
Calefacción
¿Cómo se calentaban los palacios en la Edad Media? La técnica para combatir el frío en la Alhambra
El inesperado sistema medieval y práctico que usaban los nazaríes para calentar el palacio granadino

La Alhambra, joya nazarí declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es también un sorprendente ejemplo de arquitectura bioclimática. En los veranos granadinos, donde las temperaturas pueden superar los 40 grados, el recinto mantiene una notable frescura que puede superar los 40 grados. El recinto mantiene una notable frescura gracias a su diseño milimétrico. Patios sombreados, albercas, vegetación abundante y un estudiado juego de corrientes de aire crean un sistema natural de refrigeración.
Uno de los elementos más destacados es el llamado "techo linterna", una cubierta con aperturas superiores que permite evacuar el aire caliente y actúa como un primitivo pero eficaz sistema de "aire acondicionado", tal y como explica Antonio Peral, arquitecto de la Alhambra.
Un microclima estudiado por expertos
El interés por estas soluciones pasivas ha llevado a investigadores y universidades a analizar con detalle el comportamiento térmico del monumento. El Proyecto Sonbio, de la Universidad de Granada, ha demostrado que la Alhambra posee variaciones térmicas superiores a diez grados en un mismo día.
Según Diego Pablo Ruiz, investigador del Departamento de Física Aplicada y coordinador del estudio, el conjunto nazarí genera su propio microclima, fruto del equilibrio entre arquitectura, agua y entorno natural.
Un sistema medieval para combatir el frío
El ingenio térmico de los nazaríes también se hacía notar en invierno, cuando las temperaturas en Granada bajan con frecuencia de cero grados. Para suavizar el ambiente en los palacios, se diseñó un sistema de calefacción que aprovechaba el aire caliente generado en los baños. Ese calor se canalizaba mediante tuberías hasta las yeserías, y desde allí se filtraba hacia las salas, logrando mitigar el frío.
Los baños nazaríes, situados al este del Palacio de Comares, siguen el modelo de las termas romanas. Al entrar, la primera estancia es la Sala de las Camas, equivalente al apoditerium, donde los usuarios se desvestían.

Todo esto sitúa a la Alhambra como una lección magistral de ingeniería ambiental adelantada a su tiempo. Sus soluciones para regular el calor y el frío, su capacidad para generar un microclima propio y la armonía conseguida entre arquitectura y naturaleza confirman que este monumento sigue siendo, siglos después, un referente mundial en belleza, innovación y sostenibilidad.
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