Familia

Amigo imaginario en niños: por qué aparece y qué significa realmente

Investigaciones señalan que alrededor del 65% de los niños crean un amigo imaginario antes de los 7 años

Niña jugando con peluche
Niña jugando con pelucheRDNE Stock project

Si tu hijo tiene un amigo imaginario, no hay motivo para alarmarse. Esta experiencia es mucho más habitual de lo que parece y forma parte natural del desarrollo infantil. De hecho, investigaciones señalan que alrededor del 65% de los niños crean un amigo imaginario antes de los 7 años, lo que demuestra que es un fenómeno común y saludable.

Un amigo imaginario es un personaje inventado por el niño —ya sea una persona, un animal o incluso un objeto con características humanas— con el que juega, conversa y expresa emociones. Esta figura cumple una función importante:

  • ayuda al pequeño a comprender el mundo,

  • potencia sus habilidades sociales,

  • y le permite practicar la resolución de conflictos en un entorno seguro.

Lejos de ser una señal de problemas, estos compañeros invisibles permiten que los niños exploren emociones, enfrenten miedos y desarrollen su creatividad. A través de ellos también practican la empatía y ensayan diferentes formas de relacionarse con los demás.

Cómo pueden acompañar los padres este proceso

Para los padres, lo más recomendable es acompañar esta etapa con apertura y sin prejuicios. Mostrar interés por el amigo imaginario fortalece la confianza y mejora la comunicación con el niño. Validar su existencia no refuerza la fantasía, sino que demuestra respeto por su mundo interior y apoya el desarrollo de su imaginación.

Cuándo prestar atención

Aunque los amigos imaginarios son positivos en la mayoría de los casos, conviene observar algunas señales:

  • si el niño los usa constantemente para evitar relacionarse con otros,

  • o si tiene dificultades para diferenciar la fantasía de la realidad.

En estos casos, consultar a un especialista puede ser útil para ofrecer el apoyo adecuado.

El amigo imaginario es un recurso natural y enriquecedor que contribuye al crecimiento emocional y social de los niños. Entenderlo como una fase normal del desarrollo infantil es clave para acompañar a nuestros hijos con comprensión, respeto y amor.