El desafío independentista
Relato del 1-O: falsos avisos de incendios y actas «para tapar bocas»
La Fiscalía cree que los Mossos alertaron de la presencia de «niños y ancianos» en los colegios como coartada para no enviar refuerzos
La Fiscalía cree que los Mossos alertaron de la presencia de «niños y ancianos» en los colegios como coartada para no enviar refuerzos.
Las verdaderas intenciones de los mandos políticos y policiales de los Mossos d´Esquadra durante la jornada electoral del 1-O no eran impedir el referéndum ilegal, sino «colaborar con los líderes independentistas en el desarrollo y culminación del proceso que habría de concluir con la independencia de Cataluña». La Fiscalía de la Audiencia Nacional detalla en su escrito de acusación contra el ex mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero y la antigua cúpula del cuerpo las pautas de un dispositivo, el «plan Ágora», diseñado de forma «deliberadamente ineficaz».
Los líderes independentistas –aseguran en su escrito el teniente fiscal de la Audiencia Nacional Miguel Ángel Carballo y el fiscal Pedro Rubira– no sólo utilizaron a la Policía catalana, «sino también a un número significativo» de miembros del cuerpo de Bomberos, «perfectamente organizados y de apariencia contundente». Esos bomberos, dice el Ministerio Público, acudieron conscientemente en algunas ocasiones «a falsos avisos de incendio que obligaban a la apertura de los locales destinados a colegio electoral», incluso con sus propios vehículos, incluidos camiones, «que ubicaban en las vías de acceso a esos locales» para impedir a la Policía y Guardia Civil que cumplieran el mandato electoral y cerraran los centros de votación.
Asimismo, el relato del 1-O por parte de la Fiscalía hace referencia a la sospechosa reiteración, en las comunicaciones internas entre mossos y en las actas que levantaron de su actuación, de «mensajes previamente pactados». Esos mensajes incidían en la existencia «de gran número de personas “vulnerables” (niños, ancianos, etc.) que presentaban una supuesta “resistencia pacífica”». De este modo, añaden los fiscales, se prestaba la adecuada «cobertura a los responsables políticos y policiales», quienes ante las numerosas peticiones de refuerzos «hicieron caso omiso a todas ellas, precisamente amparándose en esas circunstancias».
Entre los «actos más llamativos de inacción» por parte de los Mossos el 1-O, la Fiscalía de la Audiencia Nacional enumera más de una veintena de situaciones en las que, cuando menos, los agentes autonómicos se cruzaron de brazos. Pero en algunos centros de votación fueron más allá. Por ejemplo, en el colegio El Pi Gros de Sant Cebriá del Vallalta (Barcelona) –donde el dispositivo de la Guardia Civil se tuvo que reforzar ante la «actitud violenta de los allí concentrados»–, los dos mossos allí destacados «no colaboraron y mantuvieron una actitud contraria» al Instituto Armado. Hasta el punto de que en el momento de la intervención el caporal de los Mossos aseguró a uno de los guardias civiles que «no le reconocía como agente de la autoridad», como tampoco al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y que únicamente «obedecía órdenes del mayor Trapero».
En algunos centros de votación, los mossos recriminaron la actuación policial; en otros, increparon a la Guardia Civil y a la Policía, llegando a «entorpecer» su actuación, entre aplausos de los congregados, y en algunos los agentes autonómicos persistieron en su actitud pasiva, subraya la Fiscalía, aunque algún policía o guardia civil resultó herido. Así sucedió, por ejemplo, en Fonollosa (Barcelona), donde un agente «resultó lesionado por una patada» y los mossos «no actuaron» o en el también municipio barcelonés de Sant Esteve Sesrovires cuando un guardia civil que había caído al suelo «recibió una patada en la cabeza por parte de uno de los manifestantes». En ese colegio de La Rureda diez agentes resultaron heridos ante otros tantos mossos «que mantuvieron una actitud pasiva».
Una inacción de la Policía catalana que obligó a la Guardia Civil, rodeada por la multitud en la escuela Nostra Llar de Sabadell, donde debía votar Carme Forcadell, «a disparar salvas al aire» para poder abandonar el lugar.
Esa actitud, además, quedó plasmada en el chat de WhatsApp que compartían los mandos de los Mossos en Lérida y en el de «Mossos por la independencia», donde en referencia a las actas que levantaron los agentes en los colegios electorales se afirmaba que no eran más que «un puro trámite para tapar bocas». Como prueba del carácter supuestamente ficticio de esos documentos, la Fiscalía recuerda que según las actas en esa provincia un mismo agente «aparecía actuando en varios centros de votación distintos a la misma hora».
Esa pasividad manifiesta se tornó en ocasiones en abierta colaboración con los organizadores del referéndum ilegal, pues en las comunicaciones internas los mossos alertaban a sus superiores de «los movimientos» de la Policía y Guardia Civil –que acudían a los colegios para cumplir la orden del TSJ de Cataluña de impedir la votación–, a cuyos agentes se referían en clave como «escudos» y «banderines», respectivamente.
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