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Covid-19

Por qué algunas personas no tienen ningún miedo a contagiarse y otras tienen pánico.

La manera en la que se responde emocionalmente frente al estrés durante la pandemia del COVID-19 puede depender de varios factores, entre los que se encuentran los antecedentes, el apoyo social de familiares o amigos, la situación financiera, la salud y antecedente emocional, la zona en la que vive, etc...

Personas pasean por Sevilla en una jornada caracterizada por la reducción de pacientes ingresados Manuel Olmedo

La mente, el procesamiento de emociones, la gestión de las mismas y la intensidad dependen de diversos factores en la vida cotidiana de cada persona de una manera propia y particular, y si a esto le sumamos un factor estresor como un virus desconocido, que no es controlable, poco predecible, agresivo y sin histórico previo de su comportamiento, esto suena a “apocalipsis” o a película de miedo.

El miedo es visceral, es muy orgánico, no se piensa. Lo que sucede con el miedo en ocasiones es que o arrasa si toca pilares de nuestra seguridad como está siendo esta pandemia que ha tocado los pilares centrales de salud, relaciones y economía. Y a veces lo que sucede es que el miedo es tan intenso o no nos apetece vivirlo, que el cuerpo frente a una crisis importante se va al otro extremo, al de negar lo que sucede, a hacer una negación, por lo tanto el comportamiento de estas personas no será para nada igual que el de las personas que están sufriendo un pánico y una angustia intensa. no está incluso negándolo, o viene como algo fuerte porque toca un pilar central: La salud y la economía.

El miedo puede deberse a varias causas, en este caso viene acompañado de estrés, de incertidumbre, pánico y ansiedad. También ha influido en la gestión emocional y en el impacto sobre nuestro estado interno de manera considerable la vivencia de lo que hayas tenido alrededor y lo que hayas visto o experimentado en primera persona.

Las reacciones emocionales en este momento pueden incluir:

· Sentimientos encontrados, incluida la sensación de alivio con la desescalada aunque esta también traiga desconcierto, alegría, miedo, incertidumbre….

· Rechazo a las personas que no conocemos y nos encontramos en la calle o en el supermercado. Pare e desarrollarse confianza solo en los círculos de conocidos, todo aquel que no conocemos parece generarnos la sensación de infección y si encima no lleva mascarilla, supone una amenaza que nos genera miedo y rabia.

· Temor y preocupación por la salud propia y la salud de nuestros seres queridos.

· Estrés a raíz de la experiencia de tener COVID-19 o pensar que lo tienes por sintomatología similar y tener chequeos hasta que ya no lo has tenido.

· Tristeza, rabia, miedo, excesiva sensación de responsabilidad o frustración porque sus amigos o sus seres queridos tienen temor de contraer la enfermedad por tener contacto con usted, aun cuando se haya determinado que usted puede estar rodeado de personas.

· Culpa o impotencia por no poder desempeñar tareas habituales o responsabilidades familiares, laborales a raíz de todos estos cambios que estamos viviendo.

· Preocupación ante la posibilidad de volver a infectarse o enfermarse nuevamente aunque ya haya tenido COVID-19.

· Otros cambios en la salud emocional o mental.

La intensidad del miedo depende de la edad también que se tenga y de las circunstancias vitales de cada persona, no es lo mismo ser una persona por encima de 70 años, que ser un adolescente, que ser un niño, o tener una familia, o tener a alguien enfermo y de riesgo cerca.

El miedo al contagio es una realidad con la que convivimos, y aunque el 70% de los españoles encuestados para un estudio estadístico ha admitido tener miedo de contagiarse por Covid-19 en su entorno más cercano, sólo el 25% de la población consultada percibe este riesgo de contagio como alto.

Es mas parece que actualmente incluso en algunos casos con la incorporación a la nueva normalidad y la rápida desescalada que muchos describen como excesivamente acelerada, hay dos estilos principales de afrontamiento de la situación que están en extremos de pensamiento, emociones y acción:

1. En un extremo estarían aquellos que quieren vida normal ya, y miran hacia otro lado, que tienen el pensamiento excesivamente optimista y confiado, un tanto mágico, sintiendo que esto ya ha pasado y que nada a suceder o incluso en algunos casos no queriendo ni tocar el tema, y negándolo con la actitud de vida divertida y veraniega normal de siempre.

2. Y por otro lado está el otro extremo que además reacciona a estas conductas y las percibe como insolidarias, irresponsables y sancionables, siendo además personas que rozan el pánico al contagio, viven en un quiero y no puedo, en una sensación de incertidumbre muy incómoda, y esta situación les angustia muchísimo, llegando a presentar fobia social, odio y rabia hacia las personas que no respetan la norma, ansiedad generalizada con mucho malestar por la cantidad de información y amenaza percibida, e incluso sintiendo pánico a relacionarse y salir a la calle.

Y llama la atención de los datos estadísticos reclutados recientemente que sólo el 25% de la población consultada percibe este riesgo de contagio como alto, es decir existe una gran parte de la población que lo ve como algo lejano y ajeno a sus vidas que sólo les hubiera pasado a otros.

En relación a las medidas de protección individual recomendadas, se extrae que el 73% de las personas encuestadas lleva mascarilla cuando sale de su domicilio frente al 16% que declara no utilizar ningún tipo de accesorio de protección como guantes o mascarillas.

Alternativas saludables para sobrellevar el estrés

1. Saber qué hacer si se comienza a sentir enfermo y le preocupa tener el COVID-19, lo más recomendable es acudir al médico y saber su diagnóstico además de dónde y cómo acceder a un tratamiento, a otros recursos y servicios de apoyo.

2. Cuidar la salud emocional. El hecho de cuidar su salud emocional lo ayudará a pensar con claridad y reaccionar ante la necesidad urgente de protegerse y proteger a su familia.

3. Realizar descansos y evitar en exceso, ver, leer o escuchar las noticias. Esto incluye redes sociales. Escuchar hablar de la pandemia reiteradamente puede afectarlo.

4. Cuidar y atender al cuerpo con relajación, respiración, alimentación saludable, cuidando su sueño y el ejercicio físico consciente y regular.

5. Dedicar un tiempo para distraerse: es importante hacer otras actividades que le hagan disfrutar y le mantengan entretenido y relajado.

6. Cuidar dentro de la normativa las relaciones con otras personas. Relacionarnos con personas que nos aporten que nos sumen, que nos hagan reír, o que nos escuchen; Socializar de una manera saludable es un indicador de salud y un antidepresivo natural muy sano.

7. Estar correctamente informados y no hacer caso de rumores o bulos puede ayudar mucho a mantenernos en equilibrio, y actuar con sensatez y tranquilidad.

Y recuerda que lo ideal para este momento, para poder atravesarlo de una manera razonable, sensata, madura y mantenernos en el equilibrio y el respeto, es que pudiéramos ser conscientes del momento que vivimos, saber que sentir miedo e incertidumbre forma parte de algo normal y natural, que recordar lo importante que es cada granito de arena individual nos ayudara a respetar la norma y comprender que es importante cuidar de nuestra salud y ser solidarios con la salud de la sociedad.

Pero al mismo tiempo que respetamos y cuidamos de nosotros y de los demás, estar muy atentos a cuidar nuestra salud emocional y mental, gestionando nuestras emociones para que no se desvíen, pudiendo afrontar la prevención del pánico y la fobia a las personas y la enfermedad y quedarnos en la gestión del miedo y la incertidumbre como algo normal de este proceso.

Ana Asensio

Psicóloga y fundadora de Vidas en Positivo

www.vidasenpositivo.com