Pasillos del Poder
El último Pleno del curso alienta el optimismo en el PP: "Elecciones en otoño"
La derrota del Gobierno en un decreto clave levantó la moral de los populares en una jornada en la que Borja Sémper fue protagonista
Acudió a votar José Luis Ábalos al último Pleno del curso político. Su presencia en el Congreso de los Diputados casi siempre suele ser síntoma de que el Gobierno está en apuros parlamentarios. Lo reglamentario, vaya. Este martes, epílogo del periodo de sesiones, el marcador quedó con «seis de siete» en favor de la Moncloa, se regodeó Pedro Sánchez.
Pero en el tintero quedó un decreto clave: el que aprobó el Consejo de Ministros a raíz del apagón del pasado mes de abril. Había sido negociado con el sector eléctrico, que disparó la presión sobre los grupos. Pero Podemos dijo no, luego se sumaron BNG y Junts, y cuando el desempate quedó en manos del PP, Alberto Núñez Feijóo giró el pulgar hacia abajo.
Dentro de su bancada había voces que le animaban a una abstención para permitir que la norma saliera adelante, aunque la consigna es clara: nada de oxígeno a una legislatura que, justo en su ecuador, en el PP quieren dar por muerta. Finalizada la votación, los diputados de la bancada popular abandonaron el Hemiciclo risueños.
«Elecciones en otoño», recalcaban desde Génova, donde aseguran que el rechazo al decreto «anti-apagones, en realidad, es la mayor constatación de que hay un apagón legislativo. «La derrota es total», sintetizan en la cúpula. Especialmente, porque la intención inicial del Gobierno con esta sesión era «aprobar la ley Bolaños, la rebaja de la jornada laboral al margen de los acuerdos entre la patronal de empresarios y trabajadores y un decreto para evitar apagones», y el resultado final es que no se consiguió nada.
Por tanto, en el PP se abonan a la tesis de que la legislatura no da más de sí y que toca ir a las urnas ya. «Sánchez tuvo votos para llegar, pero no tiene votos para seguir. Por la indignidad de un Gobierno asediado por la corrupción y por su incapacidad, no ya para aprobar Presupuestos, sino para sacar adelante un simple decreto, debe convocar elecciones de forma inmediata».
Los diputados del PP le reprochan a Abascal las críticas
Los ánimos en el grupo popular fueron in crescendo. A primera hora, el fantasma de Cristóbal Montoro apareció en las conversaciones de los dirigentes del partido, que admitían su «preocupación» porque su imputación puede impulsar a Vox. «A este ritmo, Santiago Abascal va a ir como un cohete», lamentaba un diputado popular.
El presidente del partido verde no ha tenido ningún reparo en aprovechar este escándalo para atacar al PP, al que mimetiza con el PSOE en una clara estrategia para diferenciarse del «bipartidismo». Quienes antaño fueron sus compañeros de partido aprovecharon el reencuentro para reprocharle sus palabras y pedirle que «afloje» con el exministro de Hacienda, una de las figuras de la derecha más controvertidas en las últimas décadas.
Empezó el Pleno a las once de la mañana con los pasillos desérticos. Apenas unos cuantos por el patio. Se empezó a animar el día cuando se acercó la hora de comer. Bajó un autobús de Hazte Oír con la cara de Sánchez y la inscripción «corrupto» y se escucho una algarabía al otro lado de la verja. «Esto parece un carnaval», afirmó un chistoso Carlos Aragonés.
A media tarde, el PP, que llevaba días jugando al despiste, desveló el sentido de su voto en el decreto energético y poco después, en los discursos, se confirmó la derrota del Gobierno. Una mayoría de 183 diputados conformada por PP, Vox, Junts, Podemos, UPN y BNG mandó al patíbulo una norma clave y despertó la moral de los populares, que llevarán su propia proposición de ley para satisfacer las demandas del sector energético.
Poco antes de que empezara a sonar la sirena que anunciaba la votación, apareció Borja Sémper por la Carrera de San Jerónimo. Enfundado en su traje de luces. Ya lidia con el toro negro del cáncer. Por prescripción médica, el portavoz popular debe cuidarse con la higiene, pero pudo el cariño de políticos y periodistas, que le recibieron con abrazos y mensajes de ánimo. Se marchó con una pulsera morada en la muñeca derecha, que le había traído una colega diputada. Es del cristo de la Salud, al que besó con Fe. «Ya creo en todo».