Política

75 cumpleaños de la Reina

«Mucho más que una profesional», por Fernando Rayón

«Mucho más que una profesional», por Fernando Rayón
«Mucho más que una profesional», por Fernando Rayónlarazon

Cuando hace quince años visité la casa natal de doña Sofía en el barrio de Psijiko en Atenas, pensé que iba a encontrarme con un palacio, palacete al menos, que me ayudara a componer su biografía desde el primer momento. Había acudido a la capital griega a reconstruir una parte de su vida gracias a entrevistas de las personas que la habían tratado entonces y a visitar las casas y palacios que tenían que ver con aquellos primeros años. El chasco fue mayúsculo. El sedicente palacio de Psijiko, donde luego viviría la Reina Madre Federica tras la coronación de su hijo Constantino, era un chalecito no muy grande en una zona residencial de clase media alta. No entendía cómo la Reina de España había podido nacer en aquel lugar, pero ni la dirección ni las viejas fotografías engañaban. Sirviéndome de las memorias de la Reina Federica me colé en el jardín –la casa estaba abandonada– y amparado por el fotógrafo que me acompañaba, entré en la casa por una ventana para ver aquella habitación del primer piso, donde había nacido la hija mayor de los entonces príncipes herederos de Grecia. El abandono era total y la rapiña se había encargado del resto. Apenas quedaba una chimenea francesa empotrada en la pared. Podría haber recogido un trozo de rodapiés de recuerdo, pero no mucho más.

A partir de aquella primera impresión me resultó más fácil reconstruir lo que fueron sus primeros años. Nada tranquilos pues, casi inmediatamente, los alemanes invadieron Grecia, y Federica con sus hijos conoció un periplo que les llevó de Creta a Egipto y desde allí a Suráfrica, donde nació la menor Irene. Luego, el regreso vía Egipto y Alejandría. La restauración de la monarquía; la muerte de Jorge II; el ascenso al trono de su hermano menor Pablo... una historia ya conocida. No resultó tan conocido visitar su primer colegio, luego su internado en Salem (Alemania), el llamado palacio de Tatoi, donde siguen enterrados sus padres... pero me sirvió para entender a la mujer que permanece oculta cuando se la contempla hoy, al cumplir 75 años.

Cuento todo esto porque, si no se conoce su infancia en medio de la guerra, su educación espartana en Alemania, la similitud de carácter con su padre, el rey Pablo; el afecto a su familia alemana y griega, no es fácil entender su actitud, también en estos últimos años: cuando doña Sofía, al margen de cualquier peripecia personal, ha sido una mujer consciente de su deber, de su papel, de su condición ineludible de Reina junto al Rey. Y resulta aún más difícil porque estamos acostumbrados a ver a una clase política que, por encima del servicio a sus ciudadanos, pone sus intereses personales y económicos. Y no sólo la clase política. En la judicatura, en el deporte, en la misma Familia Real, hay personas que no están dispuestas a ejercer ese servicio por encima de todo lo demás.

A muchos les puede sorprender el afecto que la Reina sigue manifestando a su familia. Sus viajes a Estados Unidos, el cuidado de sus nietos, las atenciones cariñosas con don Juan Carlos... Es la Sofía de verdad, la que no puede esconder sus afectos, pero que tampoco los pone por encima de sus deberes aunque tantas veces en justicia hubiera podido prescindir de ellos. Lo que hubiera podido ser hoy la Familia Real sin la presencia de la Reina es fácil de imaginar. Pero ésa tampoco ha sido su principal tarea.

En su libro «El Rey», José Luis de Vilallonga recogió una descripción de Don Juan Carlos sobre su esposa que a muchos resultó sorprendente o, cuando menos, poco cariñosa, aquella que la definía como una gran profesional. Era fácil comprender que no se refería a una profesionalidad en el cumplimiento de sus tareas domésticas o familiares, sino fundamentalmente como principal asesora en los asuntos de Gobierno, como cumplidora en sus deberes como consorte real, y como gran valedora para momentos de crisis y enfermedad. Así la hemos visto en los últimos meses. Tampoco se ha salvado de algunas críticas pero también estoy seguro de que, cuando pase el tiempo, valoraremos de una manera más sosegada y profunda cómo ha cumplido con su deber de Reina: junto al Rey.