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La columna de Carla de la Lá

Lo que no debes hacer ni decir jamás

La columna de Carla de la Lá

Lo que no debes hacer ni decir jamás
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El protocolo y las buenas maneras se desarrollaron paulatinamente en las distintas culturas para evitarnos sufrir las miserias de nuestros congéneres y de paso permitirles a ellos esquivar las nuestras.

El protocolo y las buenas maneras se desarrollaron paulatinamente en las distintas culturas para evitarnos sufrir las miserias de nuestros congéneres y de paso permitirles a ellos esquivar las nuestras. La cortesía y la sofisticación formal discurren paralelas y muy cercanas a los preceptos cristianos ¿saben? No es posible ser elegante siendo desconsiderando hacia los demás. Hacer sentir bien a los que nos rodean, o no hacerles sentir mal (algo muy parecido a la caridad) es un principio básico en lo que entendemos por corrección. La delicadeza de una sociedad es un indicador de su evolución intelectual y moral. Así como el buen estilo de una persona habla inequívocamente de su entendimiento y su sensibilidad.

Yo soy muy de las formas y de la solemnidad y de la evolución y de la ganancia antropológica, y tengo claro que sin estas pautas reinaría el caos, la fealdad, la confusión y la incomodidad; al mismo tiempo pienso que unos pocos seres inspirados, únicos, tocados por las alas de las divinidades, se las pueden saltar a la torera. Si es su caso, adorado amigo, no hace falta que siga leyendo:

1) ¡Ánimo!: ¿Puede haber algo más denigrador? personas condescendientes y necias con las que nos cruzamos en la vida y se despiden con ese aberrante: ¡Ánimo! Sí, las mismas personas que constatan sin rubor: “Qué mala cara tienes hoy”. Dejemos clara una obviedad, la vida es dura para todos, si alguien está pasando un mal momento, por lo que sea, ha estado llorando y se le nota, está más feo o no ha dormido, tengan la urbanidad de no verbalizarlo a deshora.

2) Mostrar desprecio: desairar o desatender a los que uno considera menos exitosos o a aquellos de los que simplemente no se puede obtener ganancia alguna material, física o social. Las personas elegantes manifiestan en todo momento gentileza, caridad y filantropía (independientemente de lo que sientan).

3) Dejar la tapa del wc abierta: esto es elemental pero... nunca, bajo ningún concepto; nunca olvidaré los gritos de mi madre una vez hace muchos años resonando por toda la casa: “¡Quien ha sido el rufián que ha dejado la tapa del excusado subida!”. Rufián, qué hermosura...

4) Interjecciones eufemísticas en general, a saber... jolín, y sus derivados, jolines, jo: Un señor o una señora enfáticos y/o contrariados dirá en tal caso JODER, con todas sus letras. No hay nada más hortera que la cursilería.

5) Clichés o lugares comunes: jamás tire de la frase chistosa del momento, no digo que el tertuliano o periodista que se las inventa, no tenga su mérito al “poner su granito de arena”, lo malo, el cáncer, viene cuando usted, querido lo repite. Se lo advierto “en cero coma” se acaba la magia y se impone la devaluación de nuestra lengua y nuestro discurso y parece usted un “tonto a las tres” “no, lo siguiente”.

6) Contender por whatsapp, en un grupo: todos lo sabemos, en whatsapps, igual que por mail, cualquier afirmación resulta drástica y tajante. ¿Por qué creen que se inventaron los emoticonos? Precisamente para clarificar preguntas, respuestas o sentencias que pudieran dar lugar a malentendidos. Por eso, en whatsapp (y yo diría que en la vida en general) hay que ser educadísimo, amable, dulce, suave, paciente, gentil y bienpensado.

7) Hablar sin parar de asuntos personales, aburridos e intrascendentes. Queridos, hagan un pequeño esfuerzo y miren las caras de los individuos que tienen alrededor cuando lleven 5 minutos hablando del virus que azota a su familia desde la perrita hasta el abuelo... descifren los rostros de los demás cuando comiencen a echarse flores a sí mismos, a ostentar sobre lo que sea o a recitar su currículum... En la vida analógica, al contrario que en las redes sociales hay que evitar el hablar de uno mismo, en el cara a cara lo apropiado es escuchar, prestar atención y atender a los que tenemos cerca, interesándonos por los asuntos que desconocemos o que realmente no nos importan.

8) Vampirismo esquizoide. A ver, para los nuevos, en RRSS no se penaliza el histrionismo, al contrario, se trata de un narcisismo desdramatizador y divertido, que inspire a los demás y nos haga más livianas la cuestas de la vida; por el contrario, me temo que en redes lo incorrecto es el espíritu stalker, el pacatismo y la gazmoñería disfrazados de salud mental y madurez.

9) Comer y hablar: por favor, no hable con la boca llena bajo ningún concepto. Ni cubriéndola con la mano, ni un nanosegundo, ni aunque su hijo de 3 años esté a punto de meter los dedos en un enchufe, ni aunque trabaje en Titanic y observe que van a colisionar con un iceberg no hay excusa posible y es desagradabilísimo, por mucho que en el cine y las series americanas todos lo hagan como un hecho incluso sexi. ¿Hay algo más irritante que la voz de una dobladora que imita a una tía buena hablando con la boca llena?

10) No presentar o presentar mal. Es horrible lo mal que nos presentan a la mayoría de las personas cuando coincidimos entre amigos. Me ha ocurrido en innumerables ocasiones: “Margarita Malaquita”, y se quedan tan anchos, y yo sin saber si es Premio Nobel de la Paz, camarera, española, bielorrusa, amante del anfitrión, encofradora o cantante de rock ¡Basta! Más que la extendida apelliditis (me parece antiestético y pretencioso dar los apellidos de una persona en un contexto informal y no profesional), es de suma importancia contextualizar a cada uno de los presentados. Y por favor, presenten siempre a las personas que no se conocen, en vez de hablar con una de ellas dejando a la otra fuera de juego.

11) Beber con la cuchara dentro: a ver, estas pautas no son caprichosas, tienen un sentido práctico (además de estético): beber con la cuchara golpeándole las narices es incomodísimo, feo y peligroso.

12) Manifestar enfado o ira: Pocas cosas hay más elegantes que la actitud cristiana, háganme caso. Si alguien les ofende o creen haber sido ofendidos (no se crean todo lo que piensan) permanezcan tranquilos, dignos e incluso sonrían, diviértanse, contemporicen, analicen con ternura, como el minerólogo que estudia las características de una gema desapasionadamente; por último perdonen.

13) ¿Me entiendes? Una elemental interpretación de la amabilidad (que es la etiqueta) nos impedirá emplear está agresiva coletilla que no sólo irrita al receptor, insinuando que es no “alcanza” sino que pone en evidencia al emisor. En cualquier conversación sólo hay una premisa civilizada: el que no es capaz de hacerse entender tiene un problema, jamás los receptores.