Día de la Mujer
Podemos recluta agitadores en Telegram y entre su plantilla para el 8-M
Iglesias da por perdidas las elecciones generales y dirige su estrategia a influir en la oposición a la derecha
Podemos no tiene hoy apenas capacidad de convocatoria. Los tiempos dorados de control de la calle y de movilización de distintas plataformas sociales han pasado a la historia, pero aun así la dirección del grupo morado está utilizando sus herramientas de siempre, sobre todo grupos de Telegram, para armar todo el ruido posible, contra Pedro Sánchez y el PSOE, en las manifestaciones con motivo del Día de la Mujer que recorrerán hoy las calles.
El feminismo y la lucha por la igualdad son hoy solo la excusa para que los socios de la coalición se midan políticamente en la calle. El movimiento feminista socialista tiene en el centro de su diana a la ministra Irene Montero, mientras que Podemos ha activado al movimiento LGTBI, pero, ante la pérdida de pulso en la calle, también está echando mano del personal contratado por el partido. Quienes han participado de estas estrategias de movilización social y del activismo de Telegram advierten que hoy, a lo más que puede aspirar Pablo Iglesias, es a movilizar, como mucho, a doscientos «agitadores».
Pocos, pero suficientes como para montar el lío necesario para intentar generar la sensación en el plano mediático de que el presidente del Gobierno tiene en contra a una parte de la calle en una celebración que hasta hace unos años solo era festiva y un día grande para el PSOE.
Esta estrategia de Podemos, y la puesta en escena de ayer en el Pleno del Congreso en el que se visualizó la explosión pública de la coalición por la toma en consideración de la reforma de la ley del «solo sí es sí» alcanza su pleno sentido si se relaciona con el hecho de que Iglesias y su núcleo duro han llegado a la conclusión de que la coalición no seguirá en el Gobierno tras las elecciones generales. El PSOE perderá los comicios y no dará la suma, y a partir de esta premisa, Iglesias juega ya a recolocarse en el tablero para mantener toda la influencia posible en la oposición frente al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo.
Este pesimismo respecto al futuro electoral de Pedro Sánchez coincide con el clima que hay dentro del Gobierno por debajo del discurso oficial que expande la estructura gabinetera del presidente. En Moncloa sí reconocen que su futuro depende del resultado de la vicepresidenta Yolanda Diaz. Sin mayoría social del lado socialista, como tampoco la tuvo en las anteriores elecciones, en estos comicios el equipo de Sánchez tiene que apostarlo todo a sumar con todo el conglomerado de partidos de la Cámara, salvo PP y Vox, porque no le bastaría con sus actuales socios de investidura.
En el contexto actual los morados no cuentan tampoco con el apoyo pleno de los sindicatos. Yolanda Díaz se apoya en CC OO, Unai Sordo y la órbita de Joan Coscubiela, y el PSOE mantiene el control de UGT. Por eso opta por apoyarse en convocatorias como el 8-M (que son masivas de por sí) para disputar el relato. Ahora, con lo que tienen, sí son capaces de cumplir el objetivo de que el 8-M «sea un Cristo», a costa de la división del movimiento feminista.
La guerra total entre PSOE y Unidas Podemos que ayer se visualizó en la Cámara Baja se trasladará a los eslóganes que se cruzarán hoy en la calle. El «sí es sí» está pasando más factura al PSOE que a Podemos,y esto hace que la tramitación parlamentaria de la reforma que ayer fue tomada en consideración por el Congreso augure semanas de mucha más tensión entre los dos socios. El calendario parlamentario fija para la víspera de las elecciones de mayo la aprobación definitiva de la reforma legal para corregir las excarcelaciones de agresores sexuales sin cumplir íntegra su condena.
Al PSOE también le penaliza más que a Podemos la creciente conjunción e identificación entre los partidos que conforman el bloque de la izquierda y las fuerzas independentistas. Esto hace que la radicalidad de los morados pese en contra de las opciones de Sánchez porque socialmente se impone la idea de que la alianza de esta legislatura no es coyuntural sino estructural para cualquier opción de poder a la que aspire el actual líder socialista.
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