Cuando el huracán de las críticas arreciaba, Zidane pedía paciencia con su segundo proyecto en el Real Madrid. Insistía en que hacía falta tiempo para trabajar y mejorar. Aseguraba que sus futbolistas eran muy buenos, que tenía una plantilla llena de talento y que los clásicos de las cuatro Champions no se habían olvidado de jugar al fútbol. «Modric es Modric» o «Marcelo es Marcelo y sabemos todo lo que nos ha dado» eran algunas de sus frases cuando parecía que el mundo se terminaba por empatar en casa ante el Valladolid o caer en Mallorca.

Ahora, siete semanas después del último apocalipsis, el equipo suma doce partidos sin perder, ha salido reforzado del Camp Nou a pesar del empate y en diez partidos este curso ha dejado su portería a cero. Síntomas de solidez y de que el proyecto de Zizou, porque tiene uno, aunque para muchos sea sólo un buen gestor de grupos, va por el buen camino. La paciencia que pedía era un argumento válido y el paso de los partidos y los meses le están dando la razón.

El Real Madrid acumula siete puntos más que en la Liga pasada a estas alturas, lo que le permite estar en el coliderato junto al Barcelona y no a dos victorias y media del eterno rival. Los blancos no se van a bajar de la lucha por el campeonato tan rápidamente y en la Liga de Campeones ya han superado los octavos de final siendo otras veces como segundos de grupo y con las apuestas en contra. Si no, que se lo pregunten al PSG de Neymar y Emery.

También insistía Zidane en que su intención era contar con todos sus futbolistas, y esto también empieza a verse. Las apariciones de Rodrygo y Valverde son evidentes, Vinicius, para nada se ha quedado descolgado y ante el Valencia volvió Nacho para tapar la emergencia en el lateral izquierdo. James pasó de la sala de embarque a la titularidad, porque si no se iba sería aprovechado, y Bale recuperó la titularidad en el Camp Nou donde sólo un par de centímetros en el fuera de juego de Mendy impidieron que decidiese el partido con un gol. Modric es ahora suplente y no ha habido ningún terremoto. Tendrá muchos minutos y algunos muy importantes en las segundas partes, pero la plenitud de Valverde, Kroos y Casemiro está por encima de la melena del croata. El hasta hace nada Balón de Oro lo acepta con tranquilidad y suma en un vestuario que vuelve a estar tan unido como en el año del doblete de Liga y Champions. La «unidad B» va a ser habitual cuando se apriete otra vez el calendario y con esto el panorama que imaginaba Zidane se acaba completando.

Muy lejos quedan los rumores de la llegada de Mourinho con el látigo o aquello de que a los veteranos se les había acabado el tiempo. ZZ creía en ellos para volver a ganar. Los halagos no le «cambian nada», como tampoco lo hacían las críticas duras. Sabe dónde está y que todo se gira rápidamente en un puesto como el suyo. De momento, el Madrid es lo que él quería que fuese.