Campaña

El PSOE coge aire con el pacto PP-Vox: «No les saldrá gratis»

Los socialistas recuperan el discurso del «miedo» a la ultraderecha para reactivar a su electorado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la primera jornada del 45º aniversario de cincoDías, en el Teatro Real, en Madrid. Ricardo RubioEuropa Press

El último movimiento del PP, pactando de manera exprés con Vox en la Comunidad Valenciana, se ha tornado en un regalo inesperado para el PSOE. En el partido cunde el nerviosismo y pese a la maniobra reactiva de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones, una vez que se ha disipado la euforia del golpe de efecto, el partido se enfrenta a la dura realidad de tener que encarar la cita con las urnas. Y lo hace sin tener una estrategia, ciertamente, definida.

Si en un principio se apostó por una confrontación total, con ataques directos a Alberto Núñez Feijóo, criticando –incluso– que no supiera hablar inglés; pronto se comprendió que esta era una estrategia perdedora y en negativo, porque abandonaba el principal activo que poseen los socialistas de cara al 23-J: su balance de gobierno. Por ello, se perpetró el giro hacia la defensa de la gestión, en concreto, hacia la política económica y con la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, como valor a explotar y reivindicar.

En esas andaba el PSOE («Nadia o nadie») cuando irrumpió el pacto en la Comunidad Valenciana. Un movimiento que sorprendió en el cuartel general de los socialistas, porque, aunque daban por descontado que habría entendimiento entre «la derecha extrema y la extrema derecha» allí donde sumasen para optimizar el poder territorial, no pensaban que fuera a producirse antes de las elecciones generales. Esto supone un aldabonazo para la campaña de los socialistas que vuelve a virar ahora hacia el «miedo a Vox».

Una estrategia ciertamente agotada, que solo funcionó en las generales del 28 de abril de 2019 cuando el votante progresista tenía vivo en la retina el recuerdo de la «foto de Colón». Sin ofrecerse como alternativa con una abstención, los socialistas reeditaron esta hoja de ruta en Andalucía con funesto resultado, puesto que la amenaza reaccionaria acabó generando una corriente de voto útil al PP que apuntaló la mayoría absoluta de Juanma Moreno.

Hay fuentes socialistas que consideran que apelar de nuevo a esta «ola reaccionaria» tiene rédito, porque todavía mantiene cierto capital movilizador entre el electorado progresista. Aseguran que en las andaluzas de 2022 el PSOE partía de una posición desfavorable, cualquiera que hubiera sido el marco de la campaña, porque existía una «pulsión de cambio» en la sociedad andaluza. Una «pulsión de cambio» que no identifican ahora a nivel nacional. Otras fuentes, sin embargo, se muestran más escépticas sobre la capacidad de espolear a los votantes con esta cuestión, porque Vox «ya no da miedo» y «si seguimos en la estrategia de la confrontación vamos a perder». «Al menos no resta», asegura otro cargo del partido que entiende que «esto no le puede salir gratis» a Feijóo.

También en Moncloa consideran que al líder del PP le «pasará factura» haberse «quitado la careta» antes del 23 de julio e incluyen en la ecuación el pasado manchado de violencia machista del líder de Vox en la Comunidad Valenciana, Carlos Flores. Que ahora pasará al Congreso. Una cuestión que, además de por su gravedad, permite a los socialistas no solo cuestionar el perfil moderado de Feijóo, sino poner en duda su compromiso con las mujeres, un nicho electoral tradicionalmente vinculado al PSOE que se ha visto mermado, en favor de los populares, tras las polémicas derivadas de la ley del «solo sí es sí». «El PP ha pasado de poner líneas rojas a una alfombra roja a Vox», inciden en el Gobierno.

De este modo, el pacto en la Comunidad Valenciana permite al PSOE apuntalar el eje de campaña de que existen dos alternativas ante el próximo 23-J. O un gobierno progresista, con balance de gestión y que permita consolidar los avances logrados en esta legislatura; o una coalición de derechas, con Santiago Abascal como vicepresidente, que apueste por retrocesos en derechos. El PSOE busca así espolear a los votantes progresistas, con una llamada nítida al voto útil y trasladando la expectativa de que solo los socialistas son la garantía para frenar un eventual Gobierno de PP y Vox.