Energía

Una 'startup' logra un hito tecnológico sin precedentes que cambiará todo: han logrado una mayor presión que la de la corteza terrestre

Desde Estados Unidos, Zap Energy ha pulverizado los registros de fusión nuclear al lograr presiones diez veces mayores que en la Fosa de las Marianas con su dispositivo FuZE-3, un paso crucial hacia la ansiada obtención de energía limpia

Una 'startup' logra un hito tecnológico sin precedentes que cambiará todo: han logrado una mayor presión que la de la corteza terrestre
Una 'startup' logra un hito tecnológico sin precedentes que cambiará todo: han logrado una mayor presión que la de la corteza terrestreZap Energy

Alcanzar el punto de equilibrio energético, ese momento crítico en el que la energía obtenida de una reacción supera a la consumida para provocarla, es el gran horizonte que persigue la física moderna. En Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, la empresa Zap Energy ha dado un paso de gigante hacia ese objetivo, conocido técnicamente como Q > 1, demostrando que no siempre hacen falta infraestructuras faraónicas para lograrlo. Su dispositivo FuZE-3 ha conseguido unos resultados que validan una arquitectura mucho más compacta, acercándonos un poco más a una fuente de energía limpia y segura. Esta búsqueda de alternativas energéticas no se limita a los grandes laboratorios, ya que también se exploran soluciones a escala doméstica como la pequeña turbina eólica que puede generar electricidad en casa.

En este sentido, la tecnología empleada se aleja de los reactores convencionales que utilizan láseres de enorme potencia o bobinas magnéticas complejas. El sistema de esta compañía norteamericana apuesta por una configuración denominada "Z pinch" estabilizado por flujo cizallado, que confina el plasma en una columna delgada. La gran diferencia respecto a intentos fallidos del pasado radica en la implementación de un novedoso tercer electrodo, una pieza de ingeniería que ha resultado fundamental para el éxito del experimento.

De hecho, gracias a esta modificación en el hardware, los ingenieros han logrado un control sin precedentes sobre el proceso. Este componente permite manejar de forma independiente tanto la aceleración como la compresión del plasma, lo que soluciona los problemas de inestabilidad que históricamente habían lastrado a los reactores compactos. Se trata de una solución elegante que simplifica la maquinaria y reduce los costes, ofreciendo una alternativa viable a los gigantescos reactores convencionales. Esta tendencia hacia la miniaturización y la eficiencia no es exclusiva del campo energético, pues ya se está aplicando en otros sectores como demuestra la robótica en miniatura que podría sustituir a las grandes fábricas.

Cifras de récord histórico

Por consiguiente, los datos obtenidos tras las pruebas son sencillamente abrumadores y marcan un hito en la física de altas energías. Según informan desde el medio especializado Interesting Engineering, el dispositivo logró mantener estas condiciones extremas durante un microsegundo, un lapso que puede parecernos efímero, pero que es un mundo en este campo científico. Las mediciones registraron una presión total del plasma de aproximadamente 1,6 gigapascales, un rendimiento nunca antes visto en un sistema de estas características. Se trata de un logro que se suma a otros avances recientes que desafían nuestra comprensión de la materia, como la creación del primer cristal de tiempo visible al ojo humano.

Asimismo, para comprender la magnitud real de esta fuerza, es necesario buscar comparaciones en la naturaleza que nos resulten familiares. Estamos hablando de una intensidad equivalente a 10.000 veces la presión atmosférica al nivel del mar. Si descendiéramos a los abismos oceánicos más profundos del planeta, concretamente al fondo de la Fosa de las Marianas, la presión generada en el reactor FuZE-3 seguiría siendo diez veces superior a la que aplastaría cualquier objeto en ese lugar.

Finalmente, el calor generado en el interior de este dispositivo no se queda atrás en cuanto a espectacularidad. Durante el experimento, se alcanzaron temperaturas superiores a los 11,6 millones de grados Celsius, creando un entorno infernal necesario para la fusión de los núcleos atómicos. Con una densidad de electrones oscilante, este avance confirma que existen caminos alternativos y altamente eficientes para intentar domesticar, de una vez por todas, la energía de las estrellas aquí en la Tierra.