Opinión
Pedro Sánchez va a llevar al PSOE a la escisión
Los que callan –que son todos los que tienen plaza en las Cámaras o el partido– lo hacen por interés
Algo cruje en las cuadernas de Ferraz. «Está apretándonos tan fuerte que va llevar al partido a una escisión». Me habla quien fuera ministro de Felipe González. Detecto un profundo malestar por la foto de Yolanda Díaz con Carles Puigdemont: «Y esos gestos, esos besos, esas risas y arrumacos… ¡Qué vergüenza! ¿Qué pensarán en Europa al vernos hacer risitas con un delincuente?». No hay fisuras entre los mayores de 70, todos los que estuvieron con Felipe están hasta las narices y la lista de los que dan un paso al frente para oponerse al indulto general a los golpistas catalanes de 2017 crece día tras día. Joaquín Almunia, Corcuera, Redondo, Juan José Laborda, Juan Antonio Ruiz-Castillo, Ramón Jáuregui, José Bono, Jordi Sevilla, Juan Lobato, Emilia García Page, Juan José Ibarreche, Leguina, Cristina Alberdi, Elena Valenciano y, por supuesto, Guerra y Felipe González. Se les está pidiendo comulgar con ruedas de molino, porque el propio presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, descartó en su día la amnistía y subrayó que no cabía en la Constitución.
Los que callan –que son todos los que tienen plaza en las cámaras o el partido– lo hacen por interés. Y porque aún creen que Sánchez es un trilero capaz de hacerse con el Gobierno. Pero es puro pragmatismo, nada que ver con los principios o la historia o los ideales. En realidad, representan a esa inmensa realidad de españoles perfectamente indiferentes que lo único que espera es el siguiente puente y un poco de sol para tomarse una caña. Y así estamos, porque si España se amanece confederal y con 17 ó 18 países diferentes, les da lo mismo.
Los observadores más imparciales reconocen que no se puede acusar a Aznar de golpismo por oponerse a la amnistíay sentarse a negociar con un golpista que huyó de la justicia en el maletero de un coche. Pero la lógica hace mucho que le resulta indiferente al inquilino de Moncloa, lo único que le importa es pastorear la opinión, liderar los titulares de televisión, mantener obtusa a la gente y enfocar a los votantes contra el Partido Popular y Vox, que es lo que le funciona. Hay que tener mucho estómago para presenciar la expulsión del PSOE de
Nicolás Redondo, hijo y nieto de fundadores del partido.Nicolás Redondo Blanco, su abuelo, era de la generación y las ideas de los míos. Emigrante soriano, trabajó en los altos hornos de Vizcaya durante 20 años y fue vicesecretario de la UGT en Baracaldo. Participó de la revolución de octubre del 34 y fue presidente local del Frente Popular en 1936. Después de la guerra estuvo condenado a muerte, se le conmutó la pena y cumplió cárcel. En 1945 fue detenido por formar parte de la primera comisión ejecutiva del PSOE en Madrid. Siguió con el partido en la clandestinidad y, en 1948, ante el temor de ser torturado y poder denunciar a los compañeros, se arrojó por el hueco de la escalera de la comisaría de Bilbao y acabó en el hospital de Basurto. Su última detención fue de 1960.
Era un tío imbatible y fue padre de Nicolás Redondo Urbieta, secretario general de UGT (76-94), refundador del partido después de Suresnes, y abuelo de Nicolás Redondo Terreros, ahora expulsado del Partido Socialista por no querer pactar con el independentismo un indulto general.
Insisto, hay que tener mucho estómago para tragar con tanta injusticia. Para enterrar la historia del partido en el que crees, afrentar a sus miembros señeros y olvidarte de tanta cárcel y tanta pelea. Lo que defiende Redondo Terreros, la igualdad entre españoles, es lo que se quiere cargar Carles Puigdemont. Qué asco. Leguina sostiene, lo ha dicho ayer en Cope, que hasta la expulsión ha sido ilegal porque no se le ha abierto previamente un expediente. «Es una cacicada de mucho cuidado que está fuera de las normas».
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