Desbloqueo de las negociaciones

Pacto secreto Puigdemont-Sánchez por la amnistía

En la última semana de campaña gallega se han concretado las citas para pactar la medida íntegra. No se hará público hasta después de las elecciones

Pedro Sánchez y su mujer, ayer, llegan a un desfile de Devota y Lomba en el Ateneo de Madrid
Pedro Sánchez y su mujer, ayer, llegan a un desfile de Devota y Lomba en el Ateneo de Madrid Borja Sánchez-Trillo EFE

La última semana de la campaña electoral en Galicia tiene una agenda paralela que controla el independentismo. Por un lado, Moncloa y Junts la han utilizado para celebrar nuevas reuniones sobre la redacción de la amnistía, y el pacto secreto se da por «cerrado», a falta de últimas pinceladas. Habrá ley que garantice el borrón y cuenta nueva al independentismo y el acuerdo pasa por avanzar en la dirección de la amnistía íntegra que siempre ha exigido Carles Puigdemont, y que los socialistas niegan porque tendría consecuencias en su constitucionalidad. La negociación se ha llevado hasta ahora con la máxima discreción, por exigencia de Moncloa, para limitar los daños colaterales en la campaña gallega, y fuentes al tanto de las conversaciones destacan que uno de los problemas es buscar el punto de equilibrio que garantice esa amnistía total que exige Puigdemont y cubra, además, la necesidad de no abrir un agujero de inseguridad jurídica del que se beneficien otros condenados por terrorismo, empezando por los de la banda de ETA.

El pacto secreto se conocerá después de las elecciones gallegas, aunque con Puigdemont en la ecuación hay que dejar siempre la salvaguarda de una posible sorpresa de última hora. El «no» de Junts en el Pleno del Congreso que tenía que haber aprobado la ley de amnistía antes de que empezara la campaña de las gallegas fue una sorpresa absoluta que a quien primero pilló desprevenido fue al Gobierno. El ministro de Presidencia, Justicia y de Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, no creyó nunca que en Junts fueran capaces de llegar a dar ese paso, y este análisis fue lo que condicionó en buena parte la estrategia de negociación por parte del Gobierno en las horas previas a la votación y el gran fracaso, imprevisto, y que no fue capaz de disimular en su cara, al abandonar el Hemiciclo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Junto con estas negociaciones en la sombra, que confirman que habrá ley de amnistía, a la campaña se han acoplado otras injerencias independentistas que responden a la preocupación de Junts por la posibilidad de que se tuerza la hoja de ruta que están negociando con el PSOE. Puigdemont está «muy molesto» con la presión que está ejerciendo el PP en Europa contra la amnistía y para activar la investigación de la trama rusa del «procés». Son piedras en la rueda de la negociación con los socialistas que amenazan con malograr sus planes, y fuentes del entorno independentista aclaran que ya habían hecho llegar varios avisos para que se pisara el freno, hasta que se publicó la carta del prófugo de la Justicia española con ese aviso con tintes de película mafiosa de que «todo se sabrá».

Al final se ha formado tal bola de confusión, y de aparentes comportamientos irracionales en la lógica política, que es difícil separar la parte de error en la estrategia electoral del PP de los movimientos de Junts para estar presente en la campaña. Pero es un hecho que, rindiéndole servicio a Moncloa, los contactos que mantuvo en junio el PP de cara al intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo se han convertido en protagonistas de esta recta final hacia las urnas. ERC se ha sumado a la ola, a rebufo, y con un interés distinto, que es favorecer la victoria de la coalición nacionalista y de izquierdas en Galicia. El resultado del domingo tendrá repercusión nacional, también sobre la estabilidad de Pedro Sánchez, aunque la principal bolsa de presión esté sobre las espaldas de Feijóo.

Por cierto, en esta recta final de la campaña gallega el PP está haciendo un esfuerzo extraordinario para asegurarse el voto rural: su voto siempre ha sido más rural que urbano, y el debate sobre Puigdemont es urbano. En ese sentido, ante la inquietud que se ha instalado en el partido por los resultados del domingo, desde el equipo electoral destacan que las encuestas no se hacen en las aldeas. «Los nervios de los últimos días de campaña son lógicos». Para el cierre, el PP se ha reservado la carta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que estará haciendo campaña mañana y el viernes, en Vigo y Sanxenxo.

El PP gallego quiere cortocircuitar el riesgo de que el debate sobre los contactos con Junts y con ERC pueda llevar voto a Vox que amenace la mayoría absoluta que necesita Alfonso Rueda para mantener la Xunta. También han tirado del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.