J.M.Zuloaga

Unos disturbios que no tienen nada de espontáneos

Unos disturbios que no tienen nada de espontáneos
Unos disturbios que no tienen nada de espontáneoslarazon

Los disturbios protagonizados en Cataluña estaban previamente organizados y respondían a unos patrones establecidos, en los que se combinaban acciones ya previstas y anunciadas, con otras de tipo “sorpresa”, sobre todo a la hora de cortar vías de comunicación.

A través de redes sociales se dio el “banderazo” de salida, por parte de estudiantes universitarios e, incluso, se ordenó el final de los disturbios, todo ello con la mayor impunidad. Llama la atención que algunas de estas redes, tan prestas a suspender cuentas a la mínima “infracción”, las hayan mantenido abiertas.

Los “cederros”, militantes de los Comités de Defensa de la República (CDR), han seguido, tal y como adelantó LA RAZÓN, en algunos aspectos, el “manual” de los que han protagonizado las protestas en Hong Kong en los últimos tiempos.Las acciones han sido móviles, en distintos lugares, para dificultar el trabajo de las Fuerzas de Seguridad; han comunicado las consignas a través de redes sociales; se han empleado con violencia en los enfrentamientos con la Policía; y hasta han organizado un sistema de suministro de comida y materiales para los que se encontraban en algunos lugares donde se realizaban las protestas.

Por lo tanto, lo ocurrido en Cataluña no se puede considerar como producto de movimientos espontáneos de ciudadanos enfurecidos por la sentencia del Tribunal Supremo. Todo estaba organizado, lo que demuestra que los CDR, con sus plataformas mediáticas, como Tsunamic Democrático, responde a unos planes que requieren de una organización

jerarquizada.

La reciente operación de la Guardia Civil contra una célula violenta de los CDR ya demostró que esa jerarquización existe, un hecho preocupante por lo que supone de salto cualitativo en el devenir del separatismo catalán.

Los disturbios han puesto de relieve, en cualquier caso, cómo unos pocos pueden alterar la vida de cientos de miles de ciudadanos cuando acuden a trabajar, a coger un avión, a realizar un transporte o, simplemente, regresar a sus hogares.

Las concentraciones, protagonizadas, según distintas fuentes, por entre 8.000 y 10.000 personas, se han combinado con cortes de circulación en los que participaban unas decenas de personas, a las que nadie impedía alterar el orden público. El caos circulatorio que provocaban era desproporcionado con respecto al esfuerzo que realizaban, pero lograban que se visualizara una cierta situación de caos.

Otra de las consignas “hongkonianas”, repetidas por las redes sociales, en el sentido de grabar las acciones policiales para restablecer el orden público, con el fin de poder denunciar después supuestas “brutalidades, se han cumplido escrupulosamente.

Esta noche, los organizadores anunciaban que mañana continuarán los disturbios. Fuentes de la investigación consultadas por LA RAZÓN, señalaron que los que están detrás de las protestas pretenden concentrar toda la fuerza posible el jueves y el viernes, en el que se esperan acciones de mayor envergadura.

La actuación de los Mossos D’Esquadra y del Cuerpo Nacional de Policía, cuando ha sido necesario, ha sido importante para evitar males mayores y para que instalaciones críticas, como aeropuertos, las estaciones de ferrocarril y edificios oficiales, no fueran “tomados”por los alborotadores. Sin embargo, con ser plausible este trabajo se ha demostrado que en los próximos días sería necesario un mayor despliegue con el fin de evitar esos cortes de circulación que protagonizan unos pocos y que tanto daño causan a la vida ciudadana.

No se puede presentar como una “protesta pacífica” lo que no lo ha sido y provocado una alteración del orden público que ha provocado problemas a una gran cantidad de ciudadanos.