Opinión

Tolerantes con lo intolerable

Es una pena que la sociedad acepte la hipocresía y mentira

Ljubljana (Slovenia), 16/04/2024.- Spanish Prime Minister Pedro Sanchez poses for a photo ahead of a meeting with Slovenia's prime minsiter in Ljubljana, Slovenia, 16 April 2024. The Spanish prime minister is on an official visit to Slovenia. (Eslovenia, España) EFE/EPA/IGOR KUPLJENIK
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita a EsloveniaIGOR KUPLJENIKAgencia EFE

Es una pena que la sociedad se haya acostumbrado a convivir y aceptar la hipocresía como algo natural. Que consienta el cambio de opinión permanente de Sánchez y no consienta la impuntualidad de un autobús o la espera en una sala de espera, que lleva implícito la espera, más de diez minutos.

Una sociedad que permite a la máxima autoridad fiscal decidir qué denuncia debe admitirse a trámite, quién debe comparecer en una comisión de investigación, y no admite que un conductor no esté atento al semáforo en verde.

Una sociedad que permita que le dicten qué está bien o está mal, qué es correcto y qué es incorrecto, que asuma que lo que por el día puede ser democrático, por la noche deje de serlo, cómo hay que vestirse, de qué y cómo hablar; que no se oponga a que nos quieran cambiar los recuerdos y la memoria. Una sociedad que no soporta la mentira en su ámbito privado, pero consiente los cambios de opinión y la manipulación del gobierno.

¿Tan miopes, ruines y miserables somos?¿Tan estúpidos para quedarnos solo con lo que suena bien y eliminar lo que desafina? ¿En serio, nos ponemos como unos energúmenos con una caída puntual de WhatsApp y vamos a permitir que el de los Falcón, la de la plancha y los trajes, nos sometan a su voluntad?

La paradoja de Popper dice que, si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante será reducida por los intolerantes, pero que, para ser tolerante, la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia.

Tolerar la intolerancia es mucho peor que la intolerancia en sí misma. Si la sociedad no es exigente con el que gobierna, tolera lo intolerable, no ve más allá de su ombligo, está cometiendo uno de los mayores crímenes que puede cometer como sociedad.