro ministro paracaidista del PSOE que fue lanzado por Ferraz al objetivo de conquistar la Puerta del Sol. En aquellas elecciones hubo otro perdedor, su amigo Francisco Martín, también en aquella candidatura socialista y ahora imputado por el juez Peinado, en su condición de delegado del Gobierno en Madrid, por el caso de Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno. El ministro Bolaños y su amigo, el delegado del Gobierno, no están en el mejor momento de su carrera política.
Bolaños negó ayer, con algún titubeo inicial, que el Gobierno considere que el exministro José Luis Ábalos esté chantajeando al presidente Pedro Sánchez. Lo hizo en una entrevista con Carlos Alsina, en Más de Uno de Onda Cero, donde también puso la mano en el fuego por el actual secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Moncloa anda a ciegas con los movimientos de Ábalos, no sabe ni qué nueva información va presuntamente a filtrar, ni cuándo, ni hasta cuándo. Por eso incurre en constantes contradicciones en su respuesta a Ábalos.
Pero volviendo a Bolaños, la hoja de ruta del «sanchismo» desnuda que durante su etapa como jefazo del Portal de Transparencia gubernamental España ha vivido un récord democrático de denegaciones de informaciones públicas. La opacidad ha sido la tónica común sobre las actividades del Gobierno por las que han preguntado los ciudadanos de la calle. Otro récord, el de decretos leyes, que van camino de los doscientos, lo que no casa, para nada, con la regeneración democrática o cualquier otro atisbo de consenso político. Y otro más, su ministerio copa la mitad de los casi mil asesores del Gobierno, una cifra jamás vista hasta ahora en España.
Socialista afiliado al distrito de Latina, Bolaños no vivió el franquismo, ya que nació apenas un mes después de la muerte del dictador, pero como secretario general de la Presidencia fue quien coordinó la salida de Franco de la tumba del Valle de los Caídos, renombrado ahora oficialmente como Cuelgamuros. En esta etapa en Moncloa formó tándem con el asesor estrella de entonces, Iván Redondo, al que sobrevivió en su caída mientras su sueldo público se disparaba a los casi 120.000 euros anuales. En su labor como coordinador gubernamental, justo dentro del Gobierno le señalan por sus «escasos resultados»... En la crisis del volcán de la isla de La Palma, los afectados siguen como afectados más de cuatro años después. O en su intervención en la desescalada de la Covid-19, en el objetivo de derrotar al virus casi a partes iguales le ocupó tumbar a la Comunidad de Madrid para contrarrestar sus medidas durante esa crisis sanitaria.
Su despacho en Moncloa está a tiro de piedra del de Sánchez, lo que hace que sea un vicepresidente sin cartera y con más predicamento diario que las vicepresidentas que entran y se van cíclicamente del Ejecutivo, incluida una María Jesús Montero que no levanta cabeza desde su salida de pata de banco tras tildar de «vergüenza» la sentencia del caso Dani Alves.
En aquella crisis, Bolaños menguó aún más como titular de la cartera de Justicia ante los ojos de este poder del Estado, todavía independiente del Gobierno de turno. Con toda la judicatura perpleja con las manifestaciones de la vice Montero, que puso en duda la presunción de inocencia de los hombres ante las mujeres, el sector hizo piña, jueces y fiscales, todos a una, conservadores y progresistas. Pero Bolaños no se inmutó y soltó aquello de que lo de su colega de Gabinete era «salud democrática», en un remedo del jarabe democrático de Pablo Iglesias y su tropa ante los primeros escraches a dirigentes políticos.
Con la agravante de ejercer de ministro del ramo y Notario del Reino, Bolaños tropezó con la misma piedra cuando el juez del caso Begoña Gómez imputo a su amigo Martín, el delegado sanchista del Gobierno en Madrid. «Esta instrucción es motivo de preocupación máxima para todos los que defendemos el buen nombre y la imparcialidad de los jueces y magistrados de nuestro país». Se quedó al borde de la acusación de prevaricación contra el juez que investiga los negocios de la esposa de Sánchez.
Quizás es que el ministro ha olvidado el programa electoral del PSOE de las elecciones de 2023 que le auparon a diputado, justo en el capítulo que recoge expresamente que «preservar las instituciones y respetar las reglas del juego democrático son claves para garantizar el respeto a la independencia judicial». Y este olvido a pesar de que es licenciado en Derecho, y fue empleado del prestigioso, y nada económico, bufete de Uría y Menéndez, además de ejercer como profesor de la privadísima IE University. Por cierto, Bolaños estuvo, asimismo, detrás de la preparación de los indultos a los líderes del «procés» y de la Ley de Amnistía. Ahí, todos los que participaron se dejaron un fleco gravísimo, el de apartar la corrupción –malversación de caudales públicos–, lo que ha provocado su colisión con un Tribunal Supremo que sigue con el radar activado contra Puigdemont.
Muy cerca de él están dos de las ministras que coinciden en reprocharle que al frente del puente de mando del Gobierno no ha tenido reflejos ni en la crisis del apagón, ni en la del AVE a Andalucía ni tampoco en la de los wasaps entre Sánchez y Ábalos, mientras que las crisis de la coalición de Gobierno han pasado a ser casi de periodicidad semanal. Y nadie olvida que en 2022 el móvil del presidente y de la «pájara» ministra de Defensa, Margarita Robles, fueron interceptados en su contenido privado por un alguien supuestamente desconocido, como el desconocido motivo del apagón o el ignoto autor del robo de cobre ferroviario. Del ministro tampoco puede decirse que sea un amuleto electoral, puesto que colecciona derrotas frente al PP, ya sean locales, autonómicas, europeas o generales. Hasta en su distrito arrasan las siglas de Isabel Díaz Ayuso.