
Política
El rescate y el maltrato al castellano
El lenguaje cada vez es más pobre y deficiente, en especial entre aquellos que debían dar ejemplo en la vida pública

El español cuenta con más de 93.000 palabras, según la Real Academia Española (RAE). Miguel de Cervantes, escritor universal, utilizó a lo largo de su extensa obra unas 40.000, de las cuales, 23.000 solo en el Quijote. Mi maestro don Agustín no solo me enseñó las primeras letras, sino el respeto a tan maravillosa lengua. Un diccionario, afirmaba, debería acompañarnos a todas partes.
Hoy, un español medio utiliza unas 1.000 palabras y conoce aproximadamente 5.000 (no quiere decir que las use). Sin duda, el lenguaje cada vez es más pobre y deficiente, en especial entre aquellos que debían dar ejemplo: en la vida pública.
Con raras excepciones, se habla mal, y, lo que es peor, cuando se accede a la tribuna del Parlamento únicamente se escuchan insultos y descalificaciones. La ironía pocas veces se utiliza con gracia o elegancia (el mejor sustituto del insulto grosero, y para ello la lengua castellana ofrece múltiples recursos).
Viene ello a cuenta del llamado «rescate» de Air Europa, al amparo del acuerdo del Consejo de Ministros de 3 de noviembre de 2020, autorizando la aprobación de la operación de respaldo público temporal solicitado por dicha compañía, a través de un préstamo participativo (240 millones de euros) y un préstamo ordinario (235 millones). Conforme a lo establecido en el acuerdo del Consejo de Ministros de 21 de julio de 2020, por el que se establece el funcionamiento del Fondo de apoyo a la solvencia de empresas estratégicas, y que proporcionó ayuda a docenas de compañías.
Medios de comunicación, parlamentarios, periodistas y opinantes de toda laya y condición, se han lanzado con fruición, y en ocasiones con tono injurioso, a calificar esta decisión del Gobierno como un rescate. Y yo pregunto: ¿Qué semejanza existe? De las diversas acepciones de la palabra rescate, cinco, que figuran en el diccionario de la RAE, ninguna se acomoda a este caso. La más importante, la primera, indica: «Acción y efecto de rescatar» y, como sinónimos, «recuperación o restitución de algo perdido», «liberación, de un preso o rehén», «salvamento de un accidentado».
Y no podía ser de otro modo, por cuanto la operación relativa a Air Europa es un simple préstamo, que se ha de reintegrar en un plazo máximo de seis años con los intereses correspondientes.
¿Qué regalo o trato de favor hay aquí? ¿No es cierto que Air Europa es una empresa estratégica que cuando se vio afectada por la pandemia tenía 10.000 empleados, era la segunda aerolínea española y volaba a 60 países y que, sin este préstamo, quedaría abocada al cierre, pues durante meses tuvo que suspender su actividad?
El Gobierno español actuó correctamente en este caso, como hicieron todos los europeos. Además, esta operación ha sido avalada tanto por el Tribunal de Cuentas de España como por el de la Unión Europea.
Otra compañía aérea recibió también respaldo público, Air Nostrum, por importe de 110 millones de euros, sin que haya habido crítica alguna. ¿De verdad pensamos que otro Gobierno hubiera actuado de modo distinto? Imaginemos, lo que es mucho imaginar, que el Ejecutivo hubiera estado presidido por el señor Feijóo. ¿Qué decisión habría adoptado? Sin duda alguna, la misma. Aquí, como se ve, todo vale para hacer oposición, incluidas acciones que representan una flagrante contradicción con la realidad y las necesidades de la economía española, como se ve en este caso.
Como se sabe, Miguel de Cervantes adoraba la poesía y quiso ejercitarse en ella, aunque con peores resultados que los conseguidos con su excelsa prosa.
No obstante, algunos de sus poemas sí que fueron de notable calidad. En particular, el más conocido de todos, el soneto titulado: «Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla», aquel que principiaba con la siguiente estrofa: «Voto a Dios que me espanta esta grandeza». El soneto, cargado de ironía, pues poco debía Cervantes a Felipe II, como la inmensa mayoría de los españoles, salvo el 1% que vivía y holgaba a cuenta del sufrimiento de los demás, finalizaba así: «Y luego, in continente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada».
Cuidado señor Feijóo, no le ocurra lo mismo.
Jesús Caldera Sánchez-Capitán es exministro del PSOE
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