Educación

¿Deberes sí o deberes no? Dos expertas enfrentan dos posturas

Eva Millet y Eva Bailén sí coinciden en que hay que aplicar el sentido común

Eva Bailén es defensora de una racionalización de los deberes
Eva Bailén es defensora de una racionalización de los debereslarazon

La CEAPA lanza de nuevo la campaña #stopdeberes y, de nuevo, la polémica. El 48% de los padres secunda la propuesta frente al otro 52%.

Volvemos a tener sobre el tapete la discusión ¿deberes sí o deberes no? La CEAPA lanza de nuevo la campaña #stopdeberes y, de nuevo, la polémica y es que la secundan el 48% de los padres frente al otro 52%. Hemos hablado con dos figuras relevantes sobre este tema. Por un lado con Eva Bailén, defensora de una racionalización de los deberes y con Eva Millet, que aboga por deberes sí. Ambas, sin embargo, coinciden en dos puntos: racionalización y sentido común.

Eva Bailén es ingeniera de telecomunicaciones y la creadora de la campaña en change.org. por la racionalización (que no supresión) de los deberes. Dejó su carrera profesional anterior para centrarse a lo que para ella es ahora mismo su pasión: la educación (y también las nuevas tecnologías y la escritura).

Eva Bailén lo deja claro en una entrevista telefónica: “No digo: deberes no, de manera rotunda, digo que deberes sí depende de las edades y los niños, es decir, abogo por una personalización porque no todos los niños son iguales. No es lo mismo un niño de primaria que uno de secundaria ni uno de primero que uno de sexto pero, si tiene que haber, entonces que no sean repetitivos. Sobre todo estoy en contra de esto último, repetitivos y mecánicos, iguales para toda la clase, como por ejemplo copiar listas de vocabulario. Me parecen alienantes”

¿Y qué opina de la memorización en primaria? “Depende de qué se tenga que memorizar, por ejemplo un poema a la semana me parece bien, lo que sí me parece mal es que memoricen solo para vomitar en un examen y que luego lo olvidas. Ese tipo de memorización no tiene sentido. Pero la memoria forma parte del aprendizaje, claro”

Ante el ejemplo de las tablas de multiplicar, Bailén dice: “Sí hay que memorizarlas pero se puede hacer de otra manera, trabajándolas. Las tablas si las explicas de una manera manipulativa o con juegos como regletas, materiales Montessori...o con garbanzos como se hacía antes, es mejor, hay otras estrategias.

Muchos defensores de los deberes, sin embargo, dicen que la culpa es de tantas actividades extraescolares, que quizás reduciendo esas jornadas tan largas, no habría tanto problema. Bailén opina que “Muchos deberes los piden los padres para tenerlos más entretenidos pero creo que es responsabilidad del adulto la de no sobrecargar a los niños aunque, precisa, también lo es del docente saber el tiempo que necesitan los estudiantes para hacer lo que les has propuesto”. También recuerda que hay muchos padres que sí que quieren deberes “porque creen que así irán mejor preparados o para tenerlos entretenidos. El error más grande que se está cometiendo es la homogenización”.

Sobre las ventajas que tienen los deberes para fomentar hábitos, Bailén considera que “son demasiado pequeños. De hecho hay estudios que demuestran que no repercute en el éxito. Con seis años ya tiene bastante con ir al colegio. Hasta 5 de primaria no me parecen adecuados salvo excepciones como, por ejemplo si en el aula se desarrolla un proyecto y los implicas para que sigan en casa sí es positivo. Si lo conviertes en rutina es contraproducente, sobre todo con los niños de altas capacidades. Una manera de poner deberes que no me disgusta es con margen de tiempo; por ejemplo, con una semana para entregarlos y así no repercute tanto en la vida familiar (por ejemplo si hay que ir al dentista, a un cumpleaños...) y, además, les enseña a organizarse.

Eva Millet

Eva Millet, autora de Hiperpaternidad e Hiperniños: ¿hijos perfectos o hiponiños? (ed. Plataforma) Y del blog www.educa2.info, se muestra partidaria de que sí existan los deberes.

“Creo que exigir una educación sin deberes es un síntoma de hiperpaternidad. Los deberes, puestos con mesura y de acuerdo a las edades —no es lo mismo un alumno de segundo de primaria que uno de sexto—, consolidan los conocimientos y ayudan a crear hábitos de estudio, fundamentales en la vida escolar y universitaria. Y también, ¿por qué no?, pueden contribuir a la autoestima del niño, que ha completado bien una tarea y la ha entregado a tiempo.

Pero hoy se ven como un drama: una injerencia en la vida familiar y una sobrecarga al alumno. Yo, personalmente, veo una injerencia el que los padres les digan a las escuelas si han de poner deberes o no: se cruzan las líneas rojas entre colaboración e intromisión, que no benefician a nadie. Quizás, para evitar problemas, los colegios deberían tener una política clara de deberes e informar de ella. Eso sería fundamental.

Que los niños pequeños hoy van sobrecargados no es ningún secreto: pero, ojo, no solo de «deberes». Hay una sobrecarga de actividades extraescolares, puestas precozmente y facilitadas por los propios padres. Mientras los parques cada vez están más vacíos, los hiperniños con agendas de ministro van y vienen, en un frenesí que está convirtiendo las infancias en campos de entrenamiento. Y entonces se llega a casa tarde y agotado y sin tiempo para hacer los deberes, claro.

Dos posturas que parecen a priori diferentes pero que, el fondo, están bastante cercanas en lo esencial. Sin embargo el debate sigue abierto.