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La columna de Carla de la Lá

Deja de ser una madre abrumada para convertirte en una madre líder

La columna de Carla de la Lá

El pueblo de los malditos
El pueblo de los malditoslarazon

Es verdad que en los 80 se nos criaba con cierta negligencia, aún recuerdo los viajes en coche, sin cinturón, dando volteretas en el asiento de atrás, con mis hermanos, sacando los pies y las manos por las ventanillas... Pero lo de ahora, no sé cómo definirlo ¿niñocracia?

Es verdad que en los 80 se nos criaba con cierta negligencia, aún recuerdo los viajes en coche, sin cinturón, dando volteretas en el asiento de atrás, con mis hermanos, sacando los pies y las manos por las ventanillas... Pero lo de ahora, no sé cómo definirlo ¿niñocracia? Esta hiperatención, este escuchar al niño, todos callados, como si fuera Parménides, este complacer sus más ridículas apetencias como si le acabaran de diagnosticar la malaria, este despliegue de medios materiales y espirituales cada vez que se hace “pupa” como si le hubiera mordido un tiburón...

Pero lean, amigos, y olviden a sus graciosas majestades infantiles, que parece que estar en casa es malo, y ver la tele es malo, y jugar con sus juguetes es malo, no se vayan a traumatizar, o algo peor: no se vayan a aburrir.


Los psiquiatras dicen que nuestros niños, criados con "apego", serán más felices que nosotros; ya lo veremos. Según un estudio Barna el 19% de las mujeres reconocen no estar muy satisfechas como madres y 8 de cada 10 se sienten abrumadas por el estrés en este régimen donde los niños dictan las normas y los padres obedecen. No seamos ingenuos, aquí no mandan los políticos, ni los influencers, ni los ricos, ni los periodistas ¡qué va!: aquí mandan los niños.

Por mi parte, queridos, pienso que es mejor aplicar cierto sentido común a la maternidad (y paternidad) actual y les traigo un último y valioso hallazgo que he obtenido leyendo y pensando mucho pero sobre todo observando a lo largo de la última década mi propia evolución y la de mis hijos:

Las madres (y los padres) debemos convertirnos en líderes al más puro estilo Kennedy o Martin Luther King, como el Che Guevara o Nelson Mandela; la verdadera autoridad en casa no se basa en la repetición, y menos en la opresión, se basa en el liderazgo. Queridas, ¿se identifican con la madre gruñona y fatigada? Si quieren disfrutar de la educación de sus hijos y dejar de ser ese ser tedioso y castrador que llora entre colada y colada para después sonarse con un calcetín, aprendan de Churchill y de la Thatcher. Repasemos los hábitos de los famosos líderes y apliquémoslos a nuestra casa:

1. Construyen y persiguen una “visión”: hay que pensar en grande, visualizarnos en una situación más cómoda y un escenario mejor y guiar a nuestra familia en esa dirección.

2. Son generosos: la calidad de un líder no depende de la cantidad de personas que le sirven sino de la cantidad de personas a las que sirve él. El liderazgo, como la buena maternidad/paternidad es incompatible con el egoísmo, existe un propósito superior a nuestros objetivos personales, el bien común.

3. Son buenos comunicadores: olvídate de grandilocuencias u oraciones complejas. Sócrates lo decía, el que es incapaz de explicar algo con sencillez es que aún no lo entiende. Y no está bien castigar a los hijos por romper reglas que no conocen y no comprenden.

4. Inspiran: el líder hace que las personas le sigan de manera voluntaria, porque es creativo, divertido, sugerente, innovador, apasionado. Podemos sermonear, advertir, suplicar y hasta gritar con la cara roja, pero ¿estoy comunicando algo con ese palabrerío?

5. No discuten: debemos imponer autoridad mediante el respeto y el cariño pero jamás permitir que duden quién es el que manda. ¿Produce hijos más obedientes y felices nuestra obsesión por explicárselo todo? Abandonemos esa actitud lastimera de discutir con menores de edad. Eso sí, el líder lidera con el ejemplo, no bajo la arbitrariedad, ni la tiranía.

6. No insisten: un buen líder no es pesado ni reiterativo; pidamos las cosas una vez, cosas que sepamos que nuestros hijos son capaces de hacer. ¿Sabían que un niño que puede manejar un dispositivo electrónico como un móvil o una tablet es perfectamente capaz de poner el lavavajillas y la lavadora?

7. Principios y coherencia: el líder tiene clara su identidad, sus valores y se rige por unas normas éticas consistentes a las que es fiel. Si castigamos a un hijo el lunes por hacer x pero el viernes perdonamos habiendo hecho lo mismo, esto lo confunde y lo frustra.

8. No amenazan: no dejemos salir de nuestra boca ninguna amenaza que no estemos dispuestos a cumplir. ¿Produce hijos más obedientes y felices nuestra escalada verbal? Cuando se porten mal, las consecuencias han de ser tan rápidas, repentinas y decisivas que se lo piensen dos veces la próxima vez.

9. Controlan su ira: los líderes no ceden ante la presión cuando las cosas van mal y mucho menos son hipersensibles ante nimiedades. Es necesario separarse de las circunstancia y analizar; tal vez la razón de nuestro enfado nada tiene que ver con nuestros hijos.

10. Disfrutan: el que es líder goza y disfruta todo lo que hace y lo irradia a los demás. ¡Que tu familia perciba, recoja y resuene con tu tono vital y tu energía!. Además, es la única manera de enfrentar dificultades y superar crisis.

11. Mejoran:Las personas capaces de liderar están siempre buscando maneras de crecer y aprender. El padre o madre lideres escuchan recomendaciones, sugerencias y perciben ideas de sus hijos con humildad aunque no son negociadores. Ni sobornadores.