Andalucía
Rubalcaba cruza el ecuador, pese al PSOE
Logra mantener el timón, a pesar de las crisis internas y las encuestas adversas
Tomó las riendas del PSOE tras uno de los congresos más convulsos que se recuerdan, dos derrotas electorales consecutivas, la pérdida de cuatro millones de votantes, una depresión profunda de la militancia y la peor representación parlamentaria de la historia reciente del socialismo (110 diputados). Dos años después, las encuestas no sitúan al PSOE ni de lejos a velocidad de crucero, las bases no ven la salida del túnel y el partido, aunque ha restañado algunas heridas, se debate entre quienes piden cambio y quienes dudan si en un momento en el que se tambalean los cimientos del Estado conviene hacer mudanzas. Alfredo Pérez Rubalcaba no da ni una pista sobre su futuro inmediato, aunque la apuesta mayoritaria es que no pujará por el cartel electoral, seguro. Si sigue o no en la secretaría general tras las primarias dependerá de quién sea el vencedor de la consulta y de si Andalucía está dispuesta o no a forzar en el primero trimestre de 2015 un congreso extraordinario, una vez que haya candidato para las generales.
En todo caso, se cumplen hoy dos años del Congreso Federal de Sevilla y Rubalcaba cruza el ecuador moderadamente satisfecho. Y eso que desde el día siguiente a aquél 4 de febrero en que el cántabro se impuso por 22 votos y tras un recuento de infarto a la ex ministra Carme Chacón, no pocos han cejado en el intento de que desistiera. El eterno perdedor de quinielas ganó su apuesta más arriesgada: lo había sido casi todo en política y se jugaba a una sola carta el final de una diltada carrera. Los socialistas votaron seguridad frente a imprecisión; veteranía frente a juventud; contenido frente a emociones... «No me van a quebrar», dijo entonces para anunciar el ejercicio de un liderazgo fuerte y presentarse como el piloto de un cambio interno que tenía como objetivo recomponer el partido («Hacer que el PSOE cambie para que siga siendo el PSOE») y volver a lograr mayorías electorales.
Dos años después, desde la dirección federal (Rubalcaba pidió ayer 24 horas para pensar un frase con la que hacer balance y el mismo tiempo para anunciar cómo le gustaría acabar el mandato dentro de dos años) cree haber cumplido con los compromisos de Sevilla: mantener el timón, «contra viento y marea», renovar las bases del proyecto político con la Conferencia de noviembre e impular las primarias abiertas que elegirán al próximo candidato a la presidencia del Gobierno, si bien reconocen que en el debe queda anotado ganar espacio electoral.
Todo, pese a un camino, no exento de dificultades y contestación interna porque si el mandato comenzó con una difícil cohabitación con la poderosa federación andaluza por haber apoyado mayoritariamente a Chacón en el congreso, siguió con la petición expresa de Tomás Gómez de que diera un paso atrás y convocara un cónclave extraordinario. En medio, no pocas crisis internas: ora la renuncia de Pepe Griñán y el puslo del PSC por el «derecho a decidir», ora los movimientos de Patxi López en busca de apoyos; ora la rebelión de los barones para adelantar las primarias... Un «no parar» de piedras y zancadillas. Pese al PSOE, Rubalcaba se mantiene. Y lo hace seguro de que ha trabajado «con dificultades, pero con rigor», que ha enderezado la antaño tensa relación con el PSC tras desprenderse éste de la mochila soberanista y situado al partido en buena dirección ante las eleccioness europeas. Todo con la contribución de un PP que ha abierto un espacio inesperado para el debate sobre derechos y libertades que contribuye, según los dirigentes de Ferraz, a demostrar que PSOE y PP no son lo mismo.
La incapacidad para vender un proyecto económico alternativo al de la derecha sigue siendo el gran quebradero de cabeza de los socialistas, conocedores de que arrastran dos periodos de gobierno socialista cuyo fuerte no fue precisamente la gestión económica. En las elecciones europeas y sobre todo en las municipales y autonómicas es cuando el PSOE se ha propuesto que la gente visualice su alternativa fiscal y ecoómica.
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