Crianza
Dejar que tu hijo haga lo que quiera: qué dice la psicología sobre una crianza sin límites
Descubre cómo fomentar la autonomía infantil sin perder la autoridad parental
¿Alguna vez has imaginado una educación sin la palabra “no”? Una crianza donde el niño decide por sí mismo qué hacer, qué comer o cómo vestirse. Aunque para muchos padres esto suene impensable, algunos expertos en psicología infantil aseguran que dar libertad a los hijos puede tener efectos positivos en su desarrollo.
¿Qué sucede cuando un niño no tiene prohibiciones?
Contrario a lo que muchos piensan, un niño sin reglas no se convierte en un pequeño tirano. No necesariamente comerá dulces sin parar o convertirá la casa en un caos. Según el psiquiatra infantil Dr. Stéphane Clerget, cuando no se imponen restricciones excesivas, los niños tienden a explorar, jugar y desarrollar su curiosidad natural.
“Un niño que se queda solo estará más inclinado a las actividades de ocio y exploración del mundo. Su curiosidad es la que lo impulsa”, explica el especialista en una entrevista con Doctissimo.
Libertad con límites: la clave del equilibrio
Permitir que tu hijo experimente por sí mismo no significa dejarlo hacer lo que quiera sin control. El objetivo es darle espacio para tomar decisiones, enfrentarse al error y aprender de la experiencia, sin perder la guía de los padres.
Ser un guía benevolente en lugar de una figura autoritaria ayuda al niño a comprender por sí mismo las consecuencias de sus actos. Así, desarrolla responsabilidad y autonomía sin sentirse reprimido.
“El papel del padre o madre es establecer límites, enseñar a convivir y a reconocer los propios límites. No se trata de imponer, sino de acompañar”, añade el Dr. Clerget.
La libertad no es permisividad
Desde fuera, una educación más flexible puede parecer permisiva, pero en realidad promueve el desarrollo del carácter, la empatía y la autoconfianza. Dejar espacio a la libertad no es sinónimo de debilidad, sino una oportunidad para que los niños se enfrenten a lo desconocido con seguridad y sin miedo.
Aprender a través de la experiencia
Muchos padres tienden a sobreproteger a sus hijos, resolviendo cada obstáculo por ellos. Sin embargo, permitir que se equivoquen o resuelvan pequeños problemas fortalece su autoestima y pensamiento crítico.
Cuando un niño aprende a levantarse tras una caída o a atarse los cordones sin ayuda, desarrolla autonomía, creatividad y capacidad de decisión. De hecho, una investigación de la Universidad de Stanford demostró que los niños criados en entornos más permisivos —en el buen sentido— presentan mejores habilidades sociales y mayor manejo del estrés durante la adolescencia.
Criar niños libres para formar adultos seguros
La meta final de la crianza no es tener hijos obedientes, sino formar adultos libres, seguros y emocionalmente estables. Darles espacio para decidir, equivocarse y aprender fortalece su confianza y los prepara para los retos de la vida.
En resumen, dejar que tu hijo haga lo que quiera no significa renunciar a la educación, sino enseñarle a ser responsable de su libertad. Acompañarlo, guiarlo y confiar en su capacidad de aprender por sí mismo es la verdadera clave de una crianza equilibrada.