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Pujol, ante la juez: «No quise saber nada»

El expresidente catalán Jordi Pujol y su mujer Marta Ferrusola a su llegada a los juzgados
El expresidente catalán Jordi Pujol y su mujer Marta Ferrusola a su llegada a los juzgadoslarazon

El ex presidente de la Generalitat intentó ayer desmarcarse de la supuesta herencia que recibió de su padre –de la que no hay ni rastro en el testamento de su progenitor– y aseguró a la titular del juzgado número 31 de Barcelona, que decidió «que no quería saber nada» de ese legado.

El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol intentó ayer desmarcarse de la supuesta herencia que recibió de su padre –de la que no hay ni rastro en el testamento de su progenitor– y aseguró a la titular del juzgado número 31 de Barcelona, que investiga su procedencia, que decidió «que no quería saber nada» de ese legado (que cifró en 140 millones de pesetas) porque se llevaba mal con su progenitor, que no entendía su dedicación política.

Pujol insistió en que esa herencia custodiada en Andorra era «como una hucha» para la familia que su padre, Florenci (fallecido en 1980), legó a su mujer, Marta Ferrusola, y a sus siete hijos, y que no quería que se utilizase «para especular». Y eso que las inversiones multiplicaron ese montante hasta casi 500 millones de pesetas, que se repartieron en 1992 los siete hermanos y su madre.

El ex molt honorable –que se negó a contestar a las preguntas del abogado de la acusación popular que ejerce Manos Limpias, Sebastián de Juan– explicó a la magistrada y al fiscal Anticorrupción que decidió confesar la existencia de ese dinero el pasado 25 de julio por un «propósito ético» ya que «convenía de cara a sus hijos» explicar públicamente la procedencia de ese dinero. No lo hizo antes, confesó, por miedo a la «repercusión mediática» de la revelación. Segun contó, procedía de las ganancias «lícitas» de su padre por la compraventa de dólares en los años 50 y 60, algo que, aunque su progenitor llevaba con «gran secretismo», él conocía.

Un amigo de la familia, Delfí Mateu, ya fallecido, fue el encargado –según Pujol– de gestionar esos fondos (lo que justificó porque la mayoría de sus hijos eran menores de edad y por la situación política en España) entre 1980 y 1989, cuando debido a su edad pidió que se le relevase en esas funciones. Durante ese tiempo, explicó el ex president, «no quiso saber nada» de un dinero que, dijo, «de alguna manera estaba relacionado con él». Mateu propuso para sustituirle a un primo del entonces president, Joaquín Pujol (que también ha fallecido), pero su administración de los fondos fue efímera, pues fue designado secretario general de Presidencia de la Generalitat, un cargo que «le impedía» seguir adelante con el cometido. Es entonces, en mayo de 1991, cuando se encarga de gestionar ese supuesto legado el primogénito de la familia, Jordi Pujol Ferrusola. Eso sí, puso especial énfasis en desvincular ese montante de cualquier actividad de blanqueo o a la corrupción, y específicamente precisó que en modo alguno proviene del pago de comisiones ilegales.

Jordi Pujol sostiene que ignoraba cómo gestionaban sus hijos las cuentas que abrieron en 1992 en la Banca Reig de Andorra para ingresar los 62 millones de pesetas que les correspondieron a cada uno (y otro tanto a Marta Ferrusola). Desconoce también, dice, cómo se repartieron el dinero ya que cada uno actuaba de forma autónoma.

De hecho, añadió, la regularización con Hacienda de ese dinero el pasado julio –días antes de su confesión pública– fue decidida por sus hijos y él, reiteró, se mantuvo «al margen». Sus vástagos, aseguró, le comunicaron ese paso cuando ya habían adoptado la decisión.

Pujol acudió a declarar junto a su esposa y tres de sus hijos, imputados por delito fiscal y blanqueo de capitales. El ex president llegó puntual y declaró durante más de dos horas. Ferrusola, sin embargo, se acogió a su derecho a no declarar. Sus hijos Marta, Mireia y Pere corroboraron la versión de su padre y defendieron que estaba al margen de la administración de ese legado que les dejó su abuelo Florenci.

En su declaración, Pujol se refirió a un presunto documento manuscrito que su padre, Florenci Pujol, habría dirigido a Ferrusola y en el que expresaba su voluntad de dejarles ese legado por temor a que la dedicación política de su padre les dejase desamparados en el futuro. Pero el ex president no presentó ninguna documentación que acreditara ese extremo, explicaron fuentes presentes en su declaración. «No sabía que lo tenía que traer», se excusó según esas mismas fuentes.

La la juez quiso aclarar si existía algún documento o certificado bancario que acreditara, cuando su padre falleció en septiembre de 1980, que existían los fondos que, según la versión de Pujol, les legó fuera de la herencia:

- Pujol: No lo sé.

- Juez: ¿Existe algún documento en septiembre de 1980?

- Pujol: No. No tendría lógica que existiera. Sería absurdo. Era un negocio (el de su padre Florenci, que se dedicaba al intercambio de divisas) que era tolerado y más o menos protegido por las autoridades de la época, pero que era ilegal. No se certifica con un documento con sellos y timbres.

- Juez: Ese dinero estaría en alguna parte.

- Pujol: Lo sabría mi padre. Pero yo no lo sabía.

- Juez: En enero de 1990, cuando sus hijos son mayores de edad, ¿es posible que (el administrador de la fortuna oculta) Delfí Mateu, remitiera algún papel, un 'aquí lo cedo'?

- Pujol: Seguro que no. Al menos, yo este papel no lo tengo, ni lo he pedido.

- Juez: Una rendición de cuentas de Mateu, que dejara constancia...

- Pujol: La rendición de cuentas la hizo con mis hijos.

- Juez: ¿Algún hijo guarda la liquidación?

- Pujol: Pues no lo sé. No sé si se hizo esa rendición. Yo no tengo ningún papel".

Por contra, insistió en que ese legado de su progenitor (ausente en el testamento) figuraba en una carta, de apenas dos folios, sobre cuyo paradero no dio ninguna pista.

De hecho, Pujol no presentó nada que justificara la multiplicación de los fondos bancarios. De esos extractos (que podrían dar cuenta de la revalorización de esos 140 millones de pesetas iniciales que se convirtieron en casi 500) dijo no saber nada. Sobre las cuentas, insistió, no puede «dar ninguna información» porque desde un primer momento no quiso saber nada de ellas.

Durante el interrogatorio, Pujol reiteró los argumentos ya expuestos en su carta de confesión y en su posterior comparecencia en el Parlamento catalán. Dijo que el dinero regularizado el año pasado en el exterior procede del legado de su padre, que falleció en 1980, y del que se «desentendió para que no perjudicara su imagen política».

El ex president justificó que su hermana afirmase desconocer que su padre había dejado ese legado en el secretismo con el que su progenitor llevó el asunto.

Por su parte, los tres coincidieron en afirmar que fue su hermano Jordi el encargado de administrar el legado desde 1990. Salvo Marta, que lo conocía con anterioridad como su hermano Jordi, los demás se enteraron de la existencia de la herencia en 1990, cuando el benjamín, Oleguer, alcanzó la mayoría de edad.

La acusación popular que ejerce Manos Limpias estudia, según explicó el presidente del sindicato, Miguel Bernad, a las puertas de los juzgados, solicitar nuevas diligencias. «Las imputaciones no las puede desmentir sin base, y sin cuentas bancarias ni documentos», aseguró Bernad.